Historia y b(y)ografías
Lic. en Psicología por UNLP. Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata y del Centro Psicoanalítico de Tres Arroyos (CPTA). Docente del curso anual “Las angustias de la época” (CPTA). Corresponsal de la revista Conceptual-estudios de psicoanálisis- en tres Arroyos. Miembro de la red AAPP (Red de Asociaciones analíticas y Publicaciones periódicas). Miembro del Comité Editorial de Analytica del Sur- Psicoanálisis y crítica.
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El 23 de abril se llevó a cabo en la ciudad de Tres Arroyos la segunda Conversación Crítica organizada por Analytica del Sur, siendo el tema convocante: Historia y B(y)ografias. De dicha actividad se plantearon algunas de las cuestiones abordadas en esta oportunidad.
Freud entiende que la literatura funciona como modelo. En la estructura gramatical o en el modo de relatar que tiene el escritor puede ver los mecanismos que está estudiando en el sujeto del psicoanálisis. Hay una relación estricta entre el modelo de la obra y el de la neurosis en tanto la neurosis es un texto que se ha producido por una serie de líneas, de cruzamientos de los conflictos del neurótico en cuestión; y la biografía más bien puede pensarse como la narración escrita de una historia de vida. Esto ha llevado a ciertos intentos de extender el análisis al autor de la obra, sin advertir que ella no es una formación del inconsciente.
Lacan deja claro que no puede haber una psicología aplicada al autor que explique la obra y con esto subvierte cualquier posibilidad de aplicar el psicoanálisis a la literatura. Será la literatura la que se aplique al psicoanálisis, por ejemplo rastreando en el texto determinados elementos para explicar un caso particular.
En el curso “Eficacia del psicoanálisis – leer, escuchar, escribir, transmitir-” dictado en el año 2002, Enrique Acuña, apuntaba que en la biografía de Andre Gide, mientras Jean Delay hace una lectura que lo lleva a hablar de la perversión de Gide, a Lacan le interesó el mecanismo de sustitución entre deseo y letra más que el diagnóstico de estructura. Delay trata de unir autor y obra, con la hipótesis de que la obra retroactivamente le iba a permitir llegar al autor. En cambio, para Lacan hay una hiancia entre obra y autor donde se observa el mecanismo de sustitución.
Pensamos el psicoanálisis como un método de lectura de una obra y un método de tratamiento, es la práctica misma que se aplica a un sujeto que habla y oye, por lo que el resultado de un análisis no será el mismo del de una psico-biografía. En el psicoanálisis es el analizante el que escribe y lee a partir de la presencia del analista. En la psicobiografía el método de aplicación recae sobre el autor y de ahí se deduce una psicología de la persona, si se aplica sobre la obra se apunta a la verdad ficcional y esto puede servir para cuestiones diferentes en cada momento que se hace dicha aplicación: puede haber convergencia, divergencia o anticipación.
En “Juventud de Gide o la letra y el deseo”, Lacan intentará demostrar que hay un pacto entre dos autores: Gide da a su biografo lo que llama sus papeles íntimos, notas que escribe entre los 20 y 24 años donde da a leer lo que quiere, ya que están ordenados con miras al cuerpo que deben constituir en la obra, o sea en la biografía. Algo similar ocurre con Vida de Johnson, la biografía escrita por Boswell donde este anotó día a día, durante veinte años, lo que vivía y decía el Dr. Samuel Johnson. Boswell creía que era verdaderamente espléndido tener acceso al biografiado en persona y por esto ocupaba una posición de ventaja. Por su lado, Johnson pensaba que nadie puede escribir la vida de un hombre si no aquellos que han vivido en un intercambio social con él. Boswell tuvo durante mucho tiempo el proyecto de escribir la vida de Johnson y éste, a tal fin, respondió a sus preguntas ofreciéndose el escrito como una representación exacta de Johnson. A la manera de los papeles íntimos de Gide, éste le relataba los acontecimientos que había vivido antes de encontrarse con él. Boswell transcribía la totalidad de la conversación del Dr. Johnson, que consistía esencialmente en monólogos, por lo que esta biografía se puede pensar como una autobiografía escrita por otro.
En una entrevista al escritor Juan José Becerra en Página /12, a propósito de la publicación de su última novela, El espectáculo del tiempo, sostiene que el recurso más importante de la autobiografía no es ni la memoria ni el documento, sino el punto de vista. Dice allí: “El punto de vista de la persona que recuerda es romántico; con lo cual el ciento por ciento de lo que se escribe en términos de autobiografía es falso, en el sentido de que es una composición”. (1)
La estructura de ficción de la novela es correlativa a una verdad a la que no vamos a acceder haciendo el método de lectura. Nunca se va a saber lo que hubiera ocurrido con Gide o Johnson por ejemplo, si se hubieran acostado en un diván. Seguramente la verdad sería otra. Ahí se diferencia una verdad que tiene estructura ficcional pura de una verdad ligada al saber, que es la que se daría con el método de tratamiento.
La interpretación de los trastornos psíquicos sobre los cuales el psicoanálisis diseñó su campo específico de intervención, exigió la fundación de una representación novedosa de la biografía planteando la eficacia retardada de los primeros años de vida en las experiencias posteriores. Pasado en el presente, que desordena el tiempo cronológico, medible, rompe la mera diacronía del relato histórico.
En estas coordenadas advertimos la particularidad del concepto freudiano de tiempo que no reside en un saber sobre el pasado o sobre el presente, sino en su recíproca implicación. El tiempo que se constituye a través de la palabra confunde pasado y presente, estableciendo una retroalimentación indeterminable a-priori.
Con Freud entendemos la Historia opuesta a maduración, a la evolución de los estadios libidinales o desarrollo; los estadios ya cuando son vividos son organizados en una subjetividad. La sexualidad, cuyo paradigma para Freud es el trauma en tanto un acontecimiento excesivo, es de alguna manera anacrónica, sigue existiendo a pesar del pasaje evolutivo; es decir, no madura la sexualidad y el sujeto no se cura del trauma.
El trauma originario es un acontecimiento. El retorno de lo reprimido es otro acontecimiento. La interpretación que establece cierto lazo, en términos de efecto, entre uno y otro momento subjetivo es la frase narrativa que conforma la historicidad tal como funciona en Freud. Así lo histórico está sancionado por la construcción que el proceder historiográfico realiza al incluir un suceso en una trama discursiva. En “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” de 1953, Lacan habla de historización primaria en la medida que los acontecimientos no tienen una existencia fáctica ni traumática en sí mismos, no valen como hechos puros sino que se engendran a partir de un sujeto que los humaniza, los relata.
Para el sujeto su propia biografía no consiste en un rememorar conciente, sino en el vivenciar sucesos que se le aparecen ya dados, alojados en el pasado. Antes de la interpretación ya ha operado una efectividad producto del tránsito temporal por el cual el pasado se hace presente distorsionadamente. El análisis reconstruye este proceso y cada sujeto ejerce su actividad historiográfica como conocimiento de ese deseo desautorizado cuya represión ocasiona trastornos.
Lacan introduce una novedad en el concepto de tiempo al pensar el futuro como saber y no como tendencia: la certidumbre anticipada, entendiéndose la historia como futuro anterior. En este contexto, el inconsciente es ese capítulo de la historia del sujeto que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste; es el capítulo censurado y el psicoanálisis el método inventado por Freud que posibilita la asunción del sujeto de su historia a través de una palabra dirigida al Otro. No se trata de la historia como una cronología como podría pensarse en la biografía literaria, sino de un tiempo escandido por las modalidades del apres-coup y el futuro, una línea de tiempo que progresa en pos de una promesa de significación y otra que retroactúa. La puntuación de una palabra verdadera reordena las contingencias del pasado, dice Lacan, dándoles el sentido de las necesidades por venir, por el mecanismo de la retroacción lo que pertenecía al futuro ya estaba de alguna forma inscripto en el pasado.
Historizar en psicoanálisis implica, como dice Enrique Acuña en “Declinaciones de un sobreviviente. Psicoanálisis frente a la dictadura”, situar la función del olvido que recupera el valor del resto perdido con el cual se puede captar un cierto saber sobre la verdad. Freud privilegia la verdad histórica que como un ladrillo arqueológico que falta, obliga a la reconstrucción de ficciones. En tanto la verdad histórica delira sobre la falla de la verdad material. Esa falla del saber sobre la verdad insiste en decirse en lo que se repite cada vez, pero de manera diferente. De este modo el autor del relato se hysteriza, se divide entre lo reprimido y lo que retorna.
Para el psicoanálisis historia se escribe con y, lo que introduce al sujeto como dividido, para descompletar cualquier idea de una reflexión yoica y de una verdad total. Siempre en todo relato hay un agujero, algo que no puede ser dicho. Hay una dimensión del inconsciente como historia en un análisis (sucesión significante) que se intersecta con lo real (elemento anacrónico), donde la verdad mentirosa de lo simbólico se agota en un sin-sentido.
Jacques-Alain Miller, en un libro llamado Vida de Lacan, dirá que el análisis pone en cuestión la b(y)ografía, polimeriza la verdad, de la cual sólo deja algunos fragmentos. El real no se transmuta en verdad sino como mentirosa en sí misma, siempre hay un obstáculo irreductible que constituye lo que Freud llamaba la represión primaria. Esto es la y de h(y)storia y de b(y)ografía, que a su vez introduce el deseo, tanto del biógrafo que anima y atraviesa la escritura de una biografía como del sujeto que se hystoriza en un análisis.
Notas:
(1) Entrevista realizada por Silvina Friera. Diario Página 12, 10 de marzo de 2015. www.pagina12.com.ar/…/espectaculos/4-34929-2015
Bibliografía:
• Acha, Omar: Freud y el problema de la historia. Ed. Prometeo Libros. Buenos Aires, 2007.
• Acuña, Enrique: Curso “Eficacia del psicoanálisis – leer, escuchar, escribir, transmitir-” APLP, 2002
• Acuña, Enrique: “Declinaciones de un sobreviviente. Psicoanálisis y dictadura”: en Resonancia y Silencio. Psicoanálisis y otras poéticas, Ed. Edulp, La Plata, 2009.
• Becerra, Juan José: Entrevista Página/12. Texto extraído de Internet. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-34929-2015-03-10.html
• Lacan, Jacques: “Función y campo de la palabra y el lenguaje” en Escritos 1, Ed. Siglo XXI Editores, Argentina 1988.
• Lacan, Jacques: “Juventud de Gide o la letra y el deseo” en Escritos 2, Ed Siglo XXI Editores, Buenos Aires, Argentina, 1987.
• Miller, Jacques Alain: Vida de Lacan, En: http://www.eol.org.ar/la_escuela/Vie-de-Lacan_ES.pdf