Lo cautivo femenino – El horror del Otro goce
Lic. en Psicología (U.B.A.). Miembro del Comité editorial de Analytica del sur- Psicoanálisis y crítica. Miembro de Red AAPP (Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas)
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Elisa Ferreira López @chu.alma
Siempre me intrigó este breve cuento de un autor cuyo apellido suena irlandés (Ireland) pero que no lo es. Es inglés. Dice así:
“-¡Qué extraño!- dijo la muchacha, avanzando cautelosamente. ¡Qué puerta más pesada!- La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
-¡Dios mío!- dijo el hombre. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos ha encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo –dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.”
Esta narración es parte de la antología de literatura fantástica que Jorge Luis Borges compilara junto a Victoria Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Tal vez algo de lo femenino inquietante resuene en la pequeña escena evocada.
Enrique Acuña sugirió la lectura de algunos párrafos de Para otra cosa- El psicoanálisis entre las vanguardias, de Germán García. Con el apartado “Mujeres peligrosas” este último concluye un puñado de páginas acerca de lo que podría llamarse su relación con Borges, tanto con la persona del escritor como con su obra. Cuenta que en su juventud Borges era una presencia superyoica para él y algunos compañeros de su banda de entonces. Sin embargo- pienso- tal cosa no lo amilanó, al contrario. Según García “Borges parecía prohibir el seguir con lo anterior, por eso exigía inventar algo.”
En Nanina, denunció una paradoja que creyó descubrir en la revista Sur: el culto al coraje era una cobardía moral de los que no lo practicaban. En Cancha rayada, Borges era evocado como un ser atópico, fuera de los dramas de la ciudad y García denunciaba la posición sacrificial que se escondía tras el culto al coraje. En el apartado “Judíos, irlandeses, argentinos”- continuamos con Para otra cosa- García cuenta que retomó la lectura de Borges, ya desde Barcelona. “Paso a paso Borges trazaba las coordenadas de lo que llegaría a ser su propia atopía”.
En la conferencia que dictara en la ciudad de La Plata acerca de James Joyce, Borges puso en serie a los judíos, los irlandeses y los argentinos a partir de un rasgo en común: ser parte de una tradición- pero del todo, no todo. Eso permite cierta irreverencia frente a lo heredado que auspicia la invención de algo inédito. Borges se pregunta en esa conferencia por qué ha habido tantos eminentes escritores irlandeses en un pequeño y pobre país, poco poblado y enumera a algunos de ellos.
El listado de nombres que evocara en la conferencia no coincide exactamente con el de García en las páginas que comentamos, donde se menciona a Jonathan Swift, George Berkeley y George Bernard Shaw. Estos últimos eran irlandeses descendientes de ingleses, es decir, no tenían “sangre celta”, pero lo eran por haber nacido en la isla de Irlanda. Yo agrego a Oscar Wilde, William Yeats, James Joyce y Samuel Beckett, que no eran anglicanos pero que escribían en el idioma de sus conquistadores, incluso después del surgimiento de la República de Irlanda. Todos ellos- al decir de García- podían “evocar como algo exterior que les pertenecía- la cultura inglesa.”
García terminó aceptando la posición de Borges como la de un inductor de una irreverencia que, con Jacques Lacan llamó extimidad. Es recién entonces que apareció en él- García, lector de Borges- “la intriga de algún deseo” del escritor, Borges, tal vez desconocido para sí mismo. Lo encontró en “Historia del guerrero y de la cautiva”. “La palabra que buscaba era una línea de vértigo, un pasaje del gusto del Borges a su disgust”, es decir, a aquello repugnante, asqueroso, que le generara náuseas y aversión. El gusto y el disgusto en relación al objeto a.
Y es en ese punto en que se produce un cruce de las historias familiares de Jorge Luis Borges y Germán García. La ciudad de Junín. Escribe García: “Ahora podía encontrar un hilo inductivo donde Borges podía incluir, mediante una operación que concluyó en mi novela Parte de la fuga, lo mismo que excluía”. ¿De qué se trataba? Del disgusto de Borges: la inglesa india. Es el rasgo en el que se detiene García: la supuesta poligamia entre los indios. En la novela, el narrador, Swistak-guiño a los lectores de Gombrowitcz-, decía que “conocía los poemas a Junín de Luis B. Negreti, José Mayo, Juan Pérez Cruz, Dora Pozzo y, por supuesto, el poema de Jorge Luis Borges: ‘Vuelvo a Junín donde no estuve nunca’. Pero este último, porteño al fin, introdujo con recato una insidiosa alusión a la poligamia que produjo un vuelco en mi vida. ¿Nada más que palabras? Cualquiera sueña con ser polígamo, pero Borges afirma que unos indios lo fueron.”
Es así que llegamos a la otredad. ¿Qué es lo inglés vuelto irlandés? ¿Qué es lo lombardo vuelto romano? ¿Qué es lo inglés vuelto indio? La otredad. Lo éxtimo, neologismo lacaniano para decir acerca de lo más cercano e íntimo vuelto extraño. Lo Unheimlich freudiano, lo familiar que se tornó siniestro. Experiencias al filo de la angustia que atizan el “racismo de sí mismo”, como le escuché decir una vez a Enrique Acuña en una entrevista que le hicieran en una radio posadeña. Goce desconocido que fascina, horror propio que se tornó ajeno.
“Historia del guerrero y de la cautiva” es un cuento incluido en El Aleph. Resumo brevemente la trama: El relato está escrito en primera persona. El narrador cuenta las historias- en un principio habría que emplear el plural-de un bárbaro lombardo del siglo VI o el siglo VII en la península itálica y de una inglesa en la frontera pampeana argentina del 1800. Borges obtiene la historia acerca del bárbaro Droctulft de Benedetto Croce, quien se basó en un texto de Pablo el Diácono, historiador medieval de los lombardos. Hay en el cuento un epitafio en latín escrito por los romanos en la tumba del guerrero germano: Despreció a sus padres queridos, porque nos ama, tomando a Ravena por patria suya. Cuenta esta historia que durante el asedio de Ravena por los lombardos, Droctulft abandona a los suyos y muere defendiendo la ciudad romana del ataque de su propia tribu.
Por otra parte, Borges obtiene la historia de la cautiva de un relato de su infancia, una anécdota de su abuela inglesa. La joven inglesa Frances Anne (Fanny) Haslam se enamoró del abuelo de Borges, el Coronel Francisco Borges, en Entre Ríos. Con él se fue a la frontera. Vivió entre los indios. En el año 1874 él murió en batalla. De su nieto, estos versos:
”…Avanza por el campo la blancura
Del caballo y del poncho. La paciente
Muerte acecha en los rifles. Tristemente
Francisco Borges va por la llanura.”
Y la abuela quedó sola, tuvo a su hijo, el padre de Borges (Jorge Guillermo), el mismo año de la muerte de su marido. Con los años, Fanny se mudó a Buenos Aires. Hablaba, leía y recitaba la Biblia a su nieto en su lengua madre, el inglés. En 1929 se mudó con su hijo y sus nietos a la calle Pueyrredón, casi esquina Las Heras, en donde vivieron unos diez años.
En 1872, escribe el narrador de “Historia del guerrero y la cautiva” citando a su abuela, el abuelo Borges era “jefe de las fronteras Norte y Oeste de Buenos Aires y Sur de Santa Fe, la comandancia estaba en Junín.”
“Alguna vez,” continúa Borges, “entre maravillada y burlona, mi abuela comentó su destino de inglesa desterrada a ese fin del mundo. Alguien le indicó que no era ella la única y le señalaron una india rubia de ojos azules ‘pintarrajeada de colores feroces’, que también era inglesa. La abuela de Borges se entrevistó con ella y la india le contó, con cierta dificultad con el idioma inglés, que ‘Era de Yorkshire, […] sus padres emigraron a Buenos Aires […] los había perdido en un malón […] la habían llevado los indios y ahora era mujer de un capitanejo, a quien había dado dos hijos y que era muy valiente.’ La abuela inglesa intenta convencer a la otra de que no vuelva a un mundo de barbarie: “La otra le contestó que era feliz y volvió, esa noche, al desierto“. Poco después muere Francisco Borges, “[…] en la revolución del 74; quizá mi abuela, entonces, pudo percibir en la otra mujer, también arrebatada y transformada por este continente implacable, un espejo monstruoso de su destino…”.
En las lecturas que realicé de algunos trabajos de crítica literaria acerca de este cuento, hallé las siguientes opiniones: 1-Según algunos se trata de civilización versus barbarie. 2-Según otros, las historias del guerrero y de la cautiva no son dos, sino una sola (de ahí, el título del relato), porque habría un singular destino del guerrero y de la cautiva: esculpir los umbrales de lo que, con el tiempo, serían dos mundos nuevos: las jóvenes culturas italiana y argentina respectivamente. 3-Otras versiones resaltan que el hombre no es considerado traidor sino héroe, mientras que la mujer es señalada como quien se entrega a las más bajas pasiones, a lo prohibido.
De los umbrales, de eso se trata. De experiencias en el umbral de la angustia. De encuentros con el Otro goce. En los comentarios que leí sobre este cuento, hay numerosos párrafos citados pero no hallé este, tan bien seleccionado por Germán García:
“Eso lo fue diciendo en un inglés rústico, entreverado de araucano o de pampa, y detrás del relato se vislumbraba una vida feral: los toldos de cuero de caballo, las hogueras de estiércol, los festines de carne chamuscada o de vísceras crudas, las sigilosas marchas al alba; el asalto de los corrales, el alarido y el saqueo, la guerra, el caudaloso arreo de las haciendas por jinetes desnudos, la poligamia, la hediondez y la magia. A esa barbarie se había rebajado una inglesa”.
(Olvidando, reprimiendo en el disgust – agrego yo- su propia historia de siglos de saqueo y guerra en nombre de la “civilización” del imperio británico.)
“Pasados los mojones, no hay más límites”, dice la cita que Eric Laurent toma del historietista francés Christophe (Georges Colomb). Lo encuentra en la tira “La Famille Fenouillard” en la que dos hermanas que acaban de dar a luz devoran a sus recién nacidos. Pasados los límites del umbral fálico, de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires del 1850, ya no hay los mojones de la “civilización”.
Podemos concluir con una insistencia. La inglesa-inglesa vio a la inglesa-india aún otra vez. “Como en un sueño pasó la india a caballo. Se tiró al suelo y bebió la sangre caliente [de una oveja degollada]. No sé si lo hizo porque ya no podía obrar de otro modo, o como un desafío y un signo.”
Me pregunto, ¿desafío histérico o signo de Otro goce? ¿Tendremos que recordar, además, con Freud, que un sueño es la realización- inconfesada- de un deseo? ¿Y aún que, como reflexiona el personaje de Parte de la fuga, “cualquiera sueña con ser polígamo, pero Borges afirma que unos indios lo fueron”?
Genealogías borgianas que se entrelazan en una misma historia: la del guerrero y de la cautiva. “Acaso las historias que he referido son una sola historia”. Es que lo interno excluido es el horror mismo. El origen de nuestra hystoria. La de cada uno. (*)
(*) Enrique Acuña llama la atención sobre un detalle al que podríamos considerar, tal vez, Unheimlich: “Fanny” es un significante que nombraría a la vez lo inglés y lo mestizo. Sobrenombre de la abuela inglesa- el origen mismo del relato de Borges- y apodo de la empleada doméstica correntina que cuidara a su madre en el lecho de muerte y a él mismo durante largos años, “Fanny” nombraría quizás algo en la vida del escritor: a la inglesa-india, el retorno del disgust, de la barbarie, ¿del culto al coraje que exterminó a los pueblos originarios? – de lo internamente excluido. La abuela inglesa retorna en los cuidados de la criada criolla, siendo Otra, encarnando lo Otro femenino: “La otra mujer, también arrebatada (robada, cautiva, señalo) y transformada por este continente implacable.”
Bibliografía:
– Borges, Casares, Ocampo (Comp.): Antología de la literatura fantástica, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1965.
– García, Germán: Para otra cosa- El psicoanálisis entre las vanguardias, Liber Editores, Bs. As., 2011.
– García, G.: Nanina, Fondo de cultura económica, Serie del recién venido, dirigida por Ricardo Piglia, Bs. As., 2012.
– García, G: Cancha rayada, Otium narrativa, segunda edición revisada, Bs. As., 2014.
– Borges, Jorge Luis: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/30278
– Borges, J. L.: Verso del poema perteneciente a El otro, el mismo, 1964.
– García, G.: 1: Parte de la fuga, Ediciones de la flor, Colección narrativa, Bs. As., 1999.
– Borges, J. L.: El aleph, Sudamericana, Bs. As., 1949.
– En La poesía: introducción a la crítica e historia de la poesía y de la literatura [Bari, 1942]
– Borges, J. L.: “Alusión a la muerte del coronel Francisco Borges”, en El Hacedor, 1960.
– Laurent, Éric: Posiciones femeninas del ser, Editorial Tres Haches, Bs. As., 1999, pág. 71.
– García Urcola, Inés: comentario al curso Se(x)uaciones
https://seminarioenriqueacuna.wordpress.com/2021/03/08/mujeres-en-y-con-la-letra/?fbclid=IwAR1pxXf4B_CUQlzBbKnUDBvWkSxaWlhDFXruoFlK9zrR8tqRAcXFDvKL2no