Humedal(Poemas a cuatro manos)
Abogado especialista en Derecho de Familia y Funcionario Judicial. Poeta, escritor y crítico cinematográfico. Creador y conductor del proyecto cultural «Estación Cine», desde Julio de 1999. Como poeta publicó los libros “El derecho a la poesía” (2000); “Un par de gatos y nosotros” (2002); “Algún amanecer a la conciencia” (2003); “Protextos”, (2004, junto a Lulú Colombo); “Herética desmesura” (2004, junto a los poetas Raúl Carreras, Ricardo Guiamet y Fernando Marquínez); “La belleza del dolor” (2007); “Poemas elegidos” (2010); “Latidos” (2016); “Por favor no cambiemos - Edición muy limitada” (2018) y “Nimiedades” (2020) . Todos los títulos citados fueron publicados por Editorial Ciudad Gótica. La colección Estación Cine (en la que escribió “Fotogramas incompletos del trabajador y su lucha”; “Cuando llegan las aguas”; “Cine del ajuste”; “Charly García y el cine”), lleva publicados hasta el momento 25 títulos, varios de los cuales fueron reeditados, obteniendo –al igual que el programa radial– numerosos premios y distinciones.
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El prólogo pregunta
No le pregunten al fuego más de lo que puede responder. Sabe de calor, de cocción, de luz señalando vida en la oscuridad. De eso sabe. No más. Inocente es de codicia y ecocidio. Eso, a otros deben preguntar.
Humedal cuestiona, en cuatro tonos, una misma realidad: la quema indiscriminada en islas, la intencionalidad de las llamas, la ceguera del humo. La mano que mueve al fuego es la que quema al mundo. Quienes escriben, lo saben. Iluminados de pánico, lo saben.
Fotografía: Carolina Sanguinetti; @hornero.urbano
Las sombras arrastran bidones, dicen. Luego: una yegua albina muere, se seca el aguaribay, miles de aves huyen y una madre reza, pues es su forma de llorar. Desde la otra orilla, con la nariz protestan quienes quedaron de ese lado del humo. Tarde o temprano (esperan) ha de cruzar el ángel de la lluvia para vencer la llama. Pero el fuego deja, tras de sí, útil pastizal para el ganado, tierra cultivable y zona edificable. Eso quiere decir que están los que no pierden. Por que las tierras son de alguien, al fin y al cabo. Chacreros bonzos y divinos empresarios abren fosas donde cabemos todos.
Cuatro voces poeman al desnudo (pues no hay otro modo de encarar la tragedia). Riman para los que temen, para los que reman, para los que ladran. No ocultan el pecado del Ícaro, ni disimulan los falsos esfuerzos, han contado (además) los demonios, y son trescientos.
El humedal se quema, eso es lo cierto. Hay leyes que solo permanecen adheridas al papel y hay leyes que faltan. El humo debe alargar su ruta, parece, hasta llegar a las narices adecuadas. Por suerte hay obstinados, también, que entre el fuego escriben y difunden. Que son capaces de hallar verde en medio de troncos renegridos, tachar un cartel de “se vende”, e invocar la nobleza cuando llegue el olvido.
La moraleja es clara y es una:
Se puede escribir, se puede protestar, se puede suponer o mal juzgar. Se puede inquirir, impugnar, legislar, maldecir, imputar o apagar. Lo que no se puede es callar, cerrar la boca con cualquier excusa.
Hay un viaje en común
y un destino de mar
pero no hay donde ir
No habrá donde
si callamos la pregunta
Amor Perdía
Humedal
Y en la caverna
nada
solo largas noches
y la inmensidad
Nuestros aquellos ojitos
sin brillar
y los fríos usurpándonos
la boca
Alguna vez
alguna
iluminados de pánico y terror
nos encontró el fuego
y lo hicimos bailar
y bailamos con él.
***
Estuvimos ahí
barro del desamparo cósmico
incienso del vacío terrenal
tumba de hoy
espacio en ruinas
***
Bailamos sin brillo
en la inmensidad
Nuestros pies
se movían con la tristeza
Mientras la muchedumbre
Contraía sus entrañas
nuestros aquellos ojitos
Veían el final
Redobla el cielo Tacuarí un niño
***
Bienvenida
Redobla el cielo Tacuarí un niño
La lluvia limpia el casco canoero
Con la insistencia de los militantes
Lame el rostro del anciano
Pegado
Al universo
Pulsion
El viento norte
murmura entre las cañas
un canto litoral
. apenas inocula
en el lomo encrespado
del gigante marrón
líquida bravura
. y rumbos del sur
Hay un viaje en común
y un destino de mar
pero no hay donde ir
. No habrá donde
si callamos la pregunta
que concierne o frenamos
la pulsión señera
de poner el pecho
. y la palabra
Codicia
Luna inyectada de odio
codicia humana espejada
crepúsculo teñido de sangre
y miles de aves huyendo
Un cielo denso y lacerante
como un puñal perverso
Brando
Padezco la delación poética
como Brando
en Nido de ratas
Angustia, llanto sin final
lágrima que pierde su cauce
aliento que sabe a poesía
suspira ahogos
hasta soltar las riendas
¿Acaso vencerán los miedos ancestrales
los disfraces
y esta lluvia de cenizas?
Tierra de alguien
No cabe en la madrugada el sol anaranjado
apoyado sobre el horizonte
Al desliz, por cinta de metal del río
la negra barcaza parece haber salido del sol
Deja una estelita de espuma
En la orilla de acá
la ciudad hierve siete y siete pecados
En aquella otra
un paisaje de árboles quemados
y pavesas
pero lo intimidante
lo ajeno al corazón
es ese antiguo
lóbrego silencio
Nobleza
Sin redes solidarias
o lazos que atestigüen
la intensidad y los tiempos
en los que disfrutamos juntos
Sin rastros de nobleza
y vocaciones de lealtad
no alcanzarían estas palabras
ni una biblioteca infinita
No alcanzaría el estallido
del lapacho rosado
si no pudiera compartirlo cada día
ni la bronca contenida
no mutara en rebeldía escrita
y en propuestas para construir
incluso allá
donde todo parece arrasado
donde nunca
(dicen los que saben)
puede volver a crecer
vida
El ángel de la lluvia
Las calles vuelven a ser
una cárcel sin rejas
Traza un mal dibujante sus personajes oscuros
bajo el techo de un cine en ruinas
y la lluvia apaga el horizonte
En la radio dicen que la deuda externa
se come por adentro el tuétano de la república
Piazzolla habla un idioma más nítido
que si lo construyese con palabras
Los diarios se redactan con dedos mentirosos
y la lluvia apaga el horizonte
-Todos, como todos, encarnamos a nadie-
Alguien sin identidad
bajo la capucha del buzo
corre por la vereda
Levanta charcos ante el ventanal del bar
que repite su imagen de memoria
y la lluvia aplaca el humo
que era la huella digital del viento
y apaga
los incendios en el horizonte
Talita
Ahí quedó esa Talita
como una canción
de Gieco o de Jara.
Llena de símbolos
que nadie intenta leer.
Una Talita mora en pie
lo único que no pudo
ni el fuego chacal
ni la sequía de meses
ni esta indolencia
que nadie había visto
. en centurias
Acción
Si saltáramos con zancos de lápiz y carbón
el ancho callejón del sábalo
y escribiéramos “corazón de humedal”
donde dice “se vende”
seguro
se fueran cumpliendo las rotas cadenas
con los cantos de calles ganadas
Hay más mundos
Estuve comiendo las migajas
de un sistema ciego y sordo
que grita a voz en cuello
. maldiciones
desde un caballo negro
Hay un rumor de fin de mundo
. permanente
maldiciones, amenazas, documentos
declamaciones peligrosas
Cada fin de mundo, se parece
. si no deja abierta una salida
¿Alguien sabe cómo se sostienen
los incontables vientos de guerra?
¿Se mide dónde llegan los clamores
la insufrible paciencia de la gente?
Tolerancia piden
y respaldan sus decretos con Itakas
Paciencia dicen
y explotan, expolian, subocupan
Dicen paz
mientras cantan jaque mate
siete apocalípticos ajedrecistas
Cuando pase el temblor en Beirut
cuando las lluvias pongan fin
. a los incendios
un ejército tenebroso de empresarios
servidores confesos de su dios el dinero
ofrecerán incólumes a precio de mercado
. oportunidades a cien años
¡Vade retro! Te responderemos
A quién
A quién pedir piedad
A quién un hombro
para un llanto sincero
A quién asombro
si nada sorprende
de ordinario.
A quién un vaso de agua
que mitigue tanto fuego
que apague mis vanos
. intentos
A quién
por Dios bendito
. A quién hablarle
En que botellas embarcar
un verso
. Uno que no caiga
en sacos rotos
ni en los herméticos
cofres con cerrojos
de la desmesura
. humana
Con quien hablar
de corazón a corazón
sin imposturas cínicas
sin la melosa ambigüedad
Con quienes asociar
. esfuerzos
Con quien mi amor
podrá multiplicarse
como panes y peces
. como el vino
Con quien iré a brindar
si los caminos
de vos a mí se desvanecen
con tanta primavera
. incipiente
De este lado del gran río
reverdece
un ingá un sauce un verso
que reza por la boca
de un nosotros
“¿Quién dijo
que todo está perdido?”*
. * ¡Gracias Fito!
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* Humedal: poemas a cuatro manos. Sergio Luis Fuster, Antonio Ramos, Sergio Ferreira, Néstor Farini.1º edición. Rosario. Ciudad Gótica. 2020.
Selección de poemas: Néstor Farini, Christian Gómez
Notas:
Antonio S.G. Ramos. Nació en Rosario en 1950. Ha sido Juez de Sentencia Penal Tribunales Provinciales de Rosario. Profesor Adjunto de la cátedra Derecho Penal I de la UNR. Actualmente ejerce la profesión de abogado consultor. Participa del colectivo «Estación cine» interviniendo en numerosas publicaciones entre ellas «Cine y Justicia Penal», «Cine y Derechos Humanos». Ha escrito siete libros de poesía, Casa ciega, fue distinguido como semifinalista de los premios de APOA (Asociación de Poetas Argentinos). Su último libro Derecho y Literatura (año 2020) ha sido publicado por la Editorial de la UNR.
e-mail: asg_ramos@yahoo.com.ar Humedal 85
Sergio Ferreira. Publicaciones (entre otras): En el País de las Máscaras (2000), Éxodos-Los testimonios (2004), La espera de Gabrag (2006), Canción del Abandono (2011) – Molly precisa un blues (2012), Les mauvaises fréquentations (Estudio introductorio a una selección de obras de Roberto Arlt – Ediciones OMBÚ -Toulouse- Francia) (2015), 43 por Ayotzinapa -Fondo Editor Cooperativo Los Juegos del Temps- Libro colectivo, electrónico y global sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en setiembre 2014 (2015), Romance de los Siete Jefes – Poema y obra de teatro musical (2016), Los Desheredados (2019). Otras actividades: – Con la producción de Sandra Rehder, presentación interdisciplinaria (música latinoamericana, teatro y literatura) del libro En la madriguera del fuego, en la ciudad de Barcelona, España, Octubre de 2008 – Presentación del libro colectivo 43 por Ayotzinapa en Casa América Catalunya y en Antic Teatre (Barcelona), también en la Casa Argentina en París (enero 2016) – Coordinador del Taller Literario «Temps Era Temps» (1998-2020) – Director del Fondo Editorial Cooperativo «Los Juegos del Temps” (2003-2020)
e-mail: smaf797@hotmail.com
Néstor Farini. Es escritor y poeta. Autor de los libros: Después de un año bajo la tierra (2006); Carrizal, libreta de poemas (2010). Faceboock «Néstor Farini / Rastros». Bella Vista. Corrientes.
e-mail: nestorfarini@hotmail.com