Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 9 • Noviembre de 2019 •

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El psicoanálisis ante la Gestell.
Una referencia a Heidegger

Ezequiel Rueda

Miembro del Instituto Pragma y de la Red AAPP. Docente del seminario “Psicoanálisis y filosofía. Técnica y capitalismo”.

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Heidegger y la antifilosofía

Dentro de la política de las referencias que el Instituto Pragma sostiene como fundamento para la transmisión del psicoanálisis el lugar del discurso filosófico tiene central relevancia, dado que el sujeto del psicoanálisis surge con el cogito que Renè Descartes funda en el siglo XVII como cimiento de la filosofía y la ciencia moderna. A su vez, el psicoanálisis nace oponiéndose a este discurso, volviéndose su síntoma, su reverso, en tanto señala los efectos de su pretensión por “establecer el ser”, clausurar el sentido al determinar los significantes amo que rigen la época, desconectándolos del sujeto de la pasión que le otorga la potencia a sus enunciados; ante ello, y al decir de Enrique Acuña: “el inconsciente freudiano inauguró la idea misma de que el deseo humano descompleta la razón”(1).

A la posición que el psicoanálisis tiene con la filosofía Lacan la ha denominado antifilosófica, la cual consiste en dejarse atravesar por el discurso filosófico al tomar las preguntas y respuestas que ha elaborado y que tienen presencia en la experiencia analítica, pero a su vez, señalado la pretensión de la filosofía por desconocer la radical diferencia sexual que el psicoanálisis descubrió y que subyace a la diferencia ontológica entre el ente y el ser a partir de la cual se erigió el pensamiento filosófico. Es decir, el real lacaniano y los modos de goce que implica pusieron en cuestión la idea de ser moderno derivando en la necesidad de pensar al “ser” como “falta en ser” y abriendo a la contingencia absoluta en los modos singulares de construcción de la subjetividad, escapando a toda pretensión de reducción ontológica.

Esta actitud antifilosófica posibilita el ejercicio de interpelar al propio psicoanálisis al situar un punto de exterioridad y así lograr desglosar, romper con la jerga que se torna enemigo interno al discurso analítico.

En el presente artículo se abordará, en clave antifilosófica, la referencia al filósofo alemán Martin Heidegger acotándola (dado que la presencia de su pensamiento se puede identificar a lo largo de casi toda la enseñanza de Lacan) a los aportes del filósofo para el análisis y la crítica a los tratamientos de lo real llevados a cabo por la ciencia moderna y las consecuencias de la asociación de esta al discurso capitalista que Lacan realiza durante la década del ´70 (tanto en su seminario El reverso del psicoanálisis, como en sus escritos  “La tercera” o en su conferencia en Italia titulada “Del discurso psicoanalítico”). Nos centraremos en el concepto de Gestell (estructura de emplazamiento) en tanto esencia común a la versión contemporánea de la ciencia y el capitalismo. Para ello realizaremos una lectura del texto “La pregunta por la técnica”, principal conferencia en la que Martin Heidegger aborda el concepto de Gestell y de la cual destacaremos la diferenciación que establece con el término técnica (technik).

A su vez, el concepto de Gestell posibilita pensar el lugar que el psicoanálisis tiene entre estos discursos  cuyos efectos en el sujeto y en la subjetividad atraviesa casi todas las presentaciones clínicas actuales. Como señala Enrique Acuña en su artículo “Encantados. El psicoanálisis y la muerte de la magia por la técnica”(2), vivimos en una época signada por el desencanto del Otro del significante, elemento fundamental para que la operación de la magia tenga sus efectos a partir de la creencia en otro que pueda vehiculizar un sentido (de saber) diferente al sentido fijado por la técnica (y plasmado en la fórmula científica). Vaciar el sentido de la experiencia en pos del despliegue inagotable de objetos técnicos que comandan las relaciones sociales sería el efecto directo de la plena disponibilidad técnica. Siendo esta permanente disponibilidad uno de los rasgos fundamentales de la Gestell.

Vale destacar el lugar excepcional que tiene el pensamiento de Heidegger dentro de la filosofía, al ubicarse como el filósofo que rompe con la tradición metafísica al denunciar la indiferenciación entre el ser y el ente, olvidando la pregunta por el ser y derivando en su ocultamiento detrás de los entes, estableciéndose este último como el objeto de la filosofía casi desde sus orígenes. Esta particularidad de su pensamiento así como la preeminencia ontológica que le confiere al lenguaje, es lo que lo acerca al decir del psicoanálisis, de ahí que la “fraternidad en el decir” sea el modo en que Lacan definió su relación con el filósofo en su escrito El atolondradicho.

Technik (Técnica) vs. Gestell (Estructura de emplazamiento)

Según Rüdiger Safranski (autor de una de las principales biografías de Heidegger) el problema de los efectos de la técnica es uno de los temas centrales de su pensamiento a lo largo del llamado “segundo momento” de su obra, época en la que el filósofo alemán se dedica a indagar acerca de una nueva modalidad de habitar el lenguaje, tarea que se desprende del obstáculo que pone fin al “primer momento” de su trabajo filosófico: el encuentro con el límite del lenguaje para poder pensar al ser por fuera de las categorías aportadas por el pensamiento metafísico occidental. De allí que a partir de la década del ’30 comience a pensar sobre la esencia del ser en su diferentes modalidades de expresión tales como: la verdad, la cosa, el pensar o el habitar, a la luz de su vuelta al pensamiento de los filósofos presocráticos,  retorno que nos recuerda al realizado por Lacan hacia Freud en el inicio de su enseñanza.

Safranski señala que esta inquietud de Heidegger derivaba de un malestar generalizado en esa época, el cual se había instalado en diferentes campos de la cultura europea como efecto de los desarrollos de la física nuclear y de su máxima consumación con la bomba atómica.  Ejemplos de su manifestación en la cultura son las novelas Un mundo feliz de Aldous Huxley, el libro La perfección de la técnica del filósofo Friedrich Jünger o el textos del físico Werner Heisenberg.

En este contexto Martin Heidegger pronuncia el 11 de Noviembre de 1953  en una sala repleta de la Academia Bàvara de las Bellas Artes de Munich la conferencia titulada “La pregunta por la técnica”. La relevancia de la figura del pensador alemán se evidenció no sólo en la cantidad de participantes a sus clases sino en la relevancia de los presentes, principales intelectuales de la época: el ya citado Heisenberg, Ernst Jünger, Ortega y Gasset, entre otros. Incluso la potencia de su pensamiento tuvo resonancia ese mismo día en Paris, donde Lacan hacía la apertura a su seminario denominado Los escritos técnicos de Freud, seminario en el cual las referencias a Heidegger son explícitas (por ejemplo, cuando Lacan dialoga con Mannoni acerca de la represión primaria en tanto olvido del olvido).

La conferencia comienza situando una diferenciación que es central para el uso de la referencia dentro del psicoanálisis dado que permite romper el sentido tradicional que desde la jerga se le atribuye al término “técnica” y se la hace equivaler a ciencia o tecno-ciencia. Contra esto Heidegger sentencia: “la técnica no es lo mismo que la esencia de la técnica… la esencia de la técnica… no es nada técnico”(3). El aporte central que esta referencia de la filosofía tiene para el psicoanálisis se manifiesta en esta acepción más específica y originaria del término técnica, ya que es la que mejor describe la dinámica que el discurso capitalista tendrá según Lacan: el circuito infinito de empuje al goce producto de la cancelación de toda imposibilidad en el resabio de lazo social que este discurso logra degradar. Es decir, la clave para pensar el discurso capitalista no está en lo que tradicionalmente se denomina técnica y refiere a un desarrollo tecnológico en tanto medio para un fin del hombre (definición instrumental y antropológica de la técnica) sino en lo que es la modalidad en la que el ser se desoculta en la modernidad: la gestell o estructura de emplazamiento.

Para situar esta diferenciación entre técnica y gestell es necesario recordar el modo en que Heidegger define a la verdad: ya no como la tradición metafísica la definía en tanto adecuación entre el intelecto y la cosa, sino como el modo en el que el ser se desoculta en cada momento histórico y que posibilita la conexión entre la idea y la cosa. Este desocultamiento implica un ocultamiento correlativo, el cual es inherente al ser, dado que este es su estado originario, por ejemplo en Ser y tiempo dirá que el estado primario del ser del hombre (Dasein) será la inautenticidad producto de llegar a un mundo preformateado por un lenguaje impuesto e impersonal, de aquí que el modo de referirse a la esencia de la verdad sea la de “desocultarse en el retrotraerse”, la verdad se muestra ocultándose. Pensar a la verdad como articulación del par desocultamiento (aletheia) /ocultamiento (lethe) es, según Jorge Alemán, algo que Lacan captó muy nítidamente de Heidegger: “…que cada época no es otra cosa que una manera que toma el ser bajo nombres propios, y esa forma que toma es la huella de una represión”(4).

Peligro y salvación

A partir de esta concepción de la verdad, y luego de señalar que en la definición instrumental de la técnica no se encuentra su esencia Heidegger situará a esta última en el salir de lo oculto, en el desocultamiento del ser. Este “hacer salir de lo oculto” posibilita diferentes modalidades de “traer-ahí-adelante”, aparición o creación: la físis en tanto “traer-ahí-adelante por sí mismo” (lo ejemplifica con el brotar o la floración de las plantas) o la poiesis donde lo que trae-ahí-adelante es producto de un agente externo, creación que abarca tanto a la episteme (“el conocer es un hacer salir de lo oculto”(5)) como a la tekné (el fabricar artesanal que “saca de lo oculto algo que no se pro-duce a sí mismo y todavía no se halla ahí delante”(6)). Por lo tanto la esencia de la técnica está en el modo de hacer salir de lo oculto y ese modo se manifiesta en la técnica moderna como una “provocación que pone ante la Naturaleza la exigencia de suministrar energía que como tal pueda ser extraída y almacenada”(7). Esto implica que todo se desoculte, se interprete modernamente, como aquello funcional al Hombre, ahora sí como medios para la finalidad de asegurar una constante reserva de energías, donde ya no se respetan los ciclos de la naturaleza para que ella provea sus frutos sino que se la provoca permanentemente por medio de recursos tecnológicos (fertilizantes, por ejemplo) logrando el fin de una producción incesante. Todo lo que forma parte del planeta (incluso del espacio exterior) es emplazado como medio para ese fin sin límites que pareció posible en la época de post-guerra a partir del desarrollo atómico en tanto posibilidad de producir energía ilimitada. Dirá entonces que el aseguramiento y la dirección (provocación) son los rasgos fundamentales de la técnica moderna, manifestándose en acciones encadenadas en un ciclo infinito: “sacar a la luz, transformar, almacenar, distribuir, conmutar…”(8) .

Todos los entes se definen a partir del lugar que tienen dentro de esta estructura de emplazamiento así, por ejemplo, el aire pierde su relación con la naturaleza y se lo pasa a  concebir como aquello que mueve las aspas de un molino emplazado en un campo eólico que genera energía para… Incluso señala que el estatuto de “cosa” ha sido modificado por la gestell: en esta inmanente referencia a los fines del hombre, las cosas, en tanto objetos, dejaron de definirse como lo que se opone a los sujetos (una de las palabras alemanas para referirse a las cosas es gegenstand) y se las concibe sólo como existencias o lo disponible (Bestand) para el uso del hombre de modo permanente, como constante reserva. La Gestell es lo que lleva al hombre a concebir todo con este rasgo de inmediatez, la definirá como: “…aquella interpelación que provoca, que coliga al hombre a solicitar lo que sale de lo oculto como existencias (Bestände)…”(9).

Luego de definir este modo que la verdad adquiere con la técnica moderna señalará la asociación con las ciencias exactas, las cuales se constituyen en la actualidad como expresiones de la Gestell al emplazarse o requerirse por el hombre como recurso teórico para indagar a la Naturaleza sólo como “una trama de fuerzas calculable” por medio del recurso al experimento el cual funciona como constatación de ese estado de disponibilidad de la Naturaleza, impone a que esta “se anuncie como algo constatable por medio del cómputo y a que siga siendo solicitable como un sistema de informaciones”(10). De allí se desprende otra diferenciación entre la gestell y las ciencias exactas, donde la primera determina la esencia de la segunda pero, a su vez, esta posibilitó el surgimiento o develamiento histórico de la gestell. Jorge Alemán subrayará esta diferencia entre ciencia y técnica (en tanto gestell) señalando que antes que la ciencia sea “fagocitada” por esta tendencia ilimitada de la estructura de emplazamiento aquella se definía por su rasgo de especialización a partir de contar con un objeto de estudio específico que delimitaba su campo de intervención. En oposición a ello la gestell carece de sujeto epistemológico y de objeto de estudio, su finalidad es incluir a todos los campos de lo humano dentro de esta voluntad de usufructo sin límites. Esta pretensión de pensar todo lo humano únicamente bajo la lógica de la estructura de emplazamiento será el verdadero peligro de la técnica moderna, del cual habría que advertirse. Olvidar que hay otro modos en la verdad puede desocultarse es el peor de los destinos de la humanidad, relegando toda interpretación sólo a la relación causa-efecto y, correlativo a ello, sepultar todo resabio de lo que llamará “apertura al misterio”, actitud que le posibilitará al hombre mantenerse abierto al sentido oculto del mundo técnico y sustraerse del peligro que la técnica conlleva. Junto a esta “apertura al misterio” Heidegger propondrá la “Serenidad (Gelassenheit) para con las cosas” como actitudes para preservarse de caer en relación de servidumbre con los objetos técnicos sin por ello prescindir de su recurso:

“Podemos decir “sí” al inevitable uso de los objetos técnicos y podemos a la vez decirles “no” en la medida que nos rehusamos que nos requieran de modo tan exclusivo, que dobleguen, confundan y, finalmente, devasten nuestra esencia”(11)

Meditación del pensador alemán que vuelve a resonar en el campo del psicoanálisis al ser este una apuesta a desentrañar la relación que los sujetos sostienen con sus objetos de goce y así evitar caer de lleno en el circuito infinito que el discurso capitalista impone. Posibilidad de otra expresión de la famosa “fraternidad en el decir” entre Heidegger y Lacan.

Notas:

1-Enrique Acuña. “¿Qué razón después de Freud? Lacan y la filosofía.” Curso dictado en 1999 en la APLP.(Inédito).

2-Enrique Acuña. “Encantados. El psicoanálisis y la muerte de la magia por la técnica.” En Revista Analytica del sur nº5. www.analyticadelsur.com.ar

3- Martin Heidegger. “La pregunta por la técnica”. P. 9.

4- Jorge Alemán. Jacques Lacan y el debate posmoderno. P.31.

5- Martin Heidegger. “La pregunta por la técnica”. P. 14.

6Idem. P.14

7- Idem. P. 15.

8- Idem P. 17.

9- Idem. P. 19.

10- Idem. P. 22

11- M. Heidegger. Serenidad. P. 28

Bibliografía:

• Acuña Enrique: “Encantados. El psicoanálisis y la muerte de la Magia por la Técnica”. Revista Analytica del Sur Nº5. (en www.analyticadelsur.com.ar)

• Acuña, Enrique. “¿Qué razón después de Freud? Lacan y la filosofía. Curso dictado en la APLP. 1999. Inédito.

• Alemán, Jorge y Larriera, Sergio. : Desde Lacan: Heidegger. Textos reunidos. Ediciones Miguel Gómez. Madrid. 2009.

• Alemán, J.: Cuestiones antifilosóficas en Jacques Lacan. Editorial Atuel. Buenos Aires. 1993.

• Heidegger, Martin. Conferencias y artículos. Ediciones del Serbal. Barcelona. 2001.

• Heidegger, Martin. Ediciones del Serbal. Barcelona. 2001.

• Lacan, Jacques.: Del discurso psicoanalítico (Conferencia de Milán). Inédito.

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