Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 2 • Diciembre de 2014 •

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Entre palabras, silencios y restos: “K, relato de una búsqueda”

Lucíola Freitas de Macêdo

Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis, dirige la colección de Psicoanálisis Estudios Clínicos, por la Editora Scriptum/BH. Master en Filosofía y Doctor en Psicología por la Universidad Federal de Minas Gerais. Publicó Soante (Belo Horizonte: Scriptum, 2013) y Primo Levi, la escritura del trauma (Rio de Janeiro: Subversos, 2014).



Comencemos por los epígrafes, que son tres. El primero es recortado del Grande Sertão: Veredas, de Guimarães Rosa: “Conto ao senhor é o que sei e senhor não sabe; mas principal quero contar é o que não sei se sei, e pode ser que o senhor saiba” (1). El segundo, un pequeño fragmento de Terra sonâmbula de Mia Couto, ésta también una novela en abismo: “acendo a história, /me apago a mim. No fim destes escritos, serei/ de novo uma sombra sem voz” (2). Si los dos primeros, escritos por otros, parecen dirigidos a algún lugar dilacerado en sí mismo, el tercero, dirigido directamente al lector, es del propio autor: “Caro leitor: Tudo neste livro é invenção, mas quase tudo aconteceu” (3). Bernardo Kucinski declara desde los epígrafes, fragmentos de la cartografía de su duelo, hecha de palabras, silencios, y restos.

1974. Recrudecimiento de la represión a los “enemigos del sistema”. Una joven pareja, ella química, profesora de la USP; él físico, desaparecen sin dejar rastro. El señor K., padre de la joven tragada por el devorador de personas, y del autor del libro, es el protagonista que da unidad a la narrativa, dilacerado entre el amor paterno y los sentimientos de culpa, él fue un resistente judío en la Polonia natal y se consideraba salvo en el país que lo había acogido algunas décadas antes. Pero al partir en búsqueda de su hija, K. descubre rápidamente, que “más allá del mundo que se ve y que nos calma con sus buenos días buenas tardes… hay otro que no se deja ver… de obscenidades y villanías” (4). Es el mundo donde conviven los informantes: siempre solícitos, muy educados, pulidos… y sobre todo cruelmente extorsivos. Pero un “padre que busca a su hija desaparecida no tiene miedo de nada. Si al comienzo actúa con cautela no es por temor, sino, atónito, todavía tantea como un ciego el laberinto inesperado de la desaparición” (5), y “aunque cada historia de vida sea única, todo sobreviviente sufre en algún grado el mal de melancolía” y “sólo vive el presente por algún tiempo: vencido el espanto de haber sobrevivido, superada la tarea, retomada de la vida normal, resurgen con fuerza inaudita los demonios del pasado. ¿Por qué yo sobreviví y ellos no?” (6).

Bernardo Kucinski da inicio al testigo de su propia búsqueda a través de los rastros de la búsqueda de su padre, por la hija desaparecida. Al comienzo de todo, irrumpiendo en flashes, hay imágenes de las cartas a la destinataria inexistente, que de tiempo en tiempo, ininterrumpidamente, son entregados por el correo, para ofrecer a la desaparecida productos de última generación y prometedores beneficios económicos. Correos y bancos ignoran que la destinataria hace décadas, ya no existe. Pasará, aun, con su pena por los informantes, por los desamparados, y por los llamados desesperados, dentro y fuera del país, por una noticia, por una lápida. Por mensajes indirectos, cifrados y falsos. Por calles y nombres. Enfrentará la paradoja de las inmunidades, pero no llegará a otro lugar, al final, sino al mismo lugar del cual partió:

“Passadas quase quatro décadas, súbito, não mais que de repente, um telefonema a essa mesma casa, a esse mesmo filho meu que não conheceu sua tia sequestrada e assassinada; voz de mulher, apresenta-se, nome e sobrenome, moradora de Florianópolis. Diz que chegara havia pouco do Canadá, onde fora visitar parentes e que conversavam em português numa mesa de restaurante quando se aproximou uma senhora e se disse brasileira dando seu nome completo, o nome da tia desaparecida. A voz feminina deixou seu telefone, para contatos”(7).

Pasadas cuatro décadas, de nuevo y otra vez, y aún otra vez más, como en El proceso de Kafka, se vuelve al punto de partida. ¿Una llamada telefónica viniendo del sistema represivo, todavía articulado? Una voz anónima, otra pista falsa, esta vez, a lo que todo indica, como represalia al video producido por la TV Assembleia, en el ámbito de la Comisión de la Verdad del Estado de São Paulo, ampliamente divulgado en los medios, donde un artista de teatro habla por Ana Rosa Kucinski, dándole una voz (8).

Un poco de historia

Posibles articulaciones entre testimonio, trauma y escritura han venido a la luz desde la pos-guerra, bajo la égida de lo que se ha convenido llamar “Literatura de testimonio”, o aun, “literaturas de lo indecible”. En el ámbito de los estudios literarios, se explicitan múltiples tensiones y puntos de aproximación entre los testimonios producidos en el ámbito de la llamada literatura de “testimonio”, fruto de las narrativas resultantes de los regímenes de excepción instalados en la segunda mitad del siglo XX en América Latina, y aquel acuñado en el contexto de las narrativas de la Shoah. Mientras el primero estaría más cerca del testigo como testis, o sea, como “aquel que ve”, en que el testigo se aproxima a las paradojas de historiografía y de la escena jurídica del tribunal, tributarios del modelo positivista y de una concepción instrumental del lenguaje; en el segundo el testigo es superstes, aquel que vivió la experiencia, sobrevivió al acontecimiento extremo, y subsiste más allá de él a través del acto de dar testimonio. La segunda perspectiva trae para el centro del testimonio, no la primacía de la visión y de la prueba visual como índices de verdad, sino aquella de la escucha, del habla y del decir, apuntando, aun, para la inconmensurabilidad entre las palabras y la experiencia vivida (9).

Si en Europa, y en menor escala, en Estados Unidos, el psicoanálisis, la disciplina histórica, y la teoría literaria vienen desempeñando un papel central en cuanto al pensamiento movilizado en la producción del campo epistémico del testimonio, desde la pos-guerra, momento en que ha primado por la problematización de los límites de la representación y los recursos de la escritura; en América Latina el concepto de testimonio fue desarrollado en los países de lengua española solamente a partir del comienzo de los años sesenta. Desde el comienzo, fue pensado y formulado como práctica de la oralidad, en el camino de la tradición religiosa de la confesión, de la hagiografía, del testimonio bíblico y cristiano en el sentido de una presentación de “vidas ejemplares”; y, aun, en la tradición de la crónica, de la denuncia y del reportaje.

Es en ese contexto que la figura del desaparecido torna las manifestaciones de una política de la memoria muy dolorosas, una vez que se mina el trabajo de luto y de representación de la pérdida. Las culturas marcadas por una prevalencia de la tradición oral, tomadas por la colonización abrupta de la tecnología y por la omnipresencia de las imágenes, tienden a confundir la elaboración y subjetivación del trauma, con la exposición y el culto de la situación traumática en los medios, rápidamente informada y en seguida olvidada, lo cual en la mayoría de las veces expone y denuncia el goce del agresor y del agredido, sin que eso implique un proceso de elaboración del trauma. El rescate del patrimonio mnemónico y artístico brasilero, que a través de la música y de la poesía se obstinó en burlar la censura, acabó siendo destituido de su carga política inicial. La extinción de los vestigios y de las pruebas, la falsedad sistemática de las informaciones relacionadas a la desaparición de innumerables presos políticos en el contexto de la Dictadura Militar brasileña, podrán ser leídos, en la estera del negacionismo, como “una guerra silenciosa contra la memoria”.

Con Lacan, el trauma es el concepto que permitirá abordar aquello que de la experiencia es refractario a la representación. La experiencia traumática remitirá, irremediablemente, a aquello que no puede ser totalmente asimilado y transformado en narrativa, sea al modo “de la palabra muda” escrita en los cuerpos, que debe ser restituida a su significación lenguajera por un trabajo de reescritura, como vestigio o rastro que permiten reconstruir un proceso; sea al modo “de la palabra sorda” de una potencia sin nombre, marca directa de una verdad inflexible, que se imprime en la materialidad de la obra, para desarmar cualquier narrativa historiográfica bien compuesta, y a la cual es necesario darle una voz y un cuerpo (10).

¿Pero cómo testimoniar de la pura ruina y del revés de cualquier posibilidad de edificación, cuando nuestro discurso procede por intermedio de montajes? ¿Cómo tratar discursivamente el dato bruto, irrepresentable del trauma, cuando nuestro discurso se apoya en la tabla de las representaciones socialmente compartidas? ¿Cómo testimoniar de la ruptura sin porqué del trauma, sino a través de aquello que, en la lengua, fragmenta y silencia la continuidad del discurso representativo? (11).

“¿Es de sí mismo que habla el testigo?”(12)

La lectura de diferentes obras de autores, entre ellos Primo Levi, Aharon Appelfeld, Paul Celan y Jorge Semprún, pero también, más cercanos a nosotros geográfica e históricamente, Nohemí Jaffe, Michel Laub y Bernardo Kucisnki, en sus múltiples registros, del testimonio al ensayo, de la novela a la poesía, en viva interlocución con las contribuciones del psicoanálisis de orientación lacaniana, me permitieron el ejercicio de una lectura del testimonio del trauma y de algunas de sus posibles expresiones a partir de sus lugares de enunciación, a los cuales me propongo el ejercicio de articular a diferentes figuras del Otro:

1) Existen los testimonios en que la enunciación se da a partir del lugar del sujeto: en estos prevalecen (13) las narrativas que buscan explicar, demostrar, localizar o contornear el agujero del trauma por intermedio del recurso a la cadena significante. El sujeto dice de su lugar de objeto, del objeto que fue para el Otro, por intermedio del recurso a la articulación significante del inconsciente estructurado como un lenguaje. La figura que podrá prevalecer en esta vertiente del testimonio es aquella del Otro como “terraplén higienizado” del goce, “como terreno del cual se limpió el goce”, formalizado por Lacan en su Seminario De un Otro al otro (14).

2) Existen los testimonios que irrumpen afónicos, sincopados, del lugar de objeto eyectado del campo del Otro, del cual, en la jerga de los campos de concentración nazis, el llamado muselmann, es una figura emblemática:

Não somos nós, os sobreviventes, as autênticas testemunhas. Esta é uma noção incômoda, da qual tomei consciência pouco a pouco, lendo as memórias dos outros e relendo as minhas, muitos anos depois. Nós, sobreviventes, somos uma minoria anômala, além de exígua: somos aqueles que, por prevaricação, habilidade ou sorte, não tocamos o fundo. Quem o fez, quem fitou a górgona, não voltou para contar, ou voltou mudo (15).

A ese registro, pertenece el fragmento del poema-epígrafe de Mia Couto, ya citado en el inicio: “enciendo la historia /me apago. Al fin de estas escrituras, seré/ de nuevo una sombra sin voz”, donde irrumpen espectros de los desaparecidos, a quienes se siente convocado a prestar la propia voz. El poema, más apto que la prosa para captar ese exceso sincopado, podrá irrumpir algo disruptivo e inexplicable, lleno de extrañeza y de dolor. En esa vertiente del testimonio, prevalecerá la figura del Otro absoluto, aquel que hace enmudecer.

3) Pero justo desde ese lugar, en el cual se lee la inminencia intolerable del goce, y sobre el que Lacan recurriera al célebre grabado de Munch, El grito, es posible operar una torsión, extrayendo una tercer vía, y otra modalidad de testimonio, donde prevalecerá la figura del Otro como trauma. Veamos lo que Lacan agrega a nuestra discusión: “Demonstrei que nada é mais convincente ao valor expressivo desse grito, do que o fato de ele se situar numa paisagem calma (…) é essencial que, da boca retorcida do ser feminino em primeiro plano, que representa esse grito, não saia nada senão o silêncio absoluto. É no próprio silêncio no qual se centra esse grito, que surge a presença do mais próximo… Será que esse próximo que chamei de Outro, é o que me serve para fazer funcionar a presença da articulação significante do inconsciente? Certamente não. O próximo é a iminência intolerável do gozo. O Outro é apenas sua terraplanagem higienizada”. (16)

Del fondo de este silencio absoluto, por medio de la boca retorcida del ser femenino, irá a irrumpir el murmullo; que en el acogimiento poético del significante podrá hacer la lengua encadenarse nuevamente en una construcción fantasmática; a producir un encuadre que acoja el elemento pulsional contingente por medio de una narrativa; que incidiendo sobre el exceso sincopado y mortificante, podrá propiciar el poco de realidad que permita vivir.

4) Es en el registro de un testimonio acuñado a partir del lugar de objeto, pero no en su lugar, por medio de una torsión – sea por el asentimiento de lo lacunar, al “no hay”; sea a partir de un montaje sinthomático del cual el testimonio podrá venir a ser la materia viva y, a veces, vibrante – que existe la chance de que el Otro venga a funcionar, en alguna medida, desinvestido de su vertiente-trauma, y reinvestido, cada vez, de su vertiente-marca, aparejándose al sínthoma en su vertiente de incurable. Y de esta manera, se tiene la chance de constituir, como bien dijo Ana Lúcia Lutterbach Holck (17), como una especia de usina, de la cual sea posible, eventualmente, extraer alguna satisfacción de las palabras, de los silencios y de los restos, a partir de la frágil materia de que son hechas las invenciones hilvanadas por lo incurable. O todavía, alguna centella de vida en medio a la tierra arrasada, sea destello o murmullo entre los restos de los cuales podrá forjarse un significante nuevo, una “palabra-luciérnaga” (18), “discreta, pasante, trémula”, cuando las palabras parecen prisioneras de una situación sin salida.

Ocurre, eventualmente, que las palabras más sombrías, portadoras de “cebrada de obscuridad”, aquellas impronunciables, que jamás tornarán su objeto claramente visible o articulable, no sean las palabras del desaparecimiento absoluto, sino aquellas del “vivir a pesar de todo”; que entre las brechas del deseo del narrador, podrán testimoniar de una experiencia que, por más insoportable que parezca, tenga la oportunidad de relucir como un destello para algún otro, cuando ocurre de encontrar la “justa” forma de una narración y de su transmisión (19).

 

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Texto extraído de la revista Conceptual –Estudios de Psicoanálisis- Nº 15, Ediciones El Ruiseñor del Plata -Asociación de Psicoanálisis de La Plata, Octubre 2014. Por acuerdo editorial con la revista Conceptual –Estudios de Psicoanálisis

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Traducción del portugués al castellano: Victoria Carmín Musachi

 Revisión y versión final: Blanca Musachi y Lucíola Macêdo.

Notas:

(1) – Kucinski: K. Relato de uma busca, p.5. [“Le cuento a usted lo que sé y usted no sabe; pero lo principal que quiero contar es lo que no sé si lo sé, y puede ser que usted lo sepa”.]

(2) – Kucinski: K: Relato de uma busca, p.5 [“enciendo la historia, /me apago. Al final de estos escritos, seré/de nuevo una sombra sin voz”.]

(3) – Kucinski: K: Relato de uma busca, p.8. [“Todo en este libro es invención, pero casi todo ocurrió”.]

(4) – Kucinski: K. Relato de uma busca, p.29.

(5) – Kucinski: K. Relato de uma busca, p.88.

(6) – Kucinski: K. Relato de uma busca, p.166.

(7) – Kucinski, K. Relato de uma busca, p.181-182. [Pasadas casi cuatro décadas, súbitamente, una llamada telefónica a esa misma casa, a ese mismo hijo mío que no conoció a su tía secuestrada y asesinada; voz de mujer, se presenta, nombre y apellido, habitante de Florianópolis. Dice que había llegado hacia poco de Canadá, donde había ido a visitar parientes y que conversaban en portugués en una mesa de restaurant cuando se acercó una señora y se dijo brasileña dando su nombre completo, el nombre de la tía desaparecida. La voz femenina dejó su teléfono, para contactos.]

(8) – http://www.youtube.com/watch?v=K4si7aWmBbY

(9) – Seligmann-Silva. Testemunho e a política da memória: o tempo das catástrofes. In: Projeto História. São Paulo, n.30, p.71-98, 2005.

(10) – Rancière. O inconsciente estético. São Paulo: Editora 34, 2009. p.41.

(11) – Teixeira. A escrita do trauma ou o testemunho do sem porque. In: Macêdo, Primo Levi, a escrita do trauma. Rio de Janeiro: Subversos, 2014, p.23-28.

(12) – Barros, É isto uma coisa? In: Macêdo, Primo Levi, a escrita do trauma. Rio de Janeiro: Subversos, 2014, p.13-20.

(13) – Vale resaltar que de ningún modo se propone una clasificación estanca de autores y obras a partir de uno de los lugares de enunciación mencionados, por eso el término utilizado para situarlos fue el de la ‘prevalência’. Se observó que entre los autores y obras testimoniales hay, en la mayor parte, una alternancia entre diferentes lugares de enunciación.

(14) – Lacan. O seminário, livro 18: de um Outro ao outro. Rio de Janeiro: Zahar, 2008, p.219.

(15) – Levi. Os afogados e os sobreviventes. São Paulo: Paz e terra, 2004, p.72. [No somos nosotros, los sobrevivientes, los auténticos testigos. Esta es una noción incomoda, de cual adquirí consciencia de a poco, leyendo las memorias de los otros y releyendo las mías, muchos años después. Nosotros, sobrevivientes, somos una minoría anómala, además de exigua: somos aquellos que, por prevaricación, habilidad o suerte, no tocamos fondo. Quien lo hizo, quien miró a la Gorgona no volvió para contarlo, o volvió mudo.]

(16) – Lacan. O seminário, livro 18: de um Outro ao outro. Rio de Janeiro: Zahar, 2008, p.219. [Demostré que nada es más convincente del valor expresivo de ese grito, que el hecho de situarse en un paisaje calmo (…) es esencial que, de la boca torcida del ser femenino en primer plano, que representa ese grito, no salga nada sino el silencio absoluto. Es en el propio silencio en que se centra ese grito, que surge la presencia del mas próximo… ¿Será que ese próximo que llamé de Otro, es lo que me sirve para hacer funcionar la presencia de la articulación significante del goce inconsciente? Ciertamente no. El próximo es la inminencia intolerable del goce. El Otro es apenas su terraplen higienizado.]

(17) – Holck. Ao pé da letra: leitura e escritura na clínica psicanalítica. Rio de Janeiro: Subversos, 2014, p.39.

(18) – Didi-Huberman. Sobrevivência dos vaga-lumes. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2011, p.130 e p.11.

(19) – Didi-Huberman. Sobrevivência dos vaga-lumes. Belo Horizonte: Editora UFMG, 2011, p.131-135.

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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