Algunas reflexiones sobre el delirio de la libertad
Miembro de la Red de Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas (AAPP). Presidenta de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM). Docente del Instituto Sigmund Freud (ISF).
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“El psicoanálisis nunca se coloca en el plano del discurso de la libertad,
aunque este esté siempre presente, sea constante en el interior de cada quien,
con sus contradicciones y sus discordancias, personal a la vez que común,
y siempre, imperceptiblemente o no, delirante.”
J. Lacan, Seminario 3: Las Psicosis
Ilustración: Sara Bosoer, IG: @srbsr_aoe
Las líneas que se presentan a continuación son efecto de una investigación en curso en el módulo de investigación Actualidad de la Clínica: respuestas a lo contemporáneo de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones. Orientadas por el responsable del mismo, Christian Gómez, las hipótesis que aquí se desarrollan presentan algunos problemas a la álgida discusión actual sobre la idea de libertad y sus complejos avatares.
Extravíos de la libertad
Extravíos de la libertad es el título del libro del historiador y latinista francés Pierre Grimal, publicado en el año 1990, por el que comenzamos en este módulo a introducirnos a esta discusión, un modo de rastrear en la historia de Occidente las contradicciones que este término no ha cesado nunca de acarrear.
El autor comienza con un provocador epígrafe: “Cuando mediante el señuelo de la libertad, se ha logrado seducir a las muchedumbres, éstas son arrastradas a ciegas apenas oyen tan sólo su nombre”. Se trata de una cita al clérigo y filósofo francés Jacques-Bénigne Bossuet. Su posición es, de entrada, enunciada: la palabra libertad es una de las más oscuras que existen, a la vez que como palabra es de las más conmovedoras y peligrosas.
Grimal refiere que en el sentido común la libertad se asocia a cierta fuente de espontaneidad y vida, como incluso la manifestación misma de la vida, revelándose en la experiencia como algo inseparable de la muerte. Sin embargo, ninguna forma de vida es espontaneidad pura. Desde muy temprano, señala Grimal, se nos impone la sensación de los límites que nos cierran por todas partes, no obstante, esos límites son al mismo tiempo las razones que tenemos para obrar y afirmar nuestra libertad. Sólo habría libertad absoluta en una soledad absoluta y, finalmente, en la muerte.
Estudia, entonces, la libertad en las sociedades antiguas, específicamente la griega y la romana, para dar cuenta de su articulación a la idea de ciudadano, como aquél que no es un esclavo. Esta libertad queda no sólo circunscrita a las libertades fundamentales o políticas sino también a las de ser: el respeto por las personas, de su seguridad, el derecho a la propiedad, a la familia y su perpetuación. Esto no deja de acarrear limitaciones. Dichas libertades eran independientes del régimen político en vigor, monarquía, oligarquía, democracia o tiranía, pero no dejaban de estar vinculadas con la condición social de las personas y con su definición negativa: no ser uno esclavo. Es decir, no es para todos.
Los ciudadanos, los “hombres libres”, pueden participar o no en el gobierno de la ciudad. No por ello eran menos libres, y sólo “en virtud de una metáfora abusiva habrá de decirse que los súbditos de un rey son sus esclavos” (p. 13). La tiranía en sentido moderno, prosigue, sólo comienza a partir del momento en que el rey intenta violentar las conciencias. La antigüedad ha mostrado intentos de esa índole, siendo los poetas trágicos griegos sensibles a este problema, tal como lo es la obra Antígona de Sófocles. Los poetas reivindican el derecho a rebelarse cuando entran en conflicto dos morales, pero no es un derecho que oponga una persona a otra, sino que la persona se borra y cede el lugar a la norma abstracta. Es decir, lo que hace Antígona no es para glorificarse ella misma sino para obedecer a los dioses. Hay, entonces, una libertad en la obediencia, siempre que esta sea razonada. El hombre griego que obedece al oráculo lo hace interrogándose sobre lo que el dios quiso decir. Es a las conciencias a las que les corresponde elegir. La democracia de Atenas no gustaba demasiado de la libertad del espíritu, el pensamiento no debía superar ciertos límites, ni intentar explicar el universo sin referencia mítica a las divinidades. Así, desde los poemas homéricos los héroes están sometidos a un destino, cada mortal tiene su moira, su suerte que lo espera y de la que no se escapa. Ulises, sitúa Grimal, es la historia del enfrentamiento del héroe con las fuerzas que ejercen coacción sobre él.
El vocablo libertad se encuentra en todas partes en el mundo antiguo, libertas en Roma, ἐλευθερία en Grecia. Esta complejidad de la libertad en las sociedades y espíritus antiguos, y el contenido diferente en cada siglo, dista mucho de la aplicación que los modernos hicieron de él. Explica que cuando los revolucionarios de 1789 invocaban los combates sostenidos en Roma ‘por la libertad’ – la expulsión de los reyes o el asesinato de César -, lo hacían ateniéndose a una lectura sumaria de los textos antiguos. Pero la historia, refiere, es complaciente con las ideologías y permite alimentar las pasiones.
Un delirio moderno
“Vivimos en una sociedad donde no está reconocida la esclavitud. Para la mirada de todo sociólogo o filósofo, es claro que no por ello está abolida. Incluso es objeto de reivindicaciones bastante notorias. Está claro también, que si la servidumbre no está abolida, se puede decir que está generalizada. (…) Así, la duplicidad amo-esclavo está generalizada en el interior de cada participante de nuestra sociedad” (Lacan, 1956-1957 p.190-191).
Nada nuevo bajo el sol respecto a aquél panorama que Lacan situaba en su Seminario 3: Las Psicosis, a mediados de los años ‘50. Es más, es aún más notable su recrudecimiento y proliferación. Esa servidumbre intrínseca de la conciencia desdichada debe relacionarse, sitúa, con el surgimiento del discurso del “mensaje de fraternidad”; tras la servidumbre generalizada hay un mensaje secreto de liberación, que subsiste en estado reprimido.
Distingue ese discurso de lo que llama un “discurso patente de la libertad”: “Hace algún tiempo se cayó en cuenta de una discordia entre el hecho puro y simple de la revuelta y la eficacia transformadora de la acción social. Diré incluso que toda la revolución moderna se instituyó en base a esta distinción, y a la noción de que el discurso de la libertad era, por definición, no sólo ineficaz, sino profundamente alienado en relación a su meta y a su objeto” (p. 191) Esto implica que, en verdad, lo que se vincula con el discurso de la libertad es enemigo de todo progreso en el sentido de la libertad, tal como lo que tiende a animar algún movimiento continuo en la sociedad. Hay una imposibilidad de actuar en nombre de la libertad.
En cambio, dicho discurso se articula en el fondo de cada quien representando un derecho del individuo a la autonomía. Una independencia respecto a todo amo y todo dios. Esto lo vuelve un discurso delirante, un discurso íntimo, personal y que para nada coincide en algún punto con el discurso del vecino, es decir, con lo que ese otro semejante entiende por tal significante, ni con su conducta.
Un psicoanálisis se atiene a un discurso diferente, no al del yo y sus bienes inalienables, sino a lo que se le escapa al yo. Ese Otro ajeno (pero íntimo a la vez) que habla en el seno de cada uno de los que se presenta como un individuo autónomo. El psicoanálisis nunca se coloca en el plano del discurso de la libertad, tan íntimo al yo y su estructura siempre delirante, sino que pone la mira en el efecto del discurso en el interior del sujeto, en otro lugar. Freud en 1917, en “Una dificultad del psicoanálisis” ya refería que el hombre se siente soberano en su propia alma cuando en realidad “no es amo en su propia casa”, es decir, sólo padece sin dominio los efectos de la Otra escena que lo habita.
Libertad o muerte
En 1964, en el Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis Lacan formula las dos operaciones fundamentales de la causación del sujeto: alienación y separación. El sujeto nunca es causa de sí mismo, se produce en el lugar del Otro y congela al sujeto en un vel alienante. Con alusiones hegelianas, refiere: “alienación por la que el hombre emprende el camino hacia la esclavitud. ¡La libertad o la vida!. Si elige la libertad, ¡pum! pierde ambas inmediatamente si elige la vida, tiene una vida amputada de la libertad”. Ese o, no es caprichoso, está en el modo de mismo de concebir el lenguaje por la lingüística.
Lacan hace entrar lo que llama el factor letal: ¡libertad o muerte!, que produce un efecto de estructura un poco diferente porque en ambos casos, tengo a las dos. Dice, entonces: “Como es sabido, la libertad, a fin de cuentas, es como la famosa libertad de trabajo por la que luchó, según dicen, la Revolución francesa -puede ser también la libertad de morirse de hambre, y precisamente a eso condujo en el siglo XIX. Por ello, luego, hubo necesidad de revisar ciertos principios.” Si eligen la libertad, entonces, es la libertad de morir. La única prueba de libertad puede darse al elegir la muerte, lo que demuestra que no se tiene la libertad de elegir.
Acto seguido, localiza una segunda operación tan importante como la primera, la separación, esta operación lleva a su término la circularidad de la relación del sujeto con el Otro. Mientras que el primer tiempo se basa en la sub-estructura de la reunión, el segundo se basa en la sub-estructura denominada intersección o producto. La separación reenvía a lo que falta en el Otro de la cadena significante, cuyo sujeto es simple efecto. Reenvía a un Otro barrado, implica el lugar vacío entre dos significantes que sólo puede ser ocupado por un objeto.
¿Qué libertad para el psicoanálisis?
La libertad si la hubiera para el psicoanálisis estaría más cerca de la relación del sujeto a esa pérdida, constitutiva, a ese vacío estructural que lo causa. Christian Gómez reseña la Conferencia: “Si hubiera libertad, ¿para qué?” de Leticia García en la Asociación de Psicoanálisis de Misiones en el marco del Seminario Anual 2024 – ¿Es libre la asociación libre? La suerte de un análisis, allí expone que interesa en este debate el problema del consentimiento del sujeto a una causa a partir de la cual será llevado a tomar posición.
El cuestionamiento de la libertad en este Seminario 11, va de la mano del determinismo inconsciente. Por ello resulta falso decir, refiere, que el significante en el inconsciente está abierto a todos los sentidos. Constituye al sujeto en su libertad con respecto a todos los sentidos, pero no quiere decir que no esté ahí determinado. Ahora, frente al vel alienante, en el objeto a está el pequeño margen que sitúa un borde más allá del determinismo, por donde se inscribe también la falta en el Otro.
Enrique Acuña en “La otra apuesta y el nuevo azar” refiere que ese elemento irreductible a los signos es un hueso duro (x), cómo la freudiana «roca viva» de la castración, frente a la cual el sujeto toma posición. Lo vivo en lo duro es una metáfora del no-todo, de la castración que implica la paradoja que para-todos hay un vacío. Verán, no se trata en el psicoanálisis del destino inevitable (moiras) como límite a la libertad ni del yo y su delirio de libertad, sino del consentimiento a que existe una causa, vacía del sentido común, que obliga a otra apuesta, una realización misma del inconsciente sostenido por un deseo.
Bibliografía:
– Acuña Enrique. “La otra apuesta y el nuevo azar. Trauma y sexuación”. Abril, 2021. Recuperado de: https://seminarioenriqueacuna.wordpress.com/2021/04/19/la-otra-apuesta-y-el-nuevo-azar-trauma-y-sexuacion-por-enrique-acuna/
– Freud, Sigmund. “Una dificultad del Psicoanálisis” (1917). En Obras Completas, vol. XVII, Buenos Aires, Amorrortu, 1991.
– Gómez, Christian. Reseña: “Si hubiera libertad, ¿para qué?” Conferencia dictada por Leticia García. En Nombres del Psicoanálisis en Movimiento. Edición Virtual. Número 28, Julio 2024. Recuperado de: https://www.apmisf.com.ar/index.html
– Grimal, Pierre. Los extravíos de la libertad. Gedisa, 1998.
– Lacan, Jacques. Seminario 3. Las psicosis. (1955-1956) Paidós, 1984.
– Lacan, Jacques. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales (1964) Paidós, 1992