Pessoa y sus n(h)ombres
Lic. en Psicología, miembro de la Red AAPP (Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas).
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Lo desconocido que uno lleva en sí mismo: escribir,
eso es lo que se consigue.
Eso o nada.
Margarite Duras
Fernando Pessoa (1888-1935) considerado uno de los escritores más destacados y representativos de la literatura portuguesa, es introducido por Enrique Acuña en su seminario clínico “Ex-sistencia del inconsciente -identidad, identificación, vacío-” con el fin de analizar la operación de lenguaje que realiza el escritor, mediante un complejo y fascinante procedimiento literario que él mismo bautizó como heteronimia. Seguiremos la indicación de Lacan en su “Homenaje a Margarite Duras”, donde plantea que el artista precede al analista, le abre el camino anticipándole los procedimientos del inconsciente.
La singularidad fundamental de Pessoa radica en la invención de sus heterónimos, autores fuera de su persona, como a él le gustaba decir para indicar que sus creaciones -Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos- no son expresión de la identidad literaria que él reconoce como suya. Tampoco son seudónimos, no son Pessoa disfrazado de otro para ocultarse en un nombre o una firma con la intención de escamotear su identidad. Implican la creación de otro autor, con vida propia aunque ficticia, dotado cada uno de ellos de una biografía con influencias, amistades y divergencia de criterios. “…en todo esto me parece que fui yo, creador de todo, lo que menos hubo allí. Parece que todo sucedió independientemente de mi”. (1) Al respecto le escribe a su amigo Adolfo Casais Monteiro que estos fenómenos “hacen explosión hacia adentro y los vivo yo a solas conmigo”. Los heterónimos componen una comunidad de sujetos que, existen por la poesía y la prosa que escriben pero que, tienen vida por fuera de las obras que firman. Ortónimas son la poesía y la prosa que Fernando Pessoa escribe y firma con su nombre civil, como “Pessoa-él mismo”.
Desde niño, Pessoa tuvo la tendencia a crear en torno suyo un mundo ficticio, rodeándose de amigos que existían sólo en su imaginación. Chevalier de Pas (fonéticamente produce un juego de sentido entre “hijastro” –del francés antiguo-: chevallier de pas y “hombre de paso”: chevalier de pass ) fue su primer conocido de la infancia, por intermedio del cual se escribía cartas a sí mismo. Esta tendencia a crearse otro mundo persistió hasta su muerte.
Su prolífica imaginación le permitió inventar una multitud de personajes, pero no todos alcanzaron la categoría de heterónimos. Para ser uno de ellos era necesario, además de crearle una biografía, asignarle un “estilo de vida” que determinó en cada uno una cosmovisión del mundo. El estilo es una escritura, de modo que se escribe como se vive.
Toda la disciplina mental posible le fue dada al médico Ricardo Reis. Latinista por formación y semi-helenista por devoción. Amante de las monarquías. Expatriado espontáneamente a Brasil en 1919.
Alberto Caeiro, pastor y poeta de la naturaleza, nació un día en el que Pessoa se acercó a una cómoda alta y, de pie, escribió en una “especie de éxtasis” treinta y tantos poemas al hilo. El disparador le fue dado cuando escribió el título “El Guardador de Rebaños”. “…había aparecido en mí mi maestro” cuenta a Casais Monteiro.
En oposición a Ricardo Reis, sobre todo por su estilo poético, un 15 de octubre nace en Tavira, Álvaro de Campos. Ese día escribe un bellísimo poema llamado “Cumpleaños”. Campos se muda a Glasgow para estudiar ingeniería naval. Estaba interesado por las vanguardias europeas y por la renovación del lenguaje poético. En unas vacaciones viajó a Oriente, y posteriormente escribió “Opiario”, su obra más importante.
Antes de que el trío Reis-Caeiro-Campos existiera, en un bodegón frecuentado por el lusitano, conoce a Bernardo Soares, considerado por el mismo Pessoa su semi-heterónimo por ser el más cercano a su biografía. No es una réplica de Pessoa sino una mutilación del mismo, por estar privado de ciertos rasgos. “Soares soy yo menos el razonamiento y la afectividad. Su prosa aparece siempre que estoy cansado o soñoliento, cuando están en mi suspendida las cualidades del razonamiento y la inhibición. Su prosa es un constante devaneo”(2). En la Rua dos Douradores, Soares trabajaba como tenedor de libros en una oficina contable y también vivía en un modesto piso alquilado, escribiendo en sus horas libres. El arte y la vida en la misma calle.
El procedimiento de la heteronimia le permite crear una comunidad literaria, se inventa sus pares. Los poetas se vinculan, hacen lazo, se leen, se critican, se citan. También les da una jerarquía. Álvaro de campos, después de leer la poesía “El marinero” escrita por Pessoa-él mismo, publicada en la revista literaria Orpheu, lo llama “mi poetastro”, le reconoce una paternidad literaria. Cuando Pessoa habla del nacimiento de Alberto Caeiro, ese día que nombra como el día triunfal de su vida, escribe “había aparecido en mí mi maestro”. Se inventa un precursor en el sentido de “Kafka y los precursores” de Borges. Es Pessoa quien se apropia de Caeiro y se hace “apadrinar” por él. Finalmente, Caeiro ocupa el lugar de maestro de todos, el que resguarda al rebaño.
Genio -para sí mismo- soñándose
Lector de Freud y de grandes volúmenes psiquiátricos, en sus Escritos sobre “Genio y Locura”, Pessoa combina su saber literario con el saber científico de la psiquiatría de su época, para contestarse si lo suyo es genio o locura.
Sostiene que el genio del artista no se deja invadir -como el loco- por la asociación desbordante de sus ideas, sino que les da un cauce distinto.
La inspiración poética del genio, aunque es siempre un delirio, es un delirio equilibrado. Su locura es una “folie lucide” (locura lúcida), ya que la lucidez es lo propio del genio.
Álvaro de Campos escribe en su poema “Tabaquería”:
“¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se conciben en sueño genios como yo,
Y la historia no marcará ¿quién sabe? a ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay locos de remate con tantas certezas!
¿Yo que no estoy seguro de nada, soy más o menos cuerdo? “(3)
Para Pessoa, el genio tiene siempre algo de loco, en tanto todo arte supone cierta anomalía. Según él, ningún hombre ordinario o normal es poeta.
Poco antes de romper con Ofelia Queiroz, una joven de 19 años con la que tuvo una relación fugaz, interrumpida por sus extravagancias literarias (por ejemplo, le escribía cartas y las firmaba como Álvaro de Campos), le escribe: “toda mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala, lo que sea, lo que pueda ser. Todos (…) tienen que convencerse de que soy así, de que exigirme sentimientos de un hombre común y corriente es como exigirme que sea rubio y con los ojos azules”. (4)
Bernardo Soares, navegante del sueño, confundido con la idea de que sueña cuando vive y de que vive cuando sueña, siempre exiliado de sí mismo, escribe: “Fui genio más que en los sueños y menos que en la vida. Esta es mi tragedia” (Fragmento 290).
Fuera de su persona
“Me vivo estéticamente en otro”
Pessoa (fragmento 114)
Detrás de las máscaras involuntarias del poeta, Pessoa es esencialmente un dramaturgo. El fenómeno de su despersonalización, conduce a un diálogo de varias voces, sostenido entre sí por los heterónimos, cuyo género se inscribe en lo que él mismo llamó: “Un drama en gente”.
Esclavo de la multiplicidad de sí mismo, como si una persona supuesta pudiese tener sentimientos con más propiedad que el mismo autor, define a la heteronimia como “el autor fuera de su persona”. Lo que en portugués se escribe: “fora de sua pessoa”.
Teniendo en cuenta la doble vía de la palabra, los distintos sentidos que una palabra puede tener, Pessoa presta su apellido que, en portugués, significa persona. ¿Es posible que no advirtiera el efecto fonético y semántico de su afirmación?: “fora de sua Pessoa”, no lo sabemos. Pero está claro que -consciente o inconsciente- este ha sido un vector decisivo en su invento heteronímico.
“El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente,
Que llega a fingir que es dolor,
El dolor que en verdad siente”. (5)
Si finge sentir el dolor que de verdad siente, en esa ficción adopta la posición de otro (a), y así, significante mediante, convalida la existencia simbólica del Otro (A). Lo que logra es despersonalizar la sensación íntima del dolor – mediante la invención poética-, “fuera de sua Pessoa”.
El procedimiento de la heteronimia le permite el pasaje del otro (a) al Otro (A), señalando al sujeto tal como lo entiende el psicoanálisis.
Múltiples n(h)ombres
Tras la muerte de Pessoa en 1935, se encontró un baúl con sus originales inéditos. El único libro que publicó en vida fue “Mensaje” en 1934, además de algunas poesías y fragmentos en revistas literarias.
El Libro del Desasosiego, cuyo narrador es Bernardo Soares, nunca existió, por eso es un no-libro dentro de una no-biblioteca, un baúl dentro del baúl, está hecho de fragmentos siempre con la intención de ser revisados, tarea que Pessoa nunca realizó.
Las cercanías biográficas con Bernardo Soares, considerado un escritor que “no finge”, en contraposición a los heterónimos, nos permiten pensar la posición de Pessoa en el lenguaje, sus mecanismos de funcionamiento con la lengua.
El tenedor de libros escribe “Narro con indiferencia mi autobiografía sin hechos, mi historia sin vida. Son mis confesiones y, si en ellas nada digo, es porque en ellas nada tengo que decir” (fragmento 12). Soares llama a este libro sus confesiones, pero ¿qué confiesa? “Soy en gran parte, la misma prosa que escribo” (fragmento 193).
Dice: “Mi patria es la lengua portuguesa” (fragmento 259), esto significa que su lengua de origen, su lengua madre es su territorio pero, ¿qué quiere decir lengua para Pessoa? El mismo Soares responde: “Yo no escribo en portugués. Escribo en yo mismo” (fragmento 443). Acaso este “escribo en yo mismo” ¿no es otra cosa que un modo especial de producción de sentido?, un artificio, su artificio, un procedimiento siempre plural que define la singularidad fundamental de este escritor, mediante el cual el personaje se hace nombre.
Nombrarse con heterónimos, dice Enrique Acuña, es el mecanismo que utiliza Pessoa para fabricar un sujeto nuevo. Partiendo de un personaje imaginario construye nombres simbólicos, produce un acto de nominación que define la creación de un sujeto que deviene del espacio interior y así bordea un vacío. El espacio interior es el borde de ese vacío.
El mismo Bernardo Soares parece estar de acuerdo: “(…) será imprescindible reducir el espíritu a una especie de materia real con una suerte de espacio donde exista. (…) un espacio tan real en nosotros como el espacio donde están las cosas materiales y que, por lo demás, es irreal como cosa. No sé ni siquiera si este espacio interior no será apenas una nueva dimensión del otro” (fragmento 76) .
Entonces, no se trata de hacerse un nombre -o un ego- como en Joyce, que es nombrado por su obra, el nombre propio es su obra misma. Hacerse un nombre es diferente de inventarse n(h)ombres, muchos nombres en términos de heteronimia. Se trata de una operación inversa a la de Joyce. A Pessoa la obra no lo nombra. La escritura del nombre genera un espacio interior y el lugar consagrado a la heteronimia es, como él mismo lo dice, una nueva dimensión del otro.
“Soy dos, y entre ellos la distancia” (Fragmento 10).
Notas:
(1) //ensayopessoablogsport, Carta a Adolfo Casais Monteiro, 13 de enero de 1935. –
(2), Idem.
(3), Fernando Pessoa , Ficciones del Interludio, Editorial Emecé, Buenos Aires,2004. Página 349
(4), Antonio Giménez Barca, Todas la Cartas de Amor de Fernando Pessoa a Ofelia, en El País, 16/7/2012.
(5), Fernando Pessoa, Autopsicografía, Nova Aguilar, Río de Janeiro 1990, Página 164.
Fernando Pessoa como Bernardo Soares, El libro del Desasosiego, Editorial Emecé, Buenos Aires, 2015.
– Fragmento 114, página 140
– Fragmento 193, página 201
– Fragmento 443, página 391
– Fragmento 76, página 109
– Fragmento 10, página 56.
Bibliografía:
•Fernando Pessoa, Antología Esencial. Need, Negocios Editoriales S.R.I., Buenos Aires 1999.
•Fernando Pessoa, Escritos sobre genio y locura, Editorial Acantilado
•Enrique Acuña, Notas del Seminario Ex-sistencia del Inconsciente -identidad, identificación, vacío-. 2018.
•Enrique Acuña, Resonancia y silencio: psicoanálisis y otras poéticas, Edulp, 2009
•Jaques Lacan, Otros Escritos, Editorial Paidós, buenos Aires 2014