Sobre «El psicoanálisis y los debates culturales»
Profesora en Letras de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), investigadora en literatura, filología y Bellas Artes, autora del artículo “Macedonio Fernandez: Performances, Artefactos e Instalaciones” en Vanguardias en Argentina (1920-1945). Universidad de Hamburgo. Alem. Dieter Reihardt, 2001.
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El psicoanálisis y los debates culturales -ejemplos argentinos-, de Germán García
Con Germán García tenemos una antigua conversación, intermitente, públicamente tengo que decir que siempre ha sido un amigo tan generoso en cuanto a estimular, a conversar, a acompañar los proyectos intelectuales. Esto no aparece en el curriculum y sin embargo, es lo que humanamente permite crecer, permite que también otros puedan opinar.
Este libro que vamos a presentar creo que desde el título muestra las pasiones en continuidad del trabajo intelectual de Germán. Por un lado el campo disciplinar del psicoanálisis con su larga trayectoria y sus diferentes aportes, y por otro lado, el cruce perpetuo con los discursos literarios. Es decir que a Germán le interesa la literatura tanto como un lector crítico y a su vez como escritor de ficción, de ensayos, etc.
En cuanto a la otra parte del título -los debates-, también siempre lo he conocido puesto en debate, o sea involucrado en los debates culturales. Yo diría que este libro muestra al gran agitador, conversador, hacedor. Germán siempre está participando activamente de la vida cultural argentina y de otros espacios culturales, entonces siempre lo encontraremos en equipos de trabajo, dictando conferencias, escribiendo artículos, propiciando y dirigiendo revistas, animando a los grupos. Los debates culturales también dan una pista de su trabajo intelectual absolutamente destacable. Desde otro punto de vista, vemos que también hay un debatirse en sus propios conflictos, sus propias preguntas, sus propias dudas. Yo lo identifico como un gran buscador, un gran curioso, no banalmente curioso sino un investigador inquieto. Siempre he tenido esa versión de la personalidad de Germán García.
No es que esté contando una biografía intelectual sino que esto lo leo en el propio texto y en el título, hay una presentación de su propia vida intelectual; esto me parece que no es casual porque esta es una investigación que realiza durante mucho tiempo con la beca Guggenheim, entonces, claro, hay un recoger redes de toda una trayectoria, toda una serie de líneas de trabajo, por lo tanto el libro me parece una conjunción de intereses, de experiencias y, bueno, después me voy a referir a la manera tan particular en que arma este trabajo.
Por supuesto que lo tomo como una relectura, como un retomar aquel viejo trabajo de La entrada del psicoanálisis en la Argentina. Yo diría: aquel trabajo puesto ahora en una mirada completamente distinta pero sin embargo retomando lo mismo. Este es uno de los aspectos paradójicos, volver a lo mismo pero diferente y además como si aquel libro setentista –después voy a hablar del tono setentista que nos atañe lamentablemente, o no sé si es tan lamentable- el tono setentista yo diría que está releído, reelaborado, reescrito, desde una mirada posmoderna.
Ahora, Germán posmoderno, se permite otros juegos, hace otros cruces. Así como antes se preguntaba sobre la entrada del psicoanálisis en Argentina, ahora plantea, como nuestro querido maestro nos enseñó, el psicoanálisis siempre está llegando, es un prólogo de otro prólogo, diría don Macedonio, y así, el psicoanálisis como las demás teorías, como las modas que nos aquejan, siempre está llegando. Siempre habrá otra vuelta de tuerca en el puerto y en las pampas, y estaremos leyendo de nuevo y estaremos copiando otras teorías que vienen de allá.
Una característica del libro es el entrecruzamiento de discursos heterogéneos. La teoría, la literatura, los ensayos sociológicos, políticos, psicológicos y las revistas de la cultura de masas. Es decir, en realidad la cultura de masas está atravesando la mirada de este nuevo investigador, el gran curioso entonces es buscador de las perlitas y despliega sus hallazgos con entusiasmo.
La prosa se caracteriza por ser siempre estimulante, con un ritmo no diría zonzamente optimista, no se trata de eso, diría una prosa entusiasmada, esto también es un sesgo setentista, todavía creemos en el lenguaje. Ahí vemos su genio inteligente, su destreza lectora, la destreza lectora nos va mostrando posibilidades de articular textos que posiblemente se lean encasillados en anaqueles muy diferentes. Cruzar la revista Sur con la revista Idilio me parece genial, saludo alegremente esa iniciativa, ese artefacto de lectura me encanta. Cruzar a Ramos Mejía con Macedonio, con Freud, con Lacan, porque todo el libro está enrulado con la vuelta intermitente de Freud y Lacan. Entonces, siempre vuelven a entrar y se mezclan con lo otro que dice el título: ejemplos argentinos. Este arraigo, esta instalación en un espacio geopolítico me parece también una impronta de búsqueda, no dejamos, aún en pleno posmodernismo, de preguntarnos quiénes somos.
Finalmente, ¿qué cosas podríamos decir de esto que llamamos “los argentinos”? Los ejemplos argentinos lo que hacen es poner en escena las articulaciones extravagantes de la cultura argentina. Es decir, cómo hemos leído al sesgo, “copionamente”, entonces interpreto que este libro es el producto de un “curioso pertinente” porque logra un procedimiento válido y valioso para la cultura argentina y a la vez, “impertinente” porque camina por bordes que se dan de patadas con las instituciones, discute con las instituciones. Principalmente creo que con la universidad pero también con los discursos legitimados, muy consagrados, también con las fórmulas remanidas, por ejemplo un Roberto Arlt socialista, etc. Me encanta que muestre la otra cara de Roberto Arlt. Y así, de Bioy Casares, Verbitsky y otros. Entonces, sus inventos, creo que son frutos de un curioso pertinente e impertinente a la vez.
En cuanto a los datos y la información que maneja este volumen, hay una erudición diferente respecto de trabajos anteriores, es decir, hay un registro bibliográfico muy cuidadoso, nos es que antes no haya tenido registros bibliográficos sino que aquí se percibe un sentido particular de los útiles de trabajo. Me parece que también tiene una articulación solidaria con el lector, como diciendo toma, te muestro, te presto, fuentes muy diversas. Y esto es muy útil para cualquier intelectual que decida trabajar temas anexos o vinculados con este libro.
Ahora, tenemos que poner en escena la intervención activa de la cita textual. El manejo de la cita tiene una búsqueda estilística y a la vez tiene este sentido práctico como quien dice: Bueno, acá tenés completo el texto de lo que opinó fulano, y por otro lado no deja de rendir tributo a la cita posmoderna, es decir el reciclaje de los textos puestos en adyacencia generando y movilizando el sentido.
Las marcas tonales del texto, hay un toque paradojal en su manera de encarar, por un lado el reciclaje de procedimientos, la resignificación de las tendencias actuales pero también una presencia, no sé si está bien decir espectral, de los años ’70, que no es melancólica, es una presencia casi festiva, exultante, con el mismo espíritu de grupo, y sobre todo una búsqueda de posiciones políticas, hay ahora un revival de lo político pero a veces es lo “políticamente correcto”, en cambio aquí la política tiene su tono polémico, toma posiciones, enfrenta. Tal vez nuestra tradición pandillera, como dice Borges de los franceses, pero es claro que nosotros los argentino, sobre todo los porteños, tenemos una tradición pandillera y los debates se dan porque existe este clima de cruces discutidores.
Entonces, digamos que hay una presencia, un aura de los gloriosos y doloridos años setenta, que sobre todo se pone al comienzo del texto y al final, cuando se encaran los trabajos de Masotta.
¿Cómo está construido el libro? Tres grandes constelaciones que están encabezadas por citas, cada capítulo, cada subtítulo lleva una cita, con lo cual es un gran mosaico de citas y de intertextualidad que va armando una serie de entradas y de artefactos de lectura. O sea que hay una instalación de artefactos de lectura, y esos tres acápites de las grandes partes son citas de escritores de literatura: Piglia, Macedonio, Machado.
El texto muestra por un lado su empecinado trabajo en el psicoanálisis y por otro, su empecinado cruce con la literatura. En la distribución gana la literatura y aplaudo que así sea. La literatura gana también en la retórica de los títulos. Es decir que hay un trabajo interesante, inteligente, con los títulos que son ambiguos, alusivos, elusivos, y entre los propios títulos se puede establecer todo un juego de lectura. Por ejemplo, tomo nada más que las tres grandes entradas: “Campos magnéticos”, donde hay una especie de arqueología del psicoanálisis en muy diversos autores. En cambio el segundo es: “Divinas palabras”, en el cual vemos anudados principalmente los textos literarios.
Todas las constelaciones lo que hacen es poner nombres propios y desplegar toda una heterogeneidad de géneros y discursos que van tramando el artefacto interpretativo. Las divinas palabras muestran que la literatura secular y profana, mejor dicho, en la secularización que tuvo la cultura de occidente, paradójicamente la literatura se convirtió en la palabra sacra, o lo que es lo mismo: la divinidad está depositada en los textos literarios. Está muy bien, vamos a seguir rezando a los autores de literatura. Finalmente, el último apartado es: “Algunos inconscientes”. Algunos inconscientes que pluraliza el inconciente, que pluraliza los personajes inconcientes y también ahí aparece el personaje emblemático: Oscar Masotta.
Un hilo conductor que encontramos en el libro es esta búsqueda de quiénes somos los argentinos. Dicha búsqueda no es una construcción terminada, al contrario yo diría que es un balbuceo intermitente, que es una puesta en escena de nuestro tartajeo intelectual y entonces yo fui sacando de todo el libro una especie de constelación que creo, Germán, estás dejando caer como al pasar algo de quiénes somos los criollos. Los criollos en primer lugar tenemos una tradición intelectual reconocible donde el mimetismo es todo un tópico. Tenemos lecturas copionas, lecturas colonizadas, modas y el estar informado es un “deber ser” del intelectual argentino. Sobre todo los de Bs. As., nosotros los de la periferia vamos un poco a la zaga, pero es una característica del intelectual, digamos rioplatense, para ser más amplios y más precisos.
El otro punto que me parece podría ser, en una vuelta de prisma, una faceta, es el eclecticismo. Es decir, en los años 70 ser ecléctico era un pecado mortal, o sea que teníamos que ser o marxistas o estructuralistas, tener una línea adoptada y una posición política clara. En cambio hoy está de moda ser ecléctico, entonces, aquel efecto argentino se recobra, como el barroco europeo actual recobra el neobarroco latinoamericano. Tal vez fuimos vanguardistas eclécticos. Entonces, también acá tenemos que anotar las hibridaciones, por ejemplo Masotta y Macedonio, podrían ser dos ejemplos de cómo leer, hibridar, mezclar, la desfachatez intelectual, el desparpajo de la escritura, la búsqueda de alternativas. En ese sentido tenemos que ver el otro punto: las traducciones. Los grandes traductores argentinos, las revistas que traducen rápidamente la moda de Europa y de los grandes centros. Entonces la traducción es para nosotros un punto de encuentro y de desencuentro. Los tipos de traducción, las grandes discusiones que se entablan en el campo de la traducción y que van a la par de la hibridación y el eclecticismo.
El otro punto es la desautorización recíproca. Es decir las capillas, las grandes logias, el gran deporte nacional que es desautorizarnos entre nosotros.- Cierta agresividad en la polémica y en la manera en que se correlacionan los grupos del campo intelectual argentino.
Para finalizar, vemos que los intelectuales son estrategas de borde, es decir, que estar pensando, leyendo, en los “arrabales últimos” como dice Borges, o “en el sur del sur” como dice Macedonio, nos coloca en lo tangencial. Eso también lo dice Masotta. Lo tangencial es, a la vez, en el borde o contra el centro, o también, a la vera de la institución. Cierta labor, Deleuze habla de “los pensadores privados”, los que no son empleados públicos, que batallan en otros espacios. Y esto tuvo una tradición muy fuerte en la Argentina, sobre todo después del golpe, me refiero a los grupos de intelectuales que sobrevivieron en las cuevas. Eso generó una estrategia y una táctica de trabajo que nos caracterizó. El gesto de desacato contra lo oficial, es también una cierta característica del intelectual argentino. Para Macedonio esto sería “la vereda de enfrente”. Borges intenta seguirlo y dice “Luna de enfrente” o sea que lo políticamente correcto siempre estará en los cielos.
Lo privado es público, dice tu libro, y me parece pertinente leer una cita: “Lo privado de Oscar Masotta es público, las intrigas de su histeria, la soltura con la que ocupó su lugar de analizante fue una verdadera provocación para la obsesión de quienes se aferraban a los ritos que les devolvía la certeza de que sí, que eran analistas y lo serían durante esa eternidad que practicaban.” Es decir que acá está, por un lado el ejemplo nacional, por otro lado está lo privado que es público, el discurso que entra en polémica con la certeza y también me parece que tendríamos que incorporar esa tensión entre lo colectivo y lo singular, que se plantea al principio del libro, el particular y la multitud.
A esta altura me parece que la figura de Martínez Estrada recogiendo nuestra persistencia en el fracaso puede ilustrarse en este breve fragmento: “Martínez Estrada puede, entonces, hablar de los argentinos como obsesivos que repiten el pasado donde la frustración y el fracaso es la persistencia de un goce, el de la barbarie”. Es decir que la vieja antinomia entre civilización y barbarie nos sigue retando y seguimos discutiendo en qué medida o porqué nosotros practicamos la barbarie intelectual para defendernos o para poder generar, instalar, arraigar un pensamiento, no un pensamiento nacional sino un pensamiento de los que vivimos aquí y hablamos así. O sea que el lenguaje en tanto discurso, sobre todo creo en tanto que humor nuestro (buen y mal humor), que también emerge en todo el libro ese toque irónico, sarcástico, socarrón, de la polémica argentina y de los intelectuales que se ríen, yo diría que no hay una risa sino una sonrisa, acerca de “lo políticamente correcto” y de “las fuentes” que sabemos transitar.
Finalmente entonces podríamos decir recurrir al acápite de Ricardo Piglia:
“Es atractivo, entonces, el psicoanálisis por que todos aspiramos a una vida intensa. En medio de nuestras vidas secularizadas y triviales nos seduce admitir que en un lugar secreto experimentamos o hemos experimentado grandes dramas. El psicoanálisis nos convoca a todos como sujetos trágicos, nos dice que hay un lugar en el que somos sujetos extraordinarios, tenemos deseos extraordinarios, luchamos contra tensiones y dramas profundísimos y esto es muy atractivo”.
Por tanto el psicoanálisis será un discurso muy argentino.-
Presentación realizada en el marco de la actividad Germán García en Posadas. Organizada por la Asociación de Psicoanálisis de Misiones.A.P.M. Posadas, viernes 1º y sábado 2 de junio de 2007.