Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 4 • Abril de 2016 •

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Rizoma o cómo designar goce

“Las pulsiones y objetos parciales no son ni estadios en el eje genético,
ni posiciones en una estructura profunda:
son opciones políticas para problemas, entradas y salidas,
callejones sin salida que el niño [y los que no lo son ya] vive políticamente,
es decir, con toda la fuerza de su deseo (…)
el rizoma pone en juego regímenes de signos muy distintos
e incluso estados de no-signos”
 
Mil Mesetas – G. Deleuzze y F. Guattarí
 
«He tenido en cuenta su libro en mi último seminario,
diciendo que la interpretación -es decir lo que debe hacer el analista-
debe ser poética [palabra subrayada por Lacan]»
 
Carta del 22/4/1977 de Jacques Lacan a François Cheng

Germán Schwindt

Analista practicante. Integra del equipo de Pragma Clínica y Crítica -Instituto de Investigación y Enseñanza en Psicoanálisis- como docente e investigador. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela de la Orientación Lacaniana, de la Asociación de Psicoanálisis de la Plata. Ha publicado en distintos libros y revistas.

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Martín Gómez
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Antifilosofía

En distintas clases Enrique Acuña ha subrayado la pertinencia de la lectura de una referencia dicha de lado en la enseñanza de Jacques Lacan. En el comentario que realizara Adriana Saullo de una de esas clases, la del 24 de octubre de 2015 destaco: “La política del Seminario es actualizar las referencias del psicoanálisis, en un debate constante. Reavivar los términos de Lacan es volver a plantearlos con otros vocabularios”.

Situado este primer punto, habemos de notar, una “conversación” como trasfondo del Seminario XVII (1969-1970) con fragmentos de la obra de Gilles Deleuze y Félix Guattarí denominado Capitalismo y Esquizofrenia. Esta obra está compuesta según los propios autores por dos “tomos” el primero de 1972 “El Anti-Edipo” y de 1980 “Mil mesetas”.

Leo la referencia filosófica según Lacan mencionara como vector de algunas de sus propias lecturas, en el artículo El Señor A:

“Este señor A es antifilósofo. Es mi caso.

Yo me sublevo, por decirlo así, contra la filosofía. De lo que no caben dudas, (es de que) es cosa terminada. Aunque me temo que le va a rebrotar algún retoño.

Estos rebrotes se producen a menudo con las cosas terminadas. (…)”.

Esta antifilosofía incluyó un movimiento en la enseñanza de Lacan, que se hizo patente en la crítica ejercida por este a sí mismo, en la reformulación de conceptos, en definitiva en un no conservadurismo, no solo a nivel epistémico, subrayado en más de una oportunidad por Jacques-Alain Miller, desde el corazón del “establecimiento” de esa enseñanza.

También esa antifilosofía compete a una demostración del uso de referencias, para ubicarlas dentro del múltiple interés del psicoanálisis, haciéndose sensible a los matices que van contra un sentido común y a la inercia de la lengua de madera especializada.

¿Un múltiple diferente?

Será por su ubicación temporal y por su “metódica” inclusión como libro dentro de un libro, que Mil mesetas viene a ser un esfuerzo de dar inteligencia a una retórica de un inconsciente no representacional, un intento de hablar de la pulsión y el lenguaje de un modo diverso al del lenguaje del estructuralismo y al psicoanálisis de Freud y Lacan. En un psicoanálisis elucubrado filosóficamente, que luego no prosperó: el esquizoanálisis.

También una reintroducción de lo múltiple donde habría de ser explorada la obra de Gilbert Simondon, “solitario” filósofo francés contemporáneo a Lacan y Deleuzze, por el cual este último se vio influenciado en ese punto.

El psicoanálisis es incidido por el tiempo en que transcurre. El de Freud atravesó uno victoriano y de entreguerras, el de Lacan el acmé y declinación del estructuralismo. ¿Con qué lenguaje hablar hoy bien de las pulsiones? ¿O acaso en la voracidad que deglute al ritmo de lo nuevo, intentando programar una caducidad, la pulsión –concepto límite para Freud, fundamental para Lacan- sería una mera pieza del archivo de una historia de la ciencia?

En 1915 -al día siguiente de terminar de escribir un extenso texto sobre la pulsión -Freud escribió otra vez sobre lo inconsciente. Ahí, innegablemente incidido por sus reflexiones anteriores, inicia afirmando que hay un inconsciente no representacional, sin recurrir ni al modelo energético, ni a una nueva metapsicología. ¿Cómo hablar de él? en la clínica; ¿cómo hacerlo hablar? en la práctica.

El inconsciente al “elevarlo” como concepto durante su onceavo seminario, Lacan lo despega de una ontología del ser, en tanto pulsátil en su disrupción, discontinuo en el lenguaje y ónticamente no-realizado, es decir en un registro en que lo simbólico es interferido por lo real. Con esto lo aproxima al otro -invariante- de sus conceptos fundamentales, el de pulsión, no solo por “lo pulsátil”, sino por el punto en que a partir de ese inconsciente, el sujeto no encuentra un ser acabado que se completa con un relato recuperado de su historia interrumpida. No hallará tampoco en ese tratamiento por la palabra la vía de una unificación, ya que el terreno de lo múltiple y parcial de las pulsiones, hacen del cuerpo y sus agujeros un terreno proclive a las analogías, más que a la biología del organismo.

Lacan preferirá en su pretensión científica hacia lo real, la vía matemática, lógica aún topo-lógica, sin dejar de advertir en sus Escritos, como puede hacer la imagen de velo, al otorgarle sustancia a lo que ello es… no siendo.

Mil mesetas se puede inscribir en una reflexión sobre lo uno y lo múltiple, que atraviesa occidente desde los presocráticos Parménides y Heráclito.

Desodontologizar y vuelta al inconsciente

Llamarán rizoma y lo definirán Deleuzze y Guattarí, en un vocabulario extraño al lector, en el que el lenguaje es utilizado como metalenguaje y en que no apelarán al apoyo en la dupla clásica de lo representado y la representación.

Se aproximan así al “inconsciente freudiano y el nuestro” de Lacan en su acepción no interpretativa: “Tratando el inconsciente como un sistema acentrado, es decir como una red maquínica de autómatas finitos (rizoma), el esquizoanálisis es capaz de llegar a una estado completamente distinto del inconsciente (…) Tanto para los enunciados como para los deseos, lo fundamental no es reducir al inconsciente, ni interpretarlo o hacerlo significar según un árbol. Lo fundamental es producir inconsciente, y con él, nuevos enunciados, otros deseos. El rizoma es precisamente esa producción de inconsciente”.

A la vez se apartan de lo real, como irrepresentable, mantienen la reproducción retórica de “estratos”. Problemático de por sí, para considerar lo “no interpretativo” si la “producción de inconsciente” es retórica.

Rizoma no se define por una sola vía, por ende no debemos de precipitar un juicio adverso, ni descartar prematuramente la pertinencia de sus partes.

El estructuralismo hace de lo otro en Deleuzze y Guattari, para plantear en ese punto sus diferencias con este.

Si lo múltiple surgiera de la adición sucesiva de unidades, la clásica e intuitiva idea de sumatoria, esas unidades por su “naturaleza lingüística” supondrían la representación como tal. Es de interés para los autores desprenderse de la supuesta complementariedad de todo dualismo, entre ellos el de sujeto-objeto. Señalan que esa estructura de la razón, del espíritu, se ha extendido en forma de “árbol raíz” en diversas dimensiones del Otro occidental. En el modo de considerar así la realidad incluyen a: la botánica, la biología, la anatomía como discurso histórico-científico sobre los cuerpos, la gnoseología, la teología, en fin la ontología filosófica en extenso, la lingüística, los discursos identitarios, etc.

Este nuevo múltiple propuesto no tendría que hacer un binomio con lo uno, sino rompiéndolo por sustracción: “Lo múltiple hay que hacerlo, pero no añadiendo constantemente una dimensión superior, sino,por el contrario de la forma más simple, a fuerza de sobriedad, al nivel de las dimensiones que se dispone, siempre n-1 (sólo así, sustrayéndolo, lo Uno forma parte de lo múltiple). Sustraer lo único de la multiplicidad a construir: escribir a n-1. Este tipo de sistema puede denominarse rizoma”.

La figuración del “árbol raíz” grafica una organización sucesiva, en formas gradientes de complejidad –sea de lo complejo a lo simple o a la inversa-. Todo movimiento en el saber dialéctico, tendría esa organización del pensar.

Este pensar del “espíritu” no es un avance, sino un retroceso con respecto a lo real de la “naturaleza”.

Esta estructura del árbol raíz, consideran que es también una de las “formas” de captar el delirio en términos estructurales, del lenguaje en las teorías del signo en Chomsky y su “gramática generativa”, también el árbol de los modelos cibernéticos del lenguaje, etc.

Enrique Acuña destacaba que hay en este punto un versus entre las nociones de ser y devenir, acercando así la operación de estos autores a la de Lacan, -más allá que elidieran sus influencias “recíprocas”. Guattarí analizante de Lacan, partícipe de su seminario; Lacan lector de Deleuzze y Guattarí. No es lo mismo considerar que un psicoanálisis es la vía hacia el ser –la unificación normativa del campo pulsional podría ser una acepción-; a la vía de la falta- en- ser, en tanto devenir hacia los signos de una referencia vacía. Figurado este elemento faltante, dentro del psicoanálisis freudiano y lacaniano, con la castración imaginaria, la mitologización de una ausencia vía el Edipo, etc.

Atrapen la pulsión!

El ser como devenir en el lenguaje, implica algo diferente a un vector diacrónico y progresivo del significante, cortado interpretativamente en un tiempo por un vector sincrónico que le restituye un significado. En otros términos la conexión simbólico imaginaria es puesta en cuestión por una acepción de lo real –aunque no lo planteen en estos términos- con la noción de rizoma.

Por su parte lo no representacional viene a ser el lugar de la fábrica de energía, del inconsciente pulsional.

El rizoma -bulbo es la utilización de una figura contrapuesta al árbol raíz.

El planteo se acerca a la pulsión, según entiendo, al apelar a una organización que intente captar una circulación energética -por ello hablan de flujos e intensidades y agenciamientos- que se desliga del par sujeto/objeto, binomio al cual identifica a la tradición del pensar del “espíritu”, que respondería a la organización jerárquica –árbol raíz- criticada.

¿Cuál es la relación entre el rizoma y la meseta, que no reedite otro binomio? El rizoma está hecho de mesetas en tanto lo múltiple se presenta en estratos donde circulan intensidades, flujos. Así, una y otra vez, el esfuerzo retórico implica realizar un vocabulario que no sea subsumido a una organización jerárquica, progrediente o regrediente. Las resonancias por momentos al modelo energético freudiano parecieran inevitables.

En este punto Lacan prefirió crear el mito de la laminilla, para connotar la libido. La pulsión, tomada por su circuito que “dibuja” un vacío -no va hacia un progreso alguno de la historia- deja constancias de su paso, solo en las huellas de la ausencia que demarca, cual mojones de piedra de un desgarro geológico, como Oscar Masotta llamó bellamente alguna vez, a los rastros de la castración.

La captación de la pulsión, para estos autores, será pues un tipo de operación de la que podremos dar mayor claridad al deslindar los principios que tiene el rizoma.

El primer y segundo principio es el de conexión-heterogeneidad: cualquier punto del rizoma puede y debe ser conectado con cualquier otro punto. Siendo sus eslabones biológicos, políticos, económicos, etc. El rizoma es diferente a un estado del ser de las cosas, ligado de conexiones transemióticas y no representacionales. Llaman así agenciamientos a esos modos de conexión donde no es reconocible una diferencia entre signo y objeto. Por lo que pueden afirmar que: “un rizoma no cesaría de conectar eslabones semióticos, organizaciones de poder, circunstancias relacionadas con las artes, las ciencias, las luchas sociales. Un eslabón semiótico es como un tubérculo que aglutina actos muy diversos, lingüísticos, pero también perceptivos, mímicos, gestuales, cogitativos: no hay lengua en sí, ni universalidad del lenguaje, tan sólo hay un cúmulo de dialectos, de patois, de argots, de lenguas especiales. El locutor oyente ideal no existe, ni tampoco la comunidad lingüística homogénea.

Esta es una de las maneras de-mostrar la conexión en el devenir, de elementos representacionales y no representacionales.

El otro principio es de  multiplicidad. La condición de la multiplicidad está dada por no transformarse en pseudomultiplicidad reeditando el árbol-raíz, así pues lo múltiple -efecto del lenguaje- es consecuencia de un procedimiento de fineza argumentativa. La palabra en lugar de confluir a una significación -ni por el corte diacrónico significante sobre la sincronía del deslizamiento, ni por la acumulación informativa del par emisor/receptor- estalla en múltiples líneas. Estas esquirlas del estallido real del significante, ya no vuelven a un estado previo de unidad del significado –que no hay-, sino que producen otras vías a la vez retóricas/no retóricas, a la vez que una pérdida, no hay pues una significación retroactiva.

El lenguaje como pérdida, en tanto reiteración de unos significantes que no son unidades cerradas de significación, sino que a efectos de un estallido de lo real en lo simbólico –en nuestros términos- se conectan de manera múltiple; a esa expansión que va cambiando a medida que se realiza, le denominan agenciamiento.

Reconsideremos así, el sin ton ni son significante, del montaje de la pulsión en su recorrido que delinea un vacío.

Esas líneas también producen líneas de fuga, un escape sin cesar, es decir aquello que puede contar, sin mesura, los rastros de lo que va conectándose y desconectándose. De ahí, territorialización y desterritorialización, donde no hay un lugar central, una posición unificante, una unidad de conciencia que dirija estos movimientos.

El principio de ruptura asignificante es un punto interesante ya que extrema lo heterogéneo de las conexiones y un modo de considerar las incidencias recíprocas. Así, el hacer rizoma como voz activa, incluye la incidencia de elementos tan lejanos para explicar un fenómeno, por caso la embriaguez, puede ser sustantivada como “la irrupción triunfal de la planta en nosotros”; o como una enfermedad en la que “el virus nos obliga a hacer rizoma con otros animales”; líneas abstractas, direcciones quebradas, biológica evolución a-paralela.

¿Qué tan lejanas son estas a la caracterización del tiempo de la pulsión, como “erótica del tiempo” que Jacques-Alain Miller señalara en su momento, al diferenciar el vector lineal del tiempo cronológico, con respecto a los plegamientos del recorrido pulsional?

Ese traslado, ese movimiento que es temporal, espacial, libidinal, implica que el modelo del rizoma cuando quiere atrapar algo de cómo la pulsión habita el lenguaje, contenga dos principios que son uno más, el de cartografía y calcomanía.

El calco sería la reproducción lineal, inmediata, sin pérdida, aquello de la repetición como reproducción, porque no también del ritual, del hábito, del carácter, de la memoria. El calco supone a su vez un original, un punto de partida, por ende es subsidiario de la estructura y del árbol-raíz.

En su defecto, nunca mejor dicho, el rizoma como mapa de intensidades, desplazamientos de flujos, agenciamientos y desterritorializaciones, en su cartografía, es la constatación de los estallidos reales del significante, la cartografía como los efectivos registros de la pérdida en el devenir, del no hay significación única, de lo múltiple sustantivado, de la consecuencia de los estallidos del significante, por lo que lo llaman a-significante.

Así el encuentro menos explícito en el Seminario XVII de Jacques Lacan, puede localizarse en que la “producción de inconsciente” no ha de ser en términos de una reminiscencia –calco- sino de una ruptura con el mito por parte del neurótico, y también de Lacan con el Edipo freudiano.

Hay que desprenderse de la pregnancia geográfica del término mesetas, para considerar que la pérdida de campos de significación, implican estallidos; que el neurótico cuando consulta porque perdió el sentido de la vida que llevaba, el analizante cuando varía su posición con respecto a ciertos enunciados fijos a ciertos fantasmas, se desplaza en su posición en el lenguaje. Deleuze y Guattarí refieren a esto con el “nomadismo” implícito en el rizoma como desplazamientos. De ahí que la cartografía venga a ser tal constatación de esos estallidos de significación, disrupción real del sin sentido.

Cuando hoy por hoy, al relatar un caso, en el momento de la elucubración teórica de la práctica, se intenta hacer de éste la ilustración de la teoría, se estaría bajo la lógica del calco. Si ese relato se hiciera sensible a los registros de falla que un recorrido pulsional realiza, como encuentros-desencuentros-recuperación y pérdida vía el síntoma … ¿Qué tan distante estaría ese relato de hacer una cartografía, un intento de designar las variaciones de los modos de gozar?

Estos no son los “paradigmas del goce” ordenamiento de Jacques-Alain Miller de distintos momentos de la enseñanza de Lacan, que permiten dar un orden de razones y términos; sino cómo el uso de los testimonios de análisis y sus fines, las modificaciones de los relatos de casos, podrían ser estudiados como intentos fragmentarios de hacer una escritura sobre lo no dicho, sobre lo no representado, a cerca de lo parcial pulsional.

Hacia Oriente

Para culminar un detalle, movido por una curiosidad, que me trajo esta lectura.

¿Qué tan céntrica en lo etno y más allá, es nuestra consideración y dificultad para captar el trasfondo de estas referencias –además de la distancia a su vocabulario- si no dejamos pasar por alto que estamos inmersos en una tradición occidental del pensamiento lógico, más allá de las modas culturales que siempre hay?

El modo en que con lo simbólico e imaginario leemos/construimos la realidad, no puede ser ajeno a tal incidencia, en un tiempo en que lo global también es privativamente occidental y norte.

Es por ello que dejo en suspenso, una línea sur – este.

Del libro dentro del libro, una cita de Mil Mesetas: “Hemos perdido el rizoma o la hierba. Henry Miller: <La China es la mala hierba en el huerto de las berzas de la Humanidad (…). La mala hierba es la Némesis de los esfuerzos humanos. De todas las existencias imaginarias que prestamos a las plantas, a los animales y a las estrellas, quizá sea la mala hierba la que lleva una vida más sabia. Bien es verdad que la hierba no produce flores, ni portaaviones, ni Sermones de la Montaña (…) Pero, a fin de cuentas, la hierba siempre tiene la última palabra. A la larga todo vuelve al estado China. Es lo que los historiadores llaman habitualmente las tinieblas de la Edad Media. No hay más salida que la hierba (…). La hierba sólo existe entre los grandes espacios no cultivados. Llena los vacíos. Crece entre, y en medio de las otras cosas. La flor es bella, la berza útil, la dormidera nos hace enloquecer. Pero la hierba es desbordamiento, toda una lección de moral>”.

Los autores de Mil Mesetas asimilan el árbol-raíz al pensamiento occidental de distintas maneras y dejan en suspenso el modelo rizoma-bulbo, más allá y más acá de ese occidente que está en nosotros.

Al señalar lo ajeno como externo-íntimo, fuera de las metáforas de lo extraño reducidas a un exotismo tilingo; será la ocasión para investigar y preguntarnos sobre la enseñanza de Lacan, el por qué de su interés en los años setenta por temas de Oriente tales como: el camino y la voz –Tao-, lo uno, lo múltiple, el vacío-central, el soplo…

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Artículo escrito a partir de la participación en la clase “Lacan y la anti- filosofía II” del Seminario Clínico “Los fundamentos del psicoanálisis” de Enrique Acuña del 17 de noviembre de 2015. En la misma participó también Leticia García.

Bibliografía:

  • Acuña Enrique: Seminario Los fundamentos del psicoanálisis. En el Centro Cultural Carlos Sanchez Viamonte, CABA. Clases del 24 de Octubre -docente invitado Marcelo Ale- y del 7 de Noviembre de 2015 -docentes invitados Leticia García y Germán A. Schwindt-.
  • Cheng, F.: “Lacan y el pensamiento chino” en Lacan, el escrito, la imagen, varios autores, págs. 151/172, ediciones Del Cifrado, Bs. As., 2003
  • Dosse Francois: Gilles Deleuze y Felix Guattari – Biografía cruzada – . Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009.
  • Deleuze Gilles y Félix Guattari: Mil mesetas –Capitalismo y Esquizofrenia-. Edición en francés Les Editions de Minuit 1980, Paris. Primera edición en español, Ed. Pre-textos, Valencia, 1988.
  • Lacan Jacques: “El señor A” Revista Escansión –nueva serie- -La Escuela. Textos institucionales de Jacques Lacan-. Número 1. Fundación del Campo Freudiano. Ed. Manantial. Buenos Aires 1989. En formato digital en la página web de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. http://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=160&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
  • Ortiz Verónica: “Lacan y la antifilosofía II”, comentario de la clase del 7 de noviembre de 2015, Seminario Clínico “Los fundamentos del psicoanálisis” dictado por Enrique Acuña en CABA. https://enriqueseminarioclinico.wordpress.com/2015/11/17/lacan-y-la-anti-filosofia-ii/
  • Saullo Adriana: “Lacan y la antifilosofía I – con y sin Deleuze-”, comentario de la clase del 24 octubre de 2015, Seminario Clínico “Los fundamentos del psicoanálisis” dictado por Enrique Acuña en CABA https://enriqueseminarioclinico.wordpress.com/2015/11/06/lacan-y-la-anti-filosofia-i-con-y-sin-deleuze/ y en “La lógica estructural y las máquinas nómades – Lacan con y sin Deleuze -” Microscopía –el psicoanálisis entre los intersticios de la cultura-. Boletín mensual – Biblioteca Freudiana de La Plata. Año 14- Número 148 – de Noviembre de 2015. Comentario de la clase del 24 octubre de 2015, Seminario Clínico “Los fundamentos del psicoanálisis” dictado por Enrique Acuña. http://issuu.com/aplp/docs/microscop__a_nov_15

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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