Revista Conceptual Nº 19
Dossier. Fernando Pessoa
Presentación
En el pasaje de la Identidad como «fortaleza del Yo» en el imaginario social según Freud, a las identificaciones simbólicas de cada sujeto, el psicoanálisis introduce el Vacío (algo diferente a la Nada) como un punto de llegada pero que causa un retorno. Un Vacío producido al final de una experiencia de la palabra, por la caída de las identificaciones, caída al borde de un agujero que obliga a la creación. En el caso del artista es un método (tecknè) sobre el que fabrica un nombre que eleva al sujeto creador a cierto dominio de su criatura: Para Fernando Pessoa frente a «soledad», se inventa «saudade«.
Identidad, identificación y vacío es la via reggia hacia la creación de un firma que identifica «quien habla». Es para los lógicos el «designador» llamado Nombre propio, que Lacan re significa como una «referencia» sobre el Vacío. Pero antes se requiere un ascensor o una escalera llamada sublimación.
¿Quién habla en aquel que podía inventar un personaje que se transforma en autor?. Partiendo de la identidad («Minha patria e la lengua portugueisa») nace Bernardo Soares, autor del laberíntico Libro del desasosiego que remplaza a Pessoa en su identidad literaria. Esto supone un cierto mecanismo de identificación que conduce a la invención de un Otro. El nombre funciona así como ultimo sentido ante el precipicio de lo real. Ni despersonalización; ni simulación, se trata de una experiencia de extimidad, cuando lo íntimo se vuelve extraño.
Localizar la enunciación en los heterónimos Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro, cada uno con su astrología como un punto de mira diferente del cosmos que el poeta mira cuando deambula ebrio de amor por Lisboa, o también en el seudo-heterónimo Bernardo Soares; o los cien cuasi-heterónimos; esa localización es un imposible.
Son «nombres- pulpo» que implican un trabajo para sostener el ortónimo Fernando Pessoa, algo muy diferente a «hacerse un Ego» como Jacques Lacan leyó en ese sinthome llamado James Joyce. Aquí la «persona» se hace Otro diferente -simbólico- desde su mismidad imaginaria , escribiendo lo real en un Uno, que es su firma alterada.
Ricardo Bello de Morais, en una excelente biografía (1); apela a la teoría del self en Celeste Malpique para explicar no un trastorno sino «un instrumento de defensa del Self» . Los heterónimos, dice, conforman un » paragolpes» defensivo del sujeto en la multiplicación del yo. Eso lo re-enviaría a sus juegos de infancia donde se inventaba personajes como un «alter ego» para soportar la devastación de la muerte de un padre que lo deja solo.
En fin , la psicopatología también quiere nombrar de alguna manera ese real . ¿Pessoa una Esfinge? (C.Soler, 1998).Más bien semblante del poeta, como el mismo lo escribe, «finge que miente» (Autopsicografía, 1938), como un sujeto dividido inclasificable, un hápax que se cura del lenguaje en su operación literal.
Nos interesa entonces leer en los textos que siguen, su camino sutil hacia un significante oropel, que rodea el sentimiento íntimo de una «soledad» sufrida , que se soporta bien con la palabra portuguesa intraducible «saudade«, escabel final de una obra bien lograda aunque solo sería publicada en una posteridad que no es inmortal.-
Enrique Acuña
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Escrito desde la Casa Museo F.Pessoa, con la extrañeza de su «cuarto alugado». Lisboa, abril 2018.
Notas:
(1) Belo de Morais, R.: Fernando Pessoa para todas as pessoas. Ed.Verso de Kapa, Lisboa, 2015.-