Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 9 • Noviembre de 2019 •

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Prólogo a «Moral burguesa y revolución» de León Rozitchner por Oscar Massota

Introducción. Masotta prologando a Rozitchner

por Alejandro Sosa Dias

Habían compartido la experiencia de Contorno, revista en que se sentía fuertemente la presencia de los hermanos Viñas. León Rozitchner pertenecía al primer círculo de la revista junto a Adelaida Gigli, mujer de David Viñas en ese tiempo. Su pertenencia estaba signada por la amistad y las afinidades personales con David e Ismael. Había estudiado filosofía en la tan idealizada París y su tesis final había contado con la dirección de Merleau-Ponty. Oscar Masotta, como es conocido, tenía su banda junto a Carlos Correas y Juan José Sebreli. Eran los sartreanos de la revista y coqueteaban con el peronismo, quizás por un rechazo, entre estético y filosófico, por el moralismo insufrible de la oposición. La cuestión peronista los separaba de la sensibilidad dominante de Contorno.

Masotta y Rozitchner no tenían en común a Perón sino a la admiración por la “prosa de tonos” de Merleau-Ponty, según la expresión del primero en su más conocido texto autobiográfico («Roberto Arlt, yo mismo»). También los dos se definían como marxistas. Aquí seguía jugando la difícil relación que tanto Sartre como Merleau-Ponty tuvieron con el comunismo, ya sea tanto el partido local como el movimiento en su dimensión mundial.

En el texto al que ya nos referimos, Masotta consideró importante explicar sus razones para no entrar al PC argentino. Rozitchner tuvo un pasaje adolescente por la juventud del Partido Socialista en Chivilcoy, al que siempre recordó con afecto. La consideración ante el llamado “campo socialista”, fenómeno histórico plenamente vigente al publicarse este libro, contaba con la adhesión cauta de León Rozitchner por la vía de la más entusiasta hacia la revolución cubana. No está de más señalar que la primera edición de este libro fue publicada por Editorial Procyón, una de las editoriales que formaban parte del aparato cultural del P.C. argentino.

Hay una pregunta que es legítimo hacerse ¿no será uno de esos prólogos absolutamente circunstanciales, marcados por la amistad y la complacencia cómplice, tan frecuentes en el mundo intelectual? Debo recurrir otra vez al texto autobiográfico, que Carlos Correas designa como “la voz de Oscar”.

Allí Masotta, en 1965, vuelve dos años atrás, y afirma: “…Rozitchner tiene razón cuando afirma con desprecio que hay más filosofía en su libro sobre los invasores de Playa Jirón que en toda la filosofía universitaria”. Y,  ¿qué es la filosofía universitaria recusada de hecho por el libro de Rozitchner? Es la práctica de la filosofía que se refugia en un orden puramente conceptual que se permite prescindir del vértigo y del barro de la historia, de los sucios o, por lo menos mestizos, hechos. Eso que permite el autoaislamiento de las personificaciones burguesas y su voluntaria (e ideológica) desconexión con el conjunto de las relaciones sociales.

En este entusiasmo de Masotta podemos ver dos rasgos de su pasaje de la fenomenología al psicoanálisis. Un rasgo que muestra cierta continuidad en el rechazo del discurso universitario como (falso) soporte de la verdad. El rasgo que deja a la vista un corte en este pasaje de Masotta al lacanismo es su abandono de los hechos y las cosas,  y una vocación por interrogar la estructura y las respuestas que vienen de lo real. Rescatar para la consideración de los lectores este prólogo de Masotta a “Moral burguesa y revolución” es restituir un eslabón significativo de esta historia, que continuará en futuros números.-

2019.

Prólogo a “Moral burguesa y revolución”
de León Rozitchner

por Oscar Masotta

Los filósofos hablan de ética, pero ¿es posible la ética? Es decir, ¿existe el derecho a “hablar” de ética? Si la razón extrajera su criterio de validez sólo de su coherencia interior, bastaría hablar coherentemente de ética para ser morales.

Pero ya lo sabemos: todo pensamiento es pensamiento de algo, porque ni la razón ni la reflexión se alimentan de sí mismos. Pero entonces, usted, que filosofa, que conoce de algún modo aquello por lo que se pregunta, ¿cómo se las arregla para silenciar con su pregunta la presencia dramática de las guerras, de la muerte, de la revolución?

Por la paciencia obsesiva que Rozitchner pone en fijar y describir las estructuras de las conductas morales –cuando ellas no son casualmente las pacíficas del filósofo que sólo opera con conceptos- revela la significación de una mala filosofía, esa que se niega a poner a prueba la reflexión al contacto con el hecho de la muerte concreta, la muerte histórica, política.

Los invasores de Playa Girón, un momento después de empuñar las armas contra sus hermanos se muestran como filósofos agnósticos cuando son llevados por los revolucionarios a declarar ante las cámaras de televisión.

He ahí a este prisionero que declara que nada tiene que ver con los propósitos imperialistas en el momento mismo en que es apoyado por los aviones y destroyers norteamericanos, que no se reconoce cómplice ni responsable del gobierno de Batista cuando era funcionario de ese gobierno.

La miseria, el hambre, la muerte de los otros no toca ni hieren a su buena conciencia y no reconoce otras exigencias racionales sino aquellas que le proporciona la razón estrecha de la ideología de clase a que pertenece.

Se comprende entonces el propósito oblicuo del hermoso libro de Rozitchner: tratar a los contrarrevolucionarios cubanos como si fueran filósofos para sugerir los puntos en común entre la ideología que los mueve y toda la filosofía ajena al marxismo. Y quién dice filosofía ajena al marxismo dice, en nuestro país, filosofía universitaria.

Realizar la filosofía, decía Marx. Encontramos un filósofo a la obra en cada hombre concreto, nos dice Rozitchner, y atisbaremos en los prisioneros de Playa Girón la miseria de la filosofía que los refleja.

Si la filosofía es la filosofía sin clases sociales, sin mal y sin revoluciones nadie será menos filósofo que Rozitchner; pero si la filosofía no es más que un intento de mantener palpitante la exigencia humana de racionalidad y de universalidad al contacto vivo con el mal y las tragedias de la historia, podremos llamar filósofo, contra su propio gusto, a Rozitchner.

Uno adivina por detrás de su prosa revuelta y salpicada de tecnicismos filosóficos que han perdido su nuevo valor técnico hasta hacerse sarcasmos, toda la lucidez, el rigor y la presencia un poco sombría de un hombre que no se perdona ser filósofo, y que habiendo elegido el terreno de la reflexión ética, sólo está a gusto al contacto con las cosas: la política de su país o la revolución cubana, la guerra o el hecho de la muerte, la lucha, la violencia, esto es, al contacto con la verdad.-

Oscar Masotta (1965)

Notas:

N.de E.:  Moral Burguesa y Revolución de León Rozitchner, Ediciones Procyón, Buenos Aires 1965;  es el volumen que contiene este prólogo de O.M.;  fue re-editado en 2012 por Ediciones de la Biblioteca Nacional entre otros.-

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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