Piezas que no encajan
-Entrevista a Jorge Alemán-
Psicoanalista, escritor y ensayista. AME Analista Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano, miembro de la AMP Asociación Mundial de Psicoanálisis, docente del NUCEP Nuevo Centro de Estudios Psicoanalíticos - Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado sendos libros, artículos, realizado intervenciones en distintos medios, creado la primera revista lacaniana en Madrid "Serie Psicoanalítica".
Entre algunos de sus libros se encuentran: Lacan: Heidegger (junto con Sergio Larriera), Cuestiones antifilosóficas en Jacques Lacan, La experiencia del fin, Lacan en la razón posmoderna, Filosofía del límite e inconsciente -Conversación con Eugenio Trias-, No saber, Conjeturas sobre una izquierda lacaniana, En la frontera -Sujeto y capitalismo-, Soledad:Común -Políticas en Lacan, Horizontes neoliberales de la subjetividad; Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación.
La Décalcomanie
1966, óleo sobre lienzo,
81 × 100 cm
Presentación
“En el conocimiento –científico- la disciplina paradigmática es la física, en las ciencias hermenéuticas la disciplina paradigmática es la filología y en lo que corresponde a los intereses emancipatorios de la humanidad, la disciplina paradigmática es el psicoanálisis” Ernesto Laclau “La construcción discursiva de los antagonismos sociales-” Conceptual –estudios de psicoanálisis-Año 1 Número 2
El psicoanálisis, en un poco más de un siglo de existencia, ha sido un polo de atribuciones en el cual agentes de su discurso y de otros “pintan la aldea” según intereses y preferencias de lo más disímiles. En cada oportunidad da por resultado un campo poco homogéneo, según la inscripción en un listado de profesiones, especialidades, postgrados y otras exigencias de titulación. Habita en los intersticios, se escurre de aquello que quiere fijarlo por asimilación o por impostura evaluativa. Y pese, o mejor dicho con esto, su insistencia puede leerse en las redes que sigue tejiendo.
La historia del psicoanálisis en Argentina entendida como campo de tensiones, disputas, antagonismos, etc., que cual derroteros temporarios retornan nunca al mismo lugar, ha tenido con las políticas también su capítulo. Las políticas -como ideologías en sentido amplio y en casos inclusive como pertenencias partidarias- han entrado y salido de agenda en las instituciones analíticas y en las posiciones que con respecto a estas tomaban los analistas. ¿Cuáles son las relaciones, si las hubiera, de la inscripción partidaria de los analistas con respecto a sus prácticas políticas dentro y fuera del psicoanálisis?
Por otro lado, si el artista llevaba la delantera para que el psicoanálisis aprehendiera de sus operaciones y la producción de sus objetos, será posible hoy dirigir nuestra reflexión también hacia el entrecruzamiento con las ciencias políticas. Otro múltiple interés del psicoanálisis. Reflexionar, dar razones e intervenir a partir de lo político, ¿sólo compete a los psicoanalistas cuando se trata de dar pasos en la dinámica interna de sus instituciones?
Jorge Alemán, entrevistado por Conceptual, se inscribe en una serie de analistas que dentro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, se interesan en la diferenciación entre lo político y las políticas. Esta intersección discursiva entre psicoanálisis y ciencias políticas, orada la inercia de algunas afirmaciones y/o negaciones precipitadas; al demostrar inclusive el rigor de algunas consecuencias clínicas, epistémicas y por ende políticas, que incluye el tomar estos temas desde nuevas perspectivas todavía no tan exploradas.
Alemán invita a que en caso de seguir las líneas de fuerza de sus intuiciones primeras sobre estos temas, habrá que aproximarse a nuevas articulaciones entre Freud, Lacan, Marx, Heidegger y más allá. Es decir, será preciso método más que retórica. Sendos libros, artículos en medios de difusión masiva y revistas, el ejercicio público de la representación del Estado argentino ante el Estado español, la intervención en “las políticas” en varios países, dedicado a temas tales como la construcción discursiva de antagonismos, movimientos emancipatorios, nominaciones hegemónicas, etc.; lo encuentran como protagonista y testimonian de ese trabajo en curso.
Germán Aníbal Schwindt
Entrevista
– En sus últimos libros, tanto Soledad: Común – Políticas en Lacan– y En la frontera Sujeto y capitalismo, ha abierto varias líneas de reflexión e interés que presentan al psicoanálisis de orientación lacaniana como un ámbito propicio para una reformulación novedosa de la consideración de lo político y las políticas.
Donde no se trata de hacer de izquierda a los analistas, sino incidir en aquellos discursos que proviniendo de “las izquierdas” podrían encontrar una vía alternativa a partir del psicoanálisis de Lacan, a ciertos impases tanto en sus teorizaciones como en sus prácticas.
¿Cuáles son los principales lineamientos de tal “desfundamentación” de cualquier metafísica de la totalidad, de modo tal que incluya a los sujetos en la grieta de la imposibilidad al considerarlos hablantes, sexuados y mortales?
Es verdad que muchos colegas, cuando apareció el sintagma “izquierda lacaniana” hicieron de inmediato referencia a si me proponía hacer a los lacanianos de izquierda y siempre mi respuesta, como lo has formulado, ha sido que lo que me interesaba era por el contrario llevar a Lacan al campo de la izquierda, eso es lo que he tratado de hacer en estos años.
Con respecto a la palabra desfundamentación que está presente en tu pregunta quiero aclarar que no se trata de la desfundamentación del relativismo, no se trata de introducir, por ejemplo, un relativismo de tinte rortyano, sino en todo caso más que una desfundamentación de algo postfundamentacional, mostrar los impases las tensiones. Es por esto que me muevo todo el tiempo entre tensiones, piezas que no encajan, las distintas circunstancias que se abren entre las malas noticias que el psicoanálisis había introducido como cláusula de reserva con respecto a proyectos colectivos tradicionales de carácter emancipatorio y las nuevas lógicas emancipatorias que surgen en la época donde ya no podemos establecer de un modo metafísico, de un modo fundamentado la idea de que hay un sujeto histórico que va a llevar adelante un proyecto revolucionario.
En ese aspecto, muchos de los temas de Lacan, como las consideraciones en torno al discurso capitalista, están en un camino que intenté e intento transitar pero que sigue aún en ciernes, por ejemplo sobre el problema de la igualdad. Había una tendencia por parte de los analistas de usar la palabra igualdad como sinónimo de homogeneidad, como sinónimo de psicología de las masas, como sinónimo del carácter equivalencial de la mercancía en el capitalismo.
Intento arrancar la palabra igualdad de todos esos procedimientos y he tratado de inscribirla en la lógica femenina del no-todo. Porque precisamente se diferencia de la lógica masculina que se construye con la totalidad y la excepción, y por lo tanto no puede ser igualitaria -porque siempre tiene que segregar algún término que permita constituir esa totalidad-. El carácter infinito del no-todo puede sernos útil para pensar el problema más difícil de pensar, que es el problema de la igualdad.
A su vez también pienso que la igualdad tiene como momento lógico previo la diferencia; no hay que pensar la igualdad desde la identidad, sino desde la diferencia.
Por último, como sugiere tu pregunta, la grieta, para pensar que las subjetividades políticas. Estas ya no pueden ser pensadas en las lógicas racionalistas, aquellas que buscaron los proyectos socialdemócratas, con la versión del autónomo que toma las decisiones luego de las evaluaciones correctas.
En vez hay que considerar los sujetos en tanto participan en acontecimientos que los han constituido, en acontecimientos donde hay un saber en reserva, es decir que no está todo a disposición de la conciencia; en proyectos en que los actos instituyentes constituyen al sujeto y no al revés, es decir el sujeto es hijo del acontecimiento y no el que lo genera.
Estos aspectos al principio parecían muy periféricos; sin embargo, ha habido en todos estos años algo que confirma que esta orientación tenía algo fecundo, dado que el tema psicoanálisis y política se ha extendido en varios países de Latinoamérica, recibo desde distintos puntos muchísima correspondencia en ese sentido, extendiéndose también aquí en Argentina.
– También subraya que “muchos colegas han sabido construir con argumentos lacanianos una sabiduría escéptica en materia política, o un conservadurismo lúcido o una lectura irónica y en diagonal de los fenómenos políticos”.
¿Qué reformulación de nuevas y viejas vecindades considera oportunas visitar en ese camino que va del psicoanálisis a sus referencias, cuando en el desplazamiento actual de ciudadanos a consumidores abre un arco que, pasando por Freud y Lacan, articula reflexiones de Heidegger y Marx con el sugerente sintagma: poética política?
Sí, es verdad. Durante mucho tiempo los colegas, en muchos casos no en todos, se comportaban como mostrándose depositarios de un saber que les indicaba que los procesos colectivos finalizaban en lo peor, que los mismos estaban siempre organizados desde la perspectiva de la psicología de las masas y que además siempre con esto se excluía o se borraba la singularidad del sujeto. Pero dado el ulterior desarrollo de la lógica capitalista, prestemos atención a que el neoliberalismo ha utilizado nuevos paradigmas psi, siendo el propio psicoanálisis el que está amenazado en su existencia. La psicopolítica –vamos a decir- del neoliberalismo no ha escogido al psicoanálisis.
El psicoanálisis tiene una relación con la historia, la temporalidad, la rememoración, la división del sujeto, que se vuelve incompatible con los imperativos que el neoliberalismo necesita todo el tiempo sostener, con respecto a la promoción de las subjetividades: léase el empresario de sí mismo, el hombre endeudado, las figuras de la autoayuda, de los coach, de los managment, etc.
Entonces un modo también de decirlo, es que si el propio psicoanálisis no se inscribe dentro de ciertas problemáticas con respecto a las lógicas de transformación colectiva puede quedar simplemente reducido a una práctica profesional que tendrá una mayor o menor fortuna según cuál sea la cultura que lo acoge. Y a mí me parece que en Lacan hay elementos que merecen un destino distinto. Es decir, Lacan no solo renovó la práctica clínica y su noción de Escuela, sino que todo el tiempo hizo un esfuerzo para pensar distintas maneras en que la época incide en la práctica analítica y también los distintos modos en que la práctica analítica se inscribe en un proyecto epocal.
En su advertencia a matizar la afirmación “El Otro que no existe” propone una investigación de los términos en cuestión, cuando homologándola a lo que Marx dijera en su Manifiesto “todo lo sólido se desvanece en el aire” afirma: “(…) Por el contrario, si a pesar de tantas destituciones, de tanto cinismo, de tanta declinación del padre, de tanto colapso de las figuras de autoridad, el Poder es más compacto que nunca, es porque hay un Otro que funciona regido por la Técnica y el Capital, y que ha alcanzado un orden capaz de subsumir a los cuerpos y a las subjetividades en la forma de mercancía. Solo si se atiende a esta pendiente, la fórmula <el Otro que no existe> no queda circunscripta al eco rortyano liberal e irónico (…)”.
¿Estaría de acuerdo en considerar que este matizar también hace a cómo enseñar lo que el psicoanálisis nos enseña, en un tiempo donde una de las modalidades de la mercancía, también hace al desvío de reducir al psicoanálisis a una “profesión” universitaria entre otras, fuera de lo que implica atravesar la experiencia -en el sentido lacaniano del término- de un psicoanálisis?
Estoy de acuerdo. Hubo un momento en que entre los lacanianos se hizo célebre esta fórmula que Lacan había pensado para la cura analítica, en el final de la cura analítica hay un momento de separación donde los fantasmas que sostenían la existencia del Otro quedan atravesado, y se interpretó así también la globalización.
Así calificada la globalización, en tanto se extiende de manera rizomática y no está regida por ningún nombre del padre ni tiene centro alguno, vendría a mostrar que el Otro no existe. Entonces de allí, esquemáticamente, los psicoanalistas se dedicaron a demostrar el carácter autista del goce, la manera en donde cada uno de los sujetos está amarrado a su modalidad de goce y a su satisfacción en la época del Otro que no existe, empezando esto a ser utilizado como un sintagma fijo, como una caracterización general de estos tiempos.
Yo no comparto esa caracterización de la época, porque pienso que si ha habido declinación del nombre del padre, declinación de las autoridades institucionales, declive y destrucción de lazos sociales, destitución de todos los pactos simbólicos que rodeaban la relación capital-trabajo y a pesar de todo hay un funcionamiento; me parece que no se puede hablar de una inexistencia del Otro.
Es más, creo que la lógica del discurso capitalista no es la del Otro que no existe, ni tampoco, cómo dicen algunos lacanianos, la del “no-todo”, imaginando a la globalización como no-todo.
Creo que hay que reservar la expresión “no-todo” para proyectos emancipatorios, y que en cambio al discurso capitalista lo rige la relación “todo y excepción”.
Por eso insisto mucho en el carácter de estado de excepción del capitalismo. No veo al capitalismo rompiendo con la lógica de uno-todo.
Cuando dicen que la globalización es el no-todo y vivimos en la época del Otro que no existe, hacen más bien referencia a que el sujeto estaría encapsulado en su propio discurso y en relación a sus propias satisfacciones; sin embargo, se desatienden los proyectos uniformizantes y homogeneizantes que llevan adelante el campo de la técnica y el capital.
La exhaustiva articulación que usted realiza, para situar de manera inaugural y novedosa el sintagma “Soledad: Común” haciendo uso de algunos términos que provienen de la denominada última enseñanza de Lacan –tales como sinthome, Lalengua, las lógicas de la sexuación con su Todo-Excepción y No todo, etc.- contiene una torsión, cuando a la vez se apoya, dialoga, reconoce su afinidad en los usos que Ernesto Laclau realizara de una de las nociones primeras de Lacan –y no solo esta- como la de significante. Esta torsión no se inscribe en un vector progresivo de los papers científicos –que se anulan cada vez con mayor velocidad unos a otros, respondiendo a aquello que la ciencia considera avance-. Al mismo tiempo nada da por seguro el futuro y continuidad del discurso del psicoanálisis.
¿Qué se puede considerar cuando los cognitivismos, sobre todo de tinte anglosajón, sus intervenciones más o menos eclécticas, sus operaciones editoriales, apuntan a reducir al inconsciente, la repetición, la transferencia, la pulsión –conceptos fundamentales del psicoanálisis- a piezas del museo de una historia de la Ciencia?
Esto es lo que Gramsci denominara una guerra de posiciones. Yo sigo pensando que uno de los puntos claves, que enriquecen la experiencia de lo que denomino Izquierda lacaniana, es la propia experiencia analítica. Por eso coincido en que el psicoanálisis no puede quedar nunca solamente encapsulado, enclaustrado, bajo la lógica de las profesiones liberales.
Creo que en la experiencia de la cura hay oportunidades para pensar si uno quiere esos elementos, como así también el sinthome, el modo en que cada ser hablante se relaciona con su goce singular, o las maneras a las que se responde al “no hay”: al “no hay” de la relación sexual, al “no hay” Otro del Otro, al “no hay” un universal que nos sostenga en una excepción. Son ellas, posibilidades de abrir este espacio que denominé Soledad común, en donde introduje un término que no pertenecía a la tradición analítica que es el término “Común”.
Me diferencio del tratamiento del término que le dieron Negri y Hardt, por ejemplo, en sus libros Imperio, Multitud y Commonwealth. Ellos piensan el común, apoyándose en una frase de Marx a cerca del “General intellect”, la inteligencia general, y piensan que hay una extensión horizontal de las redes que va a escarpar al dominio capitalista, porque hay un trabajo inmaterial en las mismas que no es susceptible de ser atribuida a propietario alguno. Es un poco volver a producir la vieja idea marxista que el propio desarrollo de las fuerzas productivas va a introducir un colapso dentro de la maquinaria capitalista.
Yo pienso que hay algo previo a las redes, que es la lengua misma y que es esa lengua el lugar donde se juegan los “no-hay”, siendo lo que no hay lo que tenemos en común.
La manera en que introduje lo común es precisamente para salir de las lógicas homogeneizantes de la ciencia. Las ciencias pretenden todo el tiempo definir una universalidad objetiva, mientras que lo común carece de límites, aparece como indeterminado a lo largo de la historia y precisamente ofrece unas condiciones distintas para plantear la relación o el pasaje de lo singular a lo colectivo.
Yo pienso que para articular esto habría que ponerlo en tensión con la construcción de la hegemonía en Ernesto Laclau. El pasaje de lo singular a lo colectivo exige el momento de la “soledad común” que es preciso conjugar con la lógica de los actos instituyentes.
En el caso de Ernesto Laclau eso pasa de las demandas insatisfechas –preocupación esta por el campo del lenguaje- a la lógica equivalencial. Es otro procedimiento.
Y es verdad que hay constantemente, como lo formula el final de tu pregunta, sobre todo en Europa se ve muchísimo, bajo el nombre de ciencia considerar al psicoanálisis un anacronismo, una vía que desconocía los avances de la genética, una teoría que desconocía los avances de la neurología. Porque finalmente una condición del discurso capitalista y de la técnica es la forclusión del sujeto y para que esa forclusión se lleve a cabo en términos políticos, sociales e históricos, es necesario también que el psicoanálisis pase a ser una pieza de museo.
– Ciertas versiones de la segregación conllevan a redefinir el racismo en el siglo que inicia, no solo como sinónimo de xenofobia.
Freud, que ni adhirió al sionismo ni calmó la angustia del Einstein científico, con sus anhelos de una concertación de expertos que pudieran construir una valla al horror; en Lo ominoso dio otra dimensión a los temores ante lo extraño.
A los “procesos de segregación” como elemento no natural, Lacan le dio diversos nombres, entre ellos el de su objeto “segregado” de un discurso que se aproxima a lo real, el objeto a, en tanto residuo de una operación entre organismo y lenguaje. Aunque también lo segregado como la producción, solo a partir de un análisis, de un deseo inédito de psicoanálisis. La lógica de la segregación –que no es la de la exclusión- ha tenido otras denominaciones, como cuando en su Proposición menciona: “los campos de concentración”, subsidiarios de la “universalización procedente del sujeto de la ciencia”.
Hoy por hoy aspectos de la segregación son motivo de debate público, como aquel en el que participa activamente Jacques-Alain Miller entre otros en Francia, a partir del atentado a la editorial de la publicación Charlie Hebdo en París, a inicios de este año. Luego la realidad de una Europa unificada en cerrar sus fronteras a los inmigrantes, etc.
Esas acepciones de lo segregado en lo social son múltiples. Así, “lo judío” puede ser el nombre actual de lo musulmán como diferencia absoluta en una confrontación mundial de religiones en curso. En Latinoamérica, desde el fundacional “latino” y el balanceo entre guerras y dictaduras hasta la actualidad, hay casos en los cuales podríamos también extendernos.
Creo que la fórmula de Lacan en la que el porvenir de mercados comunes iba a hacernos conocer cotas desconocidas de segregación, se ha cumplido. Que evidentemente los proyectos universalizantes y homogeneizantes de la ciencia conllevan una lógica segregatoria. Porque de hecho el furor diagnóstico generalizado, la manera en que se han extendido los trastornos de conducta infantiles, las maneras en que además el odio surge de manera casi reticular y de manera transversal en la sociedad, nos muestran que esa lógica segregativa está en marcha.
Hay algunos teóricos europeos que ponen el nombre de lo judío, como el paradigma de todas las segregaciones. Es una idea, habría que ver si la función de la segregación prosigue sólo esa lógica. En Europa, la cura a la segregación era el multiculturalismo o la integración o la adaptación, cuando en realidad es un problema político. Y vuelve a establecerse ahí la cuestión de la hegemonía, la cuestión de la izquierda y de los movimientos emancipatorios.
No hay una solución cultural a la segregación, no hay una solución administrativa a la segregación, no hay una solución educativa a la segregación.
O sea, es una cuestión de índole política si las subjetividades tienen la posibilidad de inscribirse en un proceso de transformación colectiva o no.
Sino va a haber cada vez más candidatos para el terror, habiendo más sujetos que creen que no son nadie, que están excluidos de todo y que no tienen ningún lugar en el Otro, es muy fácil reclutarlos para cualquier tipo de proyectos.
– Algo de historia. “Psicoanálisis y pensamiento contemporáneo” es el título de la conferencia que usted nos diera en la ciudad de La Plata el 12 de abril de 1995. Para esos años, una serie de procesos democráticos de fuerte tendencia neoliberal expandían, a posteriori del fin de la guerra fría, cierta lógica global política y económica. Ahí distinguía dos aspectos: los discursos que promovían romper ciertos límites, los discursos emancipatorios de los años sesenta y setenta, y los otros que habían sobrevenido de los ochentas con tales políticas neoliberales y en parte de cierta atmósfera intelectual, con apelaciones a “la ética”, entendida esta como llamado a instaurar límites. También le dedicaba unas líneas a los integrismos fundamentalistas religiosos, como otra respuesta en la línea de fijar un límite “intentando dar un paso atrás, retomando los valores de la tradición, a los valores que vehiculizan a través de las religiones, a través de los textos sagrados (…)”.
El 26 de junio de 2015 han sucedido una serie de atentados, supuestamente realizados por fundamentalistas religiosos, coordinados en un mismo tiempo y en tres continentes. No pareciera que sucesos de este tipo pudieran ser caracterizados sólo como un capítulo más de la escalada bélica de un siglo a otro, ni como una continuidad de la manipulación propagandística de unas imágenes, cuando su reproducción técnica reproduce crueldades, donde “el horror puede velar el horror “, tomando su cita del texto sobre las imágenes publicitarias utilizadas por Benetton.
Contando con la complejidad del tema. ¿No podrían acaso estos sucesos ser interpretados como discontinuidades para con aquellos fundamentalismos religiosos de fines de siglo XX; en tanto irrupción de fenómenos de segregación, que a la vez se apoyan en discursos que -aunque no democráticos- apelan a cierto tinte emancipatorio?
Hay un debate en Europa acerca si el Islam, en su propia construcción simbólica, conlleva la práctica terrorista y la lucha por la Yihad, y hay muchísimos expertos en historia de las religiones que dicen que eso no es así, sino que es una de las derivas actuales según la lógica geopolítica que rige en el mundo hoy.
Yo no veo en esas actividades terroristas ningún tipo de tinte emancipatorio, porque las mismas están todas cruzadas con intereses que a veces son hasta imposibles de determinar y configurar. Lo que sí veo es que el proyecto multiculturalista europeo ha fracasado, y que todas las teorías de integración y adaptación en este aspecto no han funcionado.
Para finalizar, en Soledad: Común, usted propone una vía que nos interesa interrogar: “(…) Como lo hemos afirmado anteriormente, en el final de la Filosofía, el Psicoanálisis y la Política pueden presentar de distintos modos la lógica que responda por lo real imposible de la Diferencia Absoluta”.
Notamos que el discurso del psicoanálisis en más de un siglo, ha ocupado tanto el lugar de lo extraño temible, como el de un objeto más de consumo cultural, asimilado y “listo para llevar” entre otros consumos masivos. ¿Cómo contextualizaría para estos tiempos aquello que Lacan señaló: “nuestro porvenir de mercados comunes, se balanceará con procesos de segregación” en la línea por usted tendida, a efectos de captar: la frontera, el limite, lo indecible?
Como lo he intentado explicar en distintos seminarios e intervenciones últimamente y en los textos que evocas, el neoliberalismo es una formación histórica del capitalismo. Una función primordial en esa lógica es promover y hacer surgir un tipo de subjetividad que está siempre sostenida en la idea de gestionar a la propia vida como una empresa y como una vida que tiene que ir siempre más allá de sí misma, y siempre capaz de ir más lejos que sus propias posibilidades simbólicas.
Lo interesante aquí es que el psicoanálisis ha empezado a ser absorbido por la autoayuda y está lleno de psicoanalistas en distintos países del mundo, forman parte de esa lógica porque ellos mismos han introducido al psicoanálisis como un tipo de narrativa que sigue exactamente la matriz de la autoayuda y de consejos para vivir bien en la época.
Es decir contribuyen, vamos a decirlo concretamente, a la despolitización que el neoliberalismo promueve.
Así pues un matiz, esto que señala, se inscribiría en un cierto relanzamiento exhaustivo de aquello que plantean las paradojas del objeto del psicoanálisis, en la línea de aquello que usted demarca cuando en la intersección entre psicoanálisis y política hay piezas que no encajan, lo cual también creo podría plantearse en las relaciones que mantiene y ha mantenido al psicoanálisis con otros campos referenciales.
Sí, estoy de acuerdo. En términos de relanzamiento implica el transitar por estos nuevos problemas y tensiones, aún irresueltos… por investigar.
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Entrevista realizada por Germán Aníbal Schwindt el 13 de agosto de 2015, en la ciudad de La Plata y extraída de la revista Conceptual –Estudios de Psicoanálisis- Nº 16, Ediciones El Ruiseñor del Plata -Biblioteca Freudiana de La Plata, Octubre 2015. Por acuerdo editorial con la revista Conceptual –Estudios de Psicoanálisis.