Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 5 • Diciembre de 2016 •

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Marie Langer: psicoanálisis/marxismo y sus resonancias actuales

Ana Gutiérrez

Psicoanalista miembro del Instituto Pragma -APLP de La Plata. Miembro del Consejo de Enseñanzas de la Red AAPP (Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas). Responsable del Grupo de Investigación “Casos Clínicos: del conflicto a la solución”. Responsable del boletín mensual del Instituto Pragma-APLP, Microscopía. Directora de la revista Analytica del sur -Psicoanálisis y Crítica-

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La participación de Marie Langer en la historia del psicoanálisis en la Argentina tiene un peso propio que merece la pena ser comentado. Partiendo de la idea expuesta por Enrique Acuña en su Seminario del año 2016 (*), todo relato histórico es sintomático y por ello debe ser inscripto en un árbol genealógico. Ello implica que cuando nos referimos a un autor y a su recorrido dentro de la “parroquia” psicoanalítica, inevitablemente debemos preguntarnos sobre su biografía política, es decir, el contexto de época y los acontecimientos que atravesaron su subjetividad y acompañaron sus “actos políticos” junto a otros.

Marie Langer por lo tanto es un ejemplo de la implicancia política en la hystoria del psicoanálisis en la Argentina. Cuando decimos hystoria con “y” nos referimos a la marca indeleble de un deseo singular que deja por fuera la cronología y deviene efecto de la enunciación inconsciente de una “vida”, gracias al nombre propio anudado a una pragmática.

La pregunta que interroga e inquieta a Marie Langer a lo largo de su vida es la siguiente: ¿el psicoanálisis y el marxismo son excluyentes entre sí? Esta pregunta, que surge en los años 30´en Viena con los viejos psicoanalistas seguidores de Freud convenciendo a los jóvenes psicoanalistas que había que elegir entre el psicoanálisis y el marxismo, implica para la autora la advertencia de no replicar esta situación en Argentina en los años 70´, considerada por ella un error. Argumenta sobre esta pregunta e intenta dar una respuesta en “Psicoanálisis y /o revolución social”, capítulo del libro Cuestionamos (1), escrito por ella junto a veintitrés autores más. En dicho texto es posible rastrear decisiones y actos políticos de la “vida” de esta psicoanalista, que van desde el año 1930 al año 1971, y que afectan directamente a la hystoria del psicoanálisis en Argentina hoy.

Recorte biográfico

Un poco de cronología es necesaria, haciendo un recorte en el relato de su biografía para poder observar cómo el contexto de época dejó marcas en su propia subjetividad que orientó su deseo en ese acontecer sin ley regido por el azar, en la contingencia de su hystoria.
Nació en 1910 en Viena, capital del imperio austro-húngaro, en el seno de una familia de la alta burguesía judía, cursó estudios de medicina y se recibió en el año 1935. Continuó su formación en la cátedra de psiquiatría de Heinz Hartmann (analizante de Freud y creador en EEUU de la Psicología del yo) y se analizó con Richard Sterba (médico psiquiatra, discípulo de Freud y muy cercano al psicoanalista de izquierda Wilhelm Reich). Se formó en el Instituto de Psicoanálisis de Viena, fundado por Freud en el año 1908 e integrado por analistas destacados como Alfred Adler, Otto Rank, Karl Abraham, Carl Jung, Sándor Ferenczi, Sabina Spielrein y Ludwig Binswanger, entre otros.

En 1932, estudió un semestre en Alemania donde asistió a un mitin hitleriano y a su vuelta a Viena, se afilió al partido comunista. Dirá Langer: “Me parecía absurdo entregarme sin pelear” (2). En 1934 el austrofascismo clerical tomó el poder y el Instituto de psicoanálisis de Alemania sufrió un proceso de “nivelación” que implicó la renuncia de todos los miembros judíos, la prohibición del análisis didáctico y la eliminación del nombre de Freud de los textos (sus libros fueron quemados) junto a la prohibición del término “analítica”.

En 1935, en Austria, se habían prohibido todos los partidos políticos de la oposición. En Alemania arrestan a un analista, cuando su paciente fue detenido por la Gestapo a la entrada del consultorio. Las autoridades del Instituto psicoanalítico de Viena decidieron que “para preservar al análisis, al Instituto y a sus integrantes, se prohibía a los analistas ejercer cualquier actividad política ilegal y atender a personas que estuviesen en esa situación” (3). Esto situó a los miembros del Instituto en graves conflictos de lealtad frente a su ideología política y a su ética profesional, dirá Langer. Frente al paciente que militaba en la ilegalidad se podían seguir tres caminos: interrumpir su tratamiento; abandonar su actividad militante; o aceptar, en una alianza explícita, que prosiguiera en análisis sin hablar mucho de la cuestión (el analista de Marie, se decidió por esta opción).

En 1936, Langer es citada por las autoridades del Instituto por infringir la regla de abstinencia política, provocando como efecto su elección por “la revolución social” y la decisión de marcharse junto a su marido Máximo Langer (cirujano) a la guerra civil española como médicos en las brigadas internacionales. Esta experiencia dura un año, no pudiendo ya regresar a Austria por la persecución de los judíos. En palabras de la autora: “la izquierda me salvó la vida, sino me habrían matado por judía en Viena” (4). Luego emigran al Uruguay y en el año 1942 desembarcan en la Argentina. A su llegada a Buenos Aires, la invitan a participar de la fundación de la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina) junto a los psicoanalistas Ángel Garma, Celes Cárcamo, Arnaldo Rascovsky, Enrique Pichón Rivière y Guillermo Ferrari Hardoy. En dicha institución, llega a ser presidenta y es nombrada analista didacta durante veintinueve años.

En el 45´, con la asunción de Perón en la Argentina, Langer dirá: “No hay que meterse en la izquierda ni llamar la atención, para que la APA no corra peligro” (5). Si bien no se prohibió la militancia política a sus integrantes, hubo un clima aislacionista. La autora agrega: “renuncié al marxismo, (…) analizando mi posición encuentro causas muy personales de los que habíamos emigrado; tuvimos que rehacernos una posición, conseguir la autorización del título para trabajar, nos sentíamos inseguros y extraños en este nuevo país, no conocíamos su historia y nos asustaba la policía, estábamos cansados de luchar y teníamos miedo. Pero el factor más importante es que había fundado con otros una Asociación psicoanalítica y era turno de asignar el primer lugar al progreso y la difusión del psicoanálisis” (6). El camino a la izquierda estaba cerrado, el comunismo estalinista despreciaba el psicoanálisis y proclamaba a la reflexología como única teoría para un psicoterapeuta militante. “Mis mayores vienenses iban a tener razón: debía elegirse entre psicoanálisis y marxismo”, comenta Langer. (7)

Diecinueve años más tarde, en 1969, con la dictadura de Onganía en el poder, la APA adhiere a la huelga general y hace pública su protesta contra la represión violenta de obreros y estudiantes. Un número importante de analistas afronta el tema social abiertamente. Langer dirá en ese contexto de época (revolución cubana, mayo francés, Allende en Chile, Cordobazo, Rosariazo y demás) que ya son muchos los que llegaron a la conclusión que psicoanálisis, marxismo y revolución no son excluyentes, y se puede perder la fobia al mundo fuera de la institución. En este cambio de posición respecto al año 45, trabaja en la creación de dispositivos terapéuticos en hospitales, realizando trabajo comunitario y llevando a cabo su anhelo de poner al psicoanálisis (modificándolo como técnica grupal) al servicio de los no pudientes. Dice Langer: “algunos asumimos un papel muy activo, nos fascinó haber descubierto un campo donde poder hacer un curso acelerado de lo que nos había faltado durante tanto tiempo; adquirimos calle”. (8)

En el Congreso Psicoanalítico Internacional en Roma en el año 1969, se afilia junto a otros colegas a Plataforma Internacional, organización que se proponía cuestionar desde adentro la ideología de la formación y de la práctica psicoanalítica que impartía la IPA y de las sociedades dependientes de ella. Un tiempo después, con un grupo numeroso de psiquiatras, entraron a la FAP (Federación Argentina de Psiquiatras) que trabajaba en tres niveles: gremial, científico y político. La pertenencia y la actividad en Plataforma y FAP provocó a la larga conflictos con la APA, conflictos que la llevaron junto a otro grupo afín, Documento (1971) luego del Congreso Psicoanalítico Internacional de Viena, a la renuncia a la APA y a la IPA. El motivo fue el cuestionamiento a través de distintos documentos del verticalismo del poder en la institución y el monopolio de los analistas didácticos.

Marxismo y psicoanálisis no son excluyentes

En las teorizaciones de Marie Langer, Freud y Marx crean nuevas ciencias pues ambos descubren que detrás de una realidad aparente hay procesos invisibles que son el motor de su historia, Freud en lo psicológico y Marx en lo histórico-social. Tienen la dialéctica en común: el marxismo define al hombre en abstracto, exponente de su clase; el psicoanálisis toma al hombre concreto como objeto de estudio regido por su propia historia, que en la profunda opacidad de cada infancia particular es vivida como absoluto. El razonamiento a adoptar es el de la complementariedad entre psicoanálisis y marxismo para enriquecer a la teoría y ubicar al paciente dentro de un mundo en crisis. El vínculo terapeuta-paciente, escribe Langer, quiere ser neutral, pero está contaminado por lo social y el análisis se vuelve cómplice del establishment cuando a toda pretensión crítica y cambio del paciente se la vuelve resistencia y se intenta adaptar al paciente al orden establecido. Aislarse y prescindir del proceso histórico, dirá, lejos de constituir una actitud neutral, es un modo activo de tomar posición y en un país en crisis social con pacientes implicados políticamente y frente a episodios de conmoción nacional, debe ser abordado en la sesión de un consultorio.

Esta frase de Langer resume su posición: “La indiferencia de muchos pacientes frente a lo social, corresponde a una negación o represión y debe ser abordada en un análisis. No hablo de adoctrinar, pero sí de pesquisar las causas de esta indiferencia, considerada un síntoma, (…) el presente es conflictivo y no debemos repetir el error de los años 30´”. (9)

Enrique Acuña explica estos acontecimientos en los siguientes términos: “Plataforma y Documento, como épica donde ‘el Cordobazo nos despertaba’ según una notable expresión de Marie Langer, como si los intelectuales liberales tuvieran los mismos intereses que la clase obrera. Apología entonces, de aquellos dorados años de militancia del PC en los que marxismo y psicoanálisis eran sintagmas del intelectual tipo y se apostaba a la revolución de igual forma en la calle que en el consultorio” (10). El PC, que despreció al psicoanálisis y se vanaglorió de la reflexología como única teoría para un psicoterapeuta militante, es, quizás, la clave para entender que un terapeuta y un psicoanalista no son lo mismo, y que Marie Langer perdió el rumbo en la hystoria de las vicisitudes de su “vida”.

El campo social y el campo del psicoanálisis

Desde el campo del psicoanálisis tenemos una “loca” certeza, la certeza del inconsciente que atraviesa y es atravesado por el campo social, incidiendo en los sujetos, ya sea como terapéutica o como hacer político en ese anudamiento libidinizado con los otros en una comunidad analítica. En el diván de un analista, en ese lugar privado, se produce un hecho social ya que entre analista y analizado “está la cultura de esa época en las huellas que sus objetos dejan en las identificaciones” (11), en cada caso singular y cada vez.

El campo social con sus individuos y las interacciones políticas que se producen entre ellos, no es complementario ni homogéneo al campo del psicoanálisis, donde el significante es decisivo para hacer de lo político el lugar donde se juega el sujeto y el Otro, donde resuenan los efectos particulares del inconsciente. Resonancias actuales que siguen vigentes en esa hystorización del psicoanálisis que abre a nuevas interrogaciones hoy, acerca de “la izquierda lacaniana”, que resignifica viejas políticas, quizás en la actualidad aggiornadas, donde no se trata de especulación nostálgica, sino del sinthoma de nuestra cultura local.

 

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(*) Seminario “El psicoanálisis, sinthoma de la cultura” dictado por Enrique Acuña durante el año 2016, en el Centro Cultural Sánchez Viamonte, CABA. Ver: https://enriqueseminario2016.wordpress.com/

Notas:

1) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(2) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(3) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(4) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(5) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(6) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(7) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(8) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(9) Langer, Marie y otros: Compiladora. Cuestionamos. Colección Izquierda Freudiana. Granica editor, 1971.

(10) Acuña, Enrique: “Declinaciones de un sobreviviente. Psicoanálisis frente a la dictadura” en Resonancia y Silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp, 2009.

(11) Acuña, Enrique: “Declinaciones de un sobreviviente. Psicoanálisis frente a la dictadura” en Resonancia y Silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp, 2009.

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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