Los surfistas del lenguaje
Psicoanalista en Roma. A. P. de la de la Scuola Lacaniana di Psicoanálisis (SLP). Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Integra el Comité Internacional de Radio Lacan y es Corresponsal de la revista Conceptual –Estudios de psicoanálisis- en Roma, Italia.
El método tradicional
Fotografía analógica, impresión digital
Medidas: 40 x 60 cm o 60 x 40 cm c/u.
Dípticos: 60 x 40 cm y 27 x 40 cm c/u
Trípticos: 60 x 40 cm c/u
2003/4
Fotografía de vajilla tradicional inglesa intervenida con comida.
La editorial Zanichelli ha editado en Italia el Diccionario analógico de la Lengua Italiana, de Donata Feroldi y Elena Del Pra. Valerio Magrelli nos lo presenta en su sugestivo artículo en La Reppublica del 28 de octubre 2011, con el título I surfisti del linguaggio. El término “surfistas” me ha evocado de inmediato la afirmación de Ricardo Piglia1 quien en su Formas breves escribe que el psicoanálisis y la literatura tienen que ver con el arte de la natación, en particular el psicoanálisis, porque sirve para tener a flote, en el lenguaje, gente que se obstina en hundirse.
Se diría que hay marea alta. Y, en efecto, las autoras del Diccionario…, como además el autor del artículo, son escritores y también traductores y, el segundo, reconocido poeta. El título de Magrelli prosigue: “Viaje en el diccionario de las relaciones lexicales”. A este punto, la invitación es irrenunciable: ¿cómo no rendirse a viajar por las arterias de un diccionario? ¿Quién no ha probado el irrefrenable placer, incluso la turbación no siempre placentera, de dejarse llevar por las infinitas devoluciones de un diccionario sintiendo el vértigo del sentido sobre el surf del significante? Pero la particularidad que plantea la nota es que ahora es distinto, se llega al diccionario sin surf. Falta la palabra que nos falta. Falta el significante. Está en juego algo que nos concierne. En efecto, el punto de partida, como propone Magrelli, es elemental: un diccionario se puede consultar de dos modos, conociendo el término que estamos buscando o no conociéndolo, deseando aproximarnos teniendo una vaga idea de su existencia. La diferencia es la misma que pasa entre una búsqueda vertical y una horizontal.
Examinemos esta última, propone Magrelli: ¿cuántas veces, mientras estamos exponiendo un concepto, la palabra que nos sirve para explicar nuestro pensamiento se nos escapa, a pesar de que sabemos que existe? Es justamente aquí que interviene el Analógico: no para buscar algo que ya poseemos sino para encontrar algo que ignoramos. Como afirmado por una de sus autoras en la introducción del volumen, la diferencia entre las dos familias de vocabularios se esclarece de este modo: para recurrir a este diccionario, explica, basta poseer un término ligado a aquello que nos interesa, incluso saber solamente a qué ámbito disciplinar pertenece. Más que a la ignorancia del significado de un elemento conocido, este extraño instrumento responde a una laguna expresiva, la de “las palabras para decirlo”, como precisa Magrelli, que evoca el título de una novela autobiográfica de Merie Cardinal donde se narra -agrego- el encuentro con la escritura a través del impacto con el psicoanálisis. En efecto, el aspecto más curioso está en qué modo funciona esta “caja mágica”.
He aquí como se explica la analogía, la caja mágica es el inconsciente, descubierto por Freud y que Lacan revela estructurado como un lenguaje, con sus leyes al mando de la función de la palabra, y aquí comienza la subversión.
Ninguna referencia en la palabra que no sea al lenguaje mismo como orden significante: orientación princeps que nos impele a tener viva la cuestión y, teniéndola viva, a extraer de ello las consecuencias, porque no es sin consecuencias que el psicoanálisis ha atravesado el concierto de saberes haciéndose atravesar a su vez, teniendo vivo el síntoma que él es en la cultura, o sea, en el lenguaje.
De hecho, la llegada de esta nueva familia de vocabularios, sucesores de los tradicionales vocabularios de sinónimos y contrarios, es consecuencial a la presencia del psicoanálisis en la cultura. La necesidad a la cual responde se coloca en la praxis, en lo vivo de la lengua – causa es el empobrecimiento de la memoria, concomitante a la evaporación del Nombre-del- Padre, para decirlo con Lacan. Podemos anotar que esto mismo tiene que ver con aquello de lo que se ha ocupado en su última enseñanza y donde, como indica J.-A. Miller, la referencia no es más Freud sino Joyce, tocado por el psicoanálisis aunque “desabonado” al inconsciente. Se trata de un nuevo umbral y dos inconscientes diversos: la idea de memoria reporta al primero, al inconsciente freudiano. La respuesta de Lacan, en cambio, viene a explicar cómo se flota en el lenguaje por fuera de esa memoria y esa es justamente la cuestión puesta por Lacan a Joyce y de cuya mano encontrará el inconsciente real. Rarísima expresión que emplea solo una vez en su último escrito una semana después de cerrar el año del Seminario dedicado a Joyce.
Para volver a la cuestión a la que el diccionario responde, diremos que el “venir a menos” de lo simbólico -como fenómeno generalizado- es el dato que bien dice el “no orden” que lo sostiene, prospecta esto acaso otra concepción del lenguaje? Y no es por casualidad que las autoras depositan en las “relaciones” o lazos, la materialidad invisible de la lengua como red. La tapa del volumen propone un enredo de hilos y cordezuelas: he aquí la concepción del lenguaje-ovillo. Evoco aquí la imagen que ha representado el encuentro Pipol 4 en Barcelona, dedicado, precisamente, a la desinserción del lenguaje. También en el Diccionario analógico es la trama abierta, o la no-trama, el imput de la ilustración.
Para confirmar esta concepción del lenguaje, Magrelli nos trae una definición de una de las autoras en su tesis de graduación en Filosofía (El significado del horror), definición que demuestra su continuidad con el Analógico: “la investigación de la estudiosa está impostada como un hipertexto” explica, y la cita: “un conjunto de nudos conectados por vínculos, donde las informaciones no están ligadas linealmente, como una cuerda a los nudos, sino que extienden sus vínculos a diáspora, con una modalidad reticular”. Sorprende descubrir cómo la palabra viaje sola, prescindiendo del significado, es lo que arrastra la estructura lexical, de la cual la célula mínima es el fonema, caro a la Escuela de Praga, pero ya presente en Saussure. Por eso las autoras proponen la búsqueda horizontal, para abrirse a la corriente que anima las olas de la pobre metáfora. La del sentido precisamente, de las palabras que, asociadas lexicalmente, orientarán al extraviado viajero proveyéndolo de un surf (se nos ha escapado remarcar que el Analógico se presenta en edición portátil).
Por nuestra parte, solo agregar que, para cabalgar la cresta de la ola montando el propio, será siempre necesario el espacio de un lapsus2. ¡Buen surfing!
Traducción: Renée Girardi
Notas:
(1)- Ricardo Piglia es citado por J.-A. Miller en su Curso del 2005-2006, “Illuminazioni Profane”.En el número 46, Freudiana (2006), publica el diálogo con las tesis del autor a propósito de la novela.
(2)- “L’esp d’un laps”, título dado por Lacan a su “Prefazione all’edizione inglese” del Seminario XI, y minuciosamente trabajado por J.-A. Miller en su Curso del 2006-2007, “L’inconscio reale”, en La Psicanalisi, n. 42 (2007), pp. 112-172.
Publicado no textualmente en Lacan Quotidien, 17/11/2011.