Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 13 • Diciembre de 2023 •

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La parentalidad im- pactada

Pablo Sauce

Psicólogo. Miembro de La Escola Brasileira de Psicanàlisis y de La Asociación Mundial de Psicoanálisis (EBP/AMP). Coordinador del Núcleo de Pesquisa del Instituto de Psicanálise da Bahia (IPB). Coordinador del Programa de Tratamiento de las Adicciones Generalizadas, Salvador de Bahia, Brasil. Miembro de la Red AAPP. Corresponsal de Analytica del sur -Psicoanálisis y Crítica-

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Estudio de bananos, Zygmunt Kowalski, IG: @centenariokowalski

 

La frase de referencia a continuación se encuentra en el Seminario 19 de Jacques Lacan, “…O peor”. En la clase del 1º de junio de 1972, (pág. 204) llamada «Teoría de las cuatro fórmulas, Lacan afirma lo siguiente:

“…el e-pater ya no nos impacta (…)  En cualquier plano, el padre es el que debe impactar a la familia. Si el padre ya no impacta a la familia (…) que todos saben que es una manada de esclavos (…) naturalmente se encontrará algo mejor.”

 

“Para hablar de una identidad sinthomal hay que hablar del uno por uno de los casos en donde la identidad se ha abierto a al menos uno, una oveja negra del conjunto que no pertenece al conjunto. Esa es la identidad sinthomal a la cual se refiere efectivamente lo femenino, no como un atributo de las mujeres sino de algo que hace ruido entre el hombre y la mujer. No pertenece a los géneros, sino que lo femenino implica algo ligado a lo imposible como real.”

Enrique Acuña: “Se(x)uaciones– Hombres y mujeres con lo femenino”. En Revista Virtual Analytica del Sur- Psicoanálisis y Crítica. N°11. Diciembre de 2021.

 

Unegar… o peor

¿Qué es la familia para el psicoanálisis sino un lugar en donde se efectúa un lazo? La pareja parental determina una horma que funda identificaciones. El padre y la madre representan para el sujeto la proporción de una relación que da forma a la familia como ese lugar donde se despliega y trasmite la palabra, el lugar de la cultura, del Otro. Freud llamó a esto la “novela familiar del neurótico”, es decir, el modo como cada sujeto ha interpretado esa fórmula entre el padre y la madre y de qué modo escribe su propia historia en esa trama. Según Germán García, lo más que puede decirse es que un hijo siempre está en duelo -en el doble sentido de elaboración de una pérdida y de enfrentamiento de un rival-  con un padre que inventó en su infancia sin tener en cuenta las cualidades perceptibles de su progenitor. Es la novela que construye el sujeto para figurarse la prohibición, la interdicción del goce incestuoso, endogámico. Y señala que “el Pater familia es una lágrima desde su restauración, después de la Revolución Francesa. Como padre del goce (R), pasó por encima de sus juramentos matrimoniales. Como padre de la ley (S), sabe que sólo puede salvarse por la trampa. Como padre del amor (I), conoce las convenciones y olvida lo demás”. Sin embargo, sabemos que no hay padre sin hijos. Y como se es hijo de algo no hay entonces, hijo sin algo que siempre se parecerá a un padre. Cuestionamos entonces, con Germán García, que no importa quién es el padre, sino qué es, ya que se puede ser hijo de la patria, del patrimonio y de tantas cosas más, según lo (que) diga la Madre: lo viril está del lado de la mujer. Es la única que cree en eso.

Lacan, (La Familia, 1938) considera que hay un pasaje de la filiación para la alianza. De ahí dedujo al padre, no de la familia ni de la procreación, sino del matrimonio, de los modos de hacer pareja, de gozar. Su tesis en «Notas sobre el niño» es la de que los modos como cada pareja parental teje el goce, determinan el nudo que toma cuerpo en el niño como síntoma. De este modo la familia se sostiene como un trenzado de formas de gozar. En su conferencia de 1975 en la Universidad de Columbia, Lacan destaca lo real del padre como aquello que no está ahí para hacer ley o para hacer sentido, sino que está ahí para marcar el lugar de su goce como viable. En el Seminario 19 afirma: “Es absolutamente necesario plantear que existe uno para quien la castración no se cumple. La castración quiere decir que todo deja que desear. Para pensar eso, es decir, pensarlo a partir de la mujer, es necesario que haya uno para quien nada deje que desear. Si ustedes descuidan esto, no veo qué les permitiría orientarse. Esta excepción ‘es la función del e-pater’. En síntesis, el e-pater ya no nos impacta. (Juego de palabras entre épater («impactar», «pasmar») y el latín pater («padre»). Equivoco divertido en la lengua francesa. Esa es la única función verdaderamente decisiva del padre.” “Impactar a su familia”, producir un efecto admirativo, implica el reverso de hacer de legislador. “En cualquier plano, el padre es el que debe impactar a la familia. Si no, naturalmente se encontrará algo mejor (…) siempre hay uno que impactará a la familia, que todos saben que es una manada de esclavos”.

Entonces, necesariamente,“existe uno que dice que no”. Eso no es lo mismo que negar, pero a partir de ese montaje del término unegar (unier) al modo de un verbo que se conjuga, podría proponerse que, en cuanto a la función representada en el análisis por el mito del Padre, él uniega (uno, une, niega).

En el mito de la horda tenemos ese correlato de todas las mujeres. Ya Lacan va a modificar la fórmula. Dice: “El las une, pero no todas”. El acceso que elige Lacan a la cuestión del padre es el del uno por uno de aquellos que se han convertido en padres. Para definir a un padre, Lacan habla, entonces, de “padre-versión” [père-version], de versiones del padre, una por una. De ahí la segunda referencia, que suplementa la primera y que orientó este trabajo: “Un padre no tiene derecho al respeto, incluso al amor, sino cuando dicho amor, dicho respeto, está […] per-versamente [père-versement] orientado, es decir si hace de una mujer objeto a que causa su deseo. Pero lo que una mujer a-coge de este modo no tiene nada que ver con la cuestión. De lo que ella se ocupa, es de otros objetos a, que son los hijos”. Vemos que Lacan define al padre a partir de un fetichismo particular: se trata de un objeto que una mujer ha producido. El niño es un objeto a de la madre. De ese objeto a, el padre debe tener un cuidado particular, que nombramos paternal. Ese cuidado lo deja en un lugar de síntoma. Es el único punto en el que un hombre puede devenir el síntoma de una mujer: si ella es madre. La perversión paterna, […] consiste precisamente en que el deseo del padre esté ligado a una mujer entre todas, es decir, como única. Es en la medida en que esa única […] lo marca, que se revela que el padre no es Dios. Ese padre no garantiza el acceso al goce, como el padre-Dios lo hacía  para todas las mujeres en el modelo freudiano. De este modo particular, el padre puede dar al sujeto acceso a lo real del goce en juego. ¿Por cuál vía? Al contrario de la vía del ideal, implica una operación en la que se trata de producir un efecto particular que consiste en mantenerse a distancia de la creencia según la cual un padre puede serlo “para todos”. Implica dar un paso a un lado respecto al ideal del pater familias. No es simplemente agente de una ley, sino que ya tenemos aquí el lazo del padre con un deseo. Es lo que viene a destacar la función de épater a la familia. Es una posición del padre después del fin de la ley del patriarcado. De este modo, Lacan pasa de la función del padre al padre en función, al padre uno por uno. Pasamos de la pregunta sobre cómo ser padre a la pregunta sobre cómo se hacer existir a un padre. En este sentido el esfuerzo de Lacan consiste en pensar el lazo del niño a los padres y el duelo en juego, por fuera del lazo al padre universal. En esta perspectiva, según Jacques-Alain Miller, no se trata tanto de prescindir del padre como de poner el acento sobre el padre en tanto que existencia particular. Así verificamos la existencia del padre en tanto ella “recusa toda norma, todo estándar, todo para todo x”.

 

Para cada uno su GPS (Goce Pasible de Simbolizar)

Si por una parte no hay familia sin hijos; por otra parte, según Éric Laurent, la articulación de la familia a la ciencia y a las nuevas ficciones jurídicas ha desplazado las preguntas sobre los niños y sus padres. Ante la dificultad para calificarla, no hablamos ya de familia sino de parentalidad. Padre es un estatus legal, simbólico; en cuanto que la parentalidad desborda el estatus. Está del lado de lo real. Hablar de parentalidad implica no dejarse fascinar por el estatus, sino poner el acento sobre la diversidad que implica la interacción del niño con sus padres. Aquel que hace función de padre no aplasta a la familia bajo su goce, ni bajo su pretensión de tener acceso al goce que haría falta. Le corresponde a él ayudar a los miembros de su familia a decir no al goce bajo su aspecto mortífero y a decir algo sobre un goce que sea viable, sin pretender recubrir lo real.En esta nueva posición, el padre no debe imponer su goce. Por eso Lacan dice que debe mantenerlo en la represión. Si no lo hace, se convierte en el padre tirano, que impone un goce tan insoportable como arbitrario. Pero, si no quiere saber nada de su goce, se reduce entonces al ideal del padre de familia, tan castrado como impotente. Un padre perdido.

Según J. A. Miller, lo que suple la ausencia de una brújula natural, son los artificios, los montajes significantes, lo que Lacan llamó más tarde discursos, que dicen lo que hay que hacer, como hay que gozar, reproducirse, etc. Cada familia también tiene su discurso, es decir, un cierto sistema de valores, de significantes, un estilo de conflicto, etc. Sin embargo, el fantasma de cada uno permanece irreductible a los ideales. Miller destaca, no tanto el declinio del NP, sino su pulverización. Hoy son moneda corriente los “discursos de minorías que se apropian de una de las partículas del NP y pretenden imponerla a la mayoría, excluyendo cualquier dialéctica”. No es que el efecto estructura patriarcal esté definitivamente destruido ya que reaparece bajo otras formas. Pero en este patriarcado ya no es el padre el que está a la cabeza. Pueden ser los hijos o cualquier figura que se haya apropiado de una de las partículas del padre nebulizado.

La familia presenta hoy en día una particular dificultad para articular ley y deseo (falta y cuidados maternos), ya que a la carencia paterna responde una perseverancia materna en hacer ley; ante la dimisión paterna se pone en marcha el dominio materno, así las familias son tomadas por modos de satisfacción cada vez más perturbadoras. Afirma Germán García que si, por un lado, el Pater (familia) viene en declive, por otro lado, la familia está en alta gracias a la Mater, la cual resume a la familia. Lo que significa que el niño de hoy en día nace en un mundo que ya no está estructurado en el a priori del amor del padre, en esa doble vertiente tan particular de la construcción del rol del padre en el mundo occidental: aquél que es amado y, al mismo tiempo, aquél que priva del goce. Esta particularidad hace aún más frágil su construcción en la medida en que el niño contemporáneo está confrontado a las formas de goce adictivo de las que testimonia nuestra clínica. El niño está confrontado, sin mediación, a lo que no deja de repetirse, tanto en la vertiente de lo demasiado-lleno como en la del vacío, como las adicciones que afectan a todos los circuitos corporales: lo oral (anorexia/bulimia, comida basura, sustancias); lo anal (retención/expulsión, agresividad); lo escópico (video juegos y pantallas); y lo vocal (intolerancias a los mandatos de la ley). Así como nos encontramos también con una clínica vinculada a la imposibilidad de habitar un cuerpo y fijarlo a una imagen: donde entra todo lo que se reagrupa bajo el cajón de sastre del déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH); o también la imposibilidad de habitar un sexo correspondiente al género asignado. Nos encontramos aquí con los signos del tratamiento del goce no ya en relación a la madre y el incesto maternal, sino en relación a una mujer.

 

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(*) Texto de la clase Nº 6 del Seminario de la Red AAPP, dictada el 7 de octubre del año 2023 por zoom: “¿Declinaciones de lo familiar? -El psicoanálisis y los cuerpos hablantes-, cuyo docente fue Pablo Sauce y la comentadora Verónica Ortiz

Bibliografía:

https://freudiana.com/revista/freudiana-no-97/

– Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 19,… o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012.

– García, Germán: Perfil, número especial, “Hijo de algo”, 25 de junio de 2007.

– Acuña, Enrique: Resonancia y silencio -psicoanálisis y otras poéticas, “Viejo mundo nuevo. La sociedad del acto analítico”EdULP, La Plata, 2009.

– Acuña, Enrique: Revista Virtual Analytica del Sur- Psicoanálisis y Crítica N°11, “Se(x)uaciones- Hombres y mujeres con lo femenino ”, diciembre de 2021.

– Acuña, Enrique: Curso Breve «¿Quo vadis homo sapiens? -psicoanálisis y cuerpo»- Argumento y comentarios: https://seminarioenriqueacuna.wordpress.com/2021/08/04/quo-vadis-homosapiens-psicoanalisis-y-cuerpo-por-enrique-acuna/

– Lacan, Jacques: Otros Escritos, «Nota sobre el niño”, Paidós, Buenos Aires, 2012.

– Lacan, Jacques: « Columbia University, Auditorium School of International Affairs, 1 de diciembre de 1975 », Revista Lacaniana, n° 21, Grama, Buenos Aires, 2016.

– Lacan, Jacques: La familia, Prólogo de Oscar Masotta, Editorial Argonauta, Biblioteca de Psicoanálisis, 1978.

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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