El cuerpo del ser hablante
Psicoanalista. Miembro del Instituto Pragma- APLP. Miembro de la Red AAPP (Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas). Actual coordinadora de Consecuencias de la clínica, del Instituto Pragma. Autora de diversos artículos publicados en libros y revistas de psicoanálisis.
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Siguiendo la propuesta del presente seminario, seleccioné, para continuar con el eje II del programa que toma “Los cuerpos hablantes», el siguiente párrafo del escrito “Radiofonía”:
“Vuelvo en primer lugar al cuerpo de lo simbólico, que hay que entender como fuera de toda metáfora. Prueba de ello es que nada sino él aísla el cuerpo a tomar en sentido ingenuo, es decir aquel del que el ser que se sostiene en él no sabe que es el lenguaje el que se lo concede, hasta el punto de que él no sería aquí, a falta de poder hablar de este.
El primer cuerpo hace al segundo, al incorporarse en él.”
“Radiofonía”, en Otros Escritos, (pág. 431).
Ramona, Zygmunt Kowalski, IG: @centenariokowalski
Para comenzar me interesa subrayar la idea de que el lenguaje como cuerpo de lo simbólico y como primer cuerpo, es el que le concede al ser un segundo cuerpo en el que se sostiene. En tanto se lo concede podemos decir que el ser pasa a tener un cuerpo. A esta altura de la enseñanza de Lacan se trata de un cuerpo que se tiene y que se goza.
Intentaré tomar esta idea de “tener un cuerpo”, que se puede pesquisar en diferentes momentos de la enseñanza de Lacan. Me parece que es importante detenernos allí para luego pensar el síntoma como acontecimiento del cuerpo, cuestión que será abordada por Daniela Gaviot en su comentario.
El cuerpo no es algo primario
Pero para llegar a un cuerpo que se goza, Lacan hizo todo un recorrido donde podemos decir que lo que se mantiene es que el cuerpo no es algo primario sino algo que se construye.
Entonces, si el cuerpo no es algo primario, la primera cuestión a pensar es que lo viviente, el cuerpo orgánico, no es el cuerpo del que se trata en psicoanálisis. Lacan parte de esta cuestión para hacer un recorrido en el que vemos el cuerpo en los diferentes registros, imaginario, simbólico y real.
Haciendo un breve resumen de lo ya expuesto en la clase dictada por Mara Vacchetta en este seminario, podríamos decir que en Lacan hay un primer momento en que propone que para que haya cuerpo es necesario lo viviente más la imagen; es el estadio del espejo, implicado en la formación del yo, de la imagen unificada, del cuerpo imaginario.
Luego, en los inicios de su enseñanza, años 50, es el lenguaje el que le da un cuerpo al sujeto. Se trata de un cuerpo determinado por lo simbólico. Allí podemos ubicar el cuerpo histérico, enfermo de palabras, que en la conversión histérica, tal como la plantea Freud, nos revela una verdad, asociada a un sentido sexual. Se trata aquí, como señala Jacques-Alain Miller, de la significantización del cuerpo; el significante puede tomar su materia del cuerpo, se trata de la elevación de alguna entidad imaginaria o real al orden simbólico. El paradigma de esta operación es el devenir significante del falo, la significación del falo, en la que un órgano presta su materia al significante. (1)
Luego, a partir de los años 60, con su invento, el objeto a, Lacan nos acerca a un cuerpo ligado a lo real, ya no ligado a la constitución del yo como en el estadio del espejo, sino a la constitución del sujeto del inconsciente. Se trata de un cuerpo fragmentado, del que el sujeto tiene una experiencia, principalmente a partir de la angustia. Ya no se trata del síntoma como mensaje a descifrar sino del acontecimiento del cuerpo, de delimitar una inscripción, huella, marca, trauma, de goce. A partir del Seminario 10 podemos ubicar la versión de un cuerpo real, que goza.
Pero como decía anteriormente, este breve recorrido es para subrayar que el cuerpo no es algo primario, cuestión que Lacan explicita en el párrafo seleccionado. Según el momento de su enseñanza tendremos que para que haya un cuerpo, es necesario como condición al viviente, más la imagen en el espejo en un primer Lacan, el lenguaje articulado en el momento de esplendor de lo simbólico, o la letra y lalengua en su última enseñanza.
El cuerpo de lo simbólico
En el párrafo seleccionado del escrito “Radiofonía”, contemporáneo del Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, de 1969-1970, Lacan habla de un primer cuerpo, el cuerpo de lo simbólico. Y aclara que cuando llama cuerpo a lo simbólico, al lenguaje, no es en sentido metafórico.
Como señala Colette Soler (2) Lacan hace un uso del término cuerpo en tanto sistema de relaciones internas. En el escrito “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” Lacan se refiere al cuerpo de lo simbólico cuando escribe que “La palabra en efecto es un don de lenguaje, y el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es cuerpo. Las palabras están atrapadas en todas las imágenes corporales que cautivan al sujeto” (3). Aquí Lacan subraya la materialidad del lenguaje. Miller se refiere a la materialidad del significante y señala que el significante toma su materia o bien del sonido, o bien del cuerpo orgánico. En cuanto al cuerpo simbólico, acentúa su carácter de orden, formal, lógico, que puede tomar su materia tanto del sonido como del cuerpo orgánico.(4)
A la altura de “Radiofonía” Lacan ubica el cuerpo de lo simbólico como incorporal, que al incorporarse hace al segundo cuerpo. Retomaremos esta cuestión siguiendo a Éric Laurenten el libro El reverso de la biopolítica.
Tener un cuerpo
Miller retoma el término de origen legal Habeas corpus (5) que hace referencia al derecho del ciudadano de disponer de su cuerpo, usado en casos de detenciones ilegales. El hecho de plantear el derecho a disponer del cuerpo implica que el cuerpo es algo que se tiene. Podemos decir que el lenguaje como cuerpo simbólico hace que no seamos un cuerpo sino que tengamos un cuerpo. No se trata de ser sino de tener un cuerpo. En principio Lacan lo explica por el costado de la introducción, con el lenguaje, de lo que llama la muerte anticipada (6), aquella que condiciona nuestra vida; que introduce por ejemplo la idea, en el héroe, de arriesgar su vida, para ser recordados más allá de la vida biológica, lo cual plantea una vida del sujeto más allá del cuerpo orgánico.
El lenguaje o cuerpo de lo simbólico (el primer cuerpo) precede al sujeto; se habla del sujeto antes de su nacimiento y después de su muerte. En este sentido es que sujeto y cuerpo se separan, del lado del sujeto ubicamos el ser como falta en ser, y del lado del cuerpo el tener.
También podríamos decir, siguiendo a Miller (7), que el lenguaje introduce un saber que no es el saber natural del cuerpo. El saber natural es lo que se plantea en los seres vivientes sin lenguaje, en los animales, un saber instinto, un saber programa con el que nace el animal y que le sirve para adaptarse y sobrevivir en su medio, para alimentarse, reproducirse y evitar los peligros que lo acechan. En este sentido el animal es su cuerpo.
El lenguaje introduce otro saber, y con él la verdad variable. No se trata del saber fijo e invariable sobre cómo comportarse para sobrevivir del animal. El significante introduce el discurso en el organismo. Se trata de un cuerpo determinado por lo simbólico, que, como decíamos anteriormente, se puede pensar en la conversión histérica en tanto nos revela una verdad que en Freud es definida como una verdad de contenido sexual. Sabemos que en Lacan esta verdad en su enseñanza pasará a ser una verdad que solo puede medio decirse; hay un saber que falta en lo sexual. Allí pasamos entonces de la verdad variable, del saber que enferma al sujeto, que determina sus síntomas, que puede ser descifrable, y que trabaja en contra del saber natural de los algoritmos del cuerpo, al goce que no puede ser dicho.
En este sentido podemos plantear otro costado del tener un cuerpo por el costado de la repetición como goce. Así como decíamos que el lenguaje introduce otro saber, que perturba el saber natural del cuerpo, un saber que se presenta metaforizado en el síntoma y que conlleva una verdad que se trata de develar, hay algo que se resiste a ser develado, y que se manifiesta en la repetición de goce. En este punto Miller señala que la repetición en la especie humana también se opone al saber adaptación. Propone la repetición como una exigencia disarmónica en el ser hablante, exigencia pulsional que, como la verdad, trabaja en contra de los algoritmos adaptativos del cuerpo.
En este punto es que podemos pensar a la verdad y el goce como hermanas en tanto la una como la otra trabajan contra los algoritmos del viviente. (8)
El hombre no se identifica con un cuerpo que goza, no es ese cuerpo sino que lo padece. Es más bien un cuerpo que se acarrea, que se sale del programa; es, como señala Éric Laurent (9), la experiencia de la presencia de Otra cosa, no atrapable por el saber. Allí podemos ubicarla experiencia de la angustia o el goce del síntoma como cuerpo extraño, como algo propio y ajeno a la vez, lo umheimlich en Freud, o la extimidad en Lacan.
Significación y corporización
Al planteo de Miller acerca de la significantización como la operación a partir de la cual el cuerpo simbólico toma su materia del cuerpo viviente y lo eleva al significante mortificándolo e introduciendo la verdad variable, hay que agregarle una segunda operación, la corporización. La corporización como el “efecto corporal del significante, no su efecto semántico, que es el significado, no su efecto sujeto supuesto, es decir, no todos los efectos de verdad del significante, sino sus efectos de goce.”(10).
Cuando se trata de la corporización, la referencia a tomar es la de los incorporales estoicos, que Lacan menciona en “Radiofonía” cuando escribe “Hagamos justicia a los estoicos por haber sabido, con este término, lo incorporal, dar testimonio de la manera que lo simbólico toca al cuerpo.”
La escuela estoica plantea que los cuerpos en tanto materialidad, son las únicas realidades existentes, pero admiten algo que no es corporal, los incorporales. Los cuerpos pueden interactuar unos con otros y así generar efectos unos sobre otros, modificaciones, pero estos efectos son incorporales. El ejemplo que es tomado es el planteado por el médico de la escuela escéptica Sexto Empírico: «Cuando el escalpelo corta la carne, el primer cuerpo [el escalpelo] produce sobre el segundo [la carne] no una propiedad nueva sino un atributo nuevo, el de ser cortada.” (11)
Éric Laurent va a referirse a la teoría del lenguaje en los estoicos, quienes plantean tres elementos: la palabra hablada, con su materialidad fónica, lo que la lingüística sitúa como el significante; la cosa real, que la lingüística sitúa como el referente (aquí podemos pensar en la materialidad del cuerpo viviente); y el lekton, que sería uno de los incorporales estoicos, que la lingüística sitúa como el significado, como el efecto de sentido producido por el encuentro entre las dos corporalidades o materialidades.
Es decir que se trata de dos materialidades (palabra hablada y cuerpo orgánico), que en su interacción generan un efecto, incorporal. Laurent, siguiendo a Lacan en el escrito “Prefacio a una tesis”, señala en este punto al objeto a como ese efecto incorporal, producto del encuentro o acontecimiento del cuerpo de lo simbólico con la carne; el objeto a como efecto fuera de cuerpo y como afecto, goce-sentido. “Lo que surge como producto de la operación no es el sentido, como en el Informe de Roma, sino el goce”. (12)
Así, el resultado de la incorporación del cuerpo simbólico en el viviente es el desprendimiento de goce como objeto a, que delimita y circunscribe un vacío. Lacan lo introduce poéticamente en “Radiofonía” cuando plantea el resultado de la operación del significante sobre la carne, en el que “se elevan, desde este cuerpo del que se separan, la nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos que distribuyen carne y cuerpo.”
En esta dirección entiendo lo que Éric Laurent plantea al decir que en “Radiofonía” el cuerpo se inscribe como conjunto vacío, en tanto vacío de goce; cuestión que nos remite a aquello que fue situado por Enrique Acuña en el libro Las paradojas del objeto en psicoanálisis (13) como la paradoja del objeto a como vacío y tapón a esa altura de la enseñanza de Lacan, en la que se plantea la pérdida – recuperación del objeto.
Para terminar, retomo lo planteado por Enrique Acuña en lo que fue el argumento del curso dictado en agosto de 2021 “¿Quo vadis homo sapiens? Psicoanálisis y cuerpo”. Allí leemos: “El cuerpo hablante vectoriza desde un acto de habla articulado como pronunciación de aquello que imaginamos ‘tener’, ya sea como una imagen, o ya con las palabras que lo nombren, hasta llegar al borde de un espacio vacío. (…) Las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho que hay un decir olvidado, un resto fecundo e intocable que motoriza la vida.” (14). Se trata del cuerpo como vacío y como cámara de eco y resonancia de un decir olvidado.
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*Escrito a partir de la clase dictada en el marco del Seminario de la Red AAPP “¿Declinaciones de lo familiar? –El psicoanálisis y los cuerpos hablantes”, el día 11 de noviembre de 2023.
Notas:
1- Remito aquí al curso de Jacques-Alain Miller La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, editorial Paidós, Buenos Aires, 2003, pág. 395-396.
2- Soler, Colette: “El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan”, en https://agapepsicoanalitico.files.wordpress.com/2013/07/colettesoler-elcuerpoenlaensenanzadejacqueslacan.pdf
3- Lacan, Jacques: Escritos 1, “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2012, pág. 289.
4- Miller, Jacques-Alain: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, pág. 395.
5- En https://congresoamp2018.com/textos/habeas-corpus/
6- Miller, Jacques-Alain: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, pág. 329 y 341.
7- Ibid, pág. 362.
8- Ibid, pág. 368.
9- Laurent, Éric: El reverso de la biopolítica, Grama ediciones, Buenos Aires, 2016, pág. 17.
10- Miller, Jacques-Alain: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, pág. 397-398.
11- Cita tomada del artículo de Emilio Faire “El significante, el significado y lo incorporal en el estoicismo”. enhttps://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=216&rev=30&pub=2
12- Laurent, Éric: , pág. 46.
13- Acuña, Enrique: Las paradojas del objeto en psicoanálisis, “El objeto de la paradoja analítica”, Edulp, La Plata, 2007.