Gradiva. El despertar de un encuentro
Licenciada en Psicología. Psicoanalista. Miembro de la Red de Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas (Red AAPP)
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Ilustración: Sara Bosoer, IG: @srbsr_aoe
El siguiente artículo es efecto de la clase titulada “Gradiva: encuentro y determinismo” a cargo de quien escribe, en el marco del seminario: “El destino como neurosis”, perteneciente a la Biblioteca Freudiana Oberá, ciclo 2024. A partir de situar la tragedia griega desde Aristóteles y la operación que realiza Sigmund Freud al introducir en occidente la tragedia de Sófocles conocida como Edipo Rey, paradigma del mito y el deseo reprimido.
En la tragedia el sujeto recibe un mensaje dirigido, lo interpreta, y la trama o el mythos devela el recorrido de esa interpretación. Ahora bien, el personaje Norbert Hanold de la novela Gradiva: una fantasía Pompeyana escrito por W. Jensen, no presenta las características del héroe trágico, tal como lo describe Aristóteles en su libro La poética. Tampoco la gradiva pertenece al género tragedia o poesía épica, pero sirve para ilustrar la figura del destino y el determinismo inconsciente en la neurosis.
Considerando que el artista le lleva la delantera al psicoanalista, esta novela ejemplifica acerca del encuentro con lo real denominado tyche, más allá de la repetición (automatón) que prevalece en el principio de placer, según la propuesta de Jacques Lacan en los años `60.
El olvido infantil ilustra un destino de la pulsión con sus particulares efectos de retorno. Así como también el modo defensivo con el que se presenta el personaje frente a lo que no quiere saber. Cito a Oscar Masotta en Lecciones de Introducción al psicoanálisis: el sujeto… nada quiere saber de que no puede saber que no hay saber sobre lo sexual (2000).
El artista, el poeta, en esta ocasión W. Jensen alude a uno de los objetos de la pulsión: la pulsión invocante situada en la voz de Zoe, suscita un encuentro en despertar. Despertar del eterno retorno de lo mismo.
Estos son solamente algunos señalamientos que afirman lo que Jacques Lacan propone en el texto “Homenaje a Margarite Duras, por El arrobamiento de Lol V. Stein”: el artista revela saber sin mí, lo que yo enseño (2006). Esto quiere decir, que lleva la delantera con lo que inventa y realiza a partir de las palabras.
Breve comentario de la obra
Norbert Hanold es un arqueólogo que pierde el interés en la cotidianeidad, por estar sumergido en su ensoñación diurna que involucra la antigua Pompeya, en ella y a través del despliegue de tres sueños principales consagra su interés en un detalle del bajorrelieve que captura su atención, se trata de la figura de una joven doncella en tren de andar, que recoge su vestido con pliegues, dejando ver el detalle vertical de la postura del pie: con esta sutileza el joven traza un destino.
Hanold bautiza a este bajorrelieve como Gradiva: la que avanza. Acapara día y noche su investigación hasta el encuentro con Zoe, una amiga de la infancia, que se le presenta en su viaje a Italia. Es recibida por Hanold, en un primer momento, como la estatua sepultada tras la erupción del Vesubio, pero es la voz de Zoe la que lo hace pensar en un interés por una mujer, cuyo nombre significa Vida. A partir de allí obtiene, según W. Jensen, una salida al delirio mediante el recuerdo y un reencuentro con la marca que ha dejado el apellido de Zoe: Bertgang.
El encuentro contingente de Norbert H. con Gradiva, invita a pensar en la postulación freudiana del trauma y su constitución en dos tiempos: el episodio reciente resignifica uno anterior en el recurso a la infancia: su amiga de juegos Zoe Bertgang.
Zoe en griego significa vida. Y Gradiva es una buena traducción del apellido Bertgang, la de andar resplandeciente o precioso.
Figura del destino
En rodeos desplegados en la obra como: vacilación en sus decisiones, desplazamientos de un punto a otro, aparentemente Norbert H. se aleja del encuentro con lo real, y de la determinación significante que ha dejado una marca en el sujeto. Es a partir de oír la voz de Zoe – Gradiva que Hanold le dice: ¡Yo sabía que ese era el sonido de tu voz! Confiesa que jamás la ha escuchado pero que esperaba escucharla. Enseña, sostiene Danielle Eleb en “Figuras del destino” como el sujeto acude a la cita con su deseo sin haberlo querido, se trata en apariencia de un encuentro casual, pero advierte poco a poco que es la muchacha de la que estaba enamorado y su voz es un objeto conocido, recuperado: del pasado en el presente.
En las astucias del Inconsciente, paradójicamente el héroe mediante la huida, se entrega al objeto del cual huía. Lo mismo que servía para reprimir se convierte en agente del retorno de lo reprimido.
¿Qué reprime Norbert Hanold según Freud? En “El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen” sostiene que se comporta muy diverso a un mortal corriente, no tiene interés por la mujer viva, la ciencia a la que se dedica: la arqueología, le ha absorbido ese interés el cual se ha desplazado a mujeres de bronce o piedra (estatuas muertas). Luego el interés parece devuelto de la piedra a una mujer que le habla Zoe – Gradiva.
A través de la arqueología Hanold ha expulsado el amor y el recuerdo de su amiga de la infancia. Aquí la infancia como recurso, la cual algo nos deja saber el poeta: mantuvo una amistad con una niña con la cual compartían su comida y establecieron un juego erótico entre agresión y ternura, él le daba manotazos y ella le tiraba del pelo. Los efectos de ese apego aparecen con efecto retardado. El detalle del andar reencontrado en el bajorrelieve se debe a un recuerdo de esa amiga de la infancia.
El bajorrelieve despierta en él el erotismo adormecido: en el detalle del andar de Gradiva y vuelve activo los recuerdos de la niñez. Se libra para Freud un combate entre el poder del erotismo del cual Hanold busca defenderse y las fuerzas que lo reprimen: esa lucha se exterioriza mediante un delirio. Germán García en: “Saber de la Gradiva en Freud” lo dice de otro modo: En tanto Freud explica la génesis del delirio, lo reprimido que no puede surgir como recuerdo, se transforma en delirio- según leyes de condensación y desplazamiento que le permiten burlar la censura.
Encuentro y determinismo
El encuentro será con lo real reprimido y el determinismo inconsciente.
El objeto del que aquí se trata, causa de deseo es el objeto a. En el Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis plantea que la tyche supone una elección inconsciente y no de pensamiento consciente como lo postula Aristóteles en La Física, en ese sentido es que el poeta enseña al psicoanálisis: el encuentro entre Hanold y Gradiva no es netamente repetición del pasado en lo actual, no es reductible a la repetición. Lo que se produce como azar, en términos de la tyche Aristotélica es el buen encuentro de lo que viene al encuentro del fantasma.
E aquí la interpretación lacaniana del destino: no es puro automatón, apela a la tyche como encuentro con lo real; concepción del destino del sujeto entre causalidad, determinismo significante y tyche.
No todo es obra de determinaciones externas, existe la causa del sujeto y el determinismo inconsciente en los significantes que elige recortar e interpretar,así como en la respuesta que brinda al rechazo de saber cómo ser sexuado, hablante y mortal sobre su deseo.
Habría la posibilidad en una experiencia analítica de leer lo escrito en el inconsciente con la soldadura de significación volcada en el fantasma. Se logra leer al escuchar lo pronunciado, operaciones conjuntas que van unidas hasta agotar la satisfacción pulsional de los significantes que trazaban un destino.
Sostiene Enrique Acuña en su texto “De la tragedia a la parodia: Cuentos Argentinos” que el psicoanálisis como dispositivo permite la invención singular al poner en relación al sujeto con el Otro, lugar del inconsciente.
Habría en lo trágico que alguien relata un goce, una satisfacción que se puede desplazar por operaciones como la escritura, la literatura o el uso del inconsciente: hacia la risa, el humor, la parodia o la alegoría. Tratándose de otra satisfacción a diferencia de un destino que no puede ser de otra manera que el que la necesidad plantea.
Creer en la construcción de una causa como posibilidad de comenzar un análisis es creer que algunas circunstancias no tuvieron razón ni necesidad de ser, e allí la posibilidad de zafarse del destino hacia otro arreglo con lo novedoso de un encuentro.
Bibliografía:
– Acuña, Enrique. “De la tragedia a la parodia: cuentos argentinos”. Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. EDULP, La Plata, 2009.
– Eleb, D. Figuras del destino. Aristóteles, Freud y Lacan o el encuentro de lo real. Manantial, Buenos Aires, 2007.
– Freud, S. “El delirio y los sueños de la Gradiva de Wilhem Jensen”. Obras completas Tomo IX. Buenos Aires, 1992
– Freud, S. “La interpretación de los sueños”. Primera parte. Obras completas Tomo IV. Amorrortu, Buenos Aires, 1991.
– García, G. “Saber de la Gradiva” en Freud W. Jensen: Gradiva. Ediciones NOÉ, Buenos Aires.1974
– Lacan, J. “Homenaje a Margarite Duras, del rapto de Lol V. Stein”. Intervenciones y textos. Manantial, Buenos Aires, 2006.
– Jensen, W. Una fantasía Pompeyana. Ediciones NOÉ, Buenos Aires, 1974.
– Masotta, Oscar. Lecciones de introducción al psicoanálisis. Gedisa Editorial, Barcelona, 2000.