Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 10 • Octubre de 2020 •

causas
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El inconsciente, un escritor
de palabras oídas

“Escribir es el modo de quien tiene la palabra como carnada: la palabra que pesca lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelinea, muerde la carnada, alguna cosa se escribió. Una vez que se pescó la entrelinea, se puede con alivio arrojar la palabra afuera. Pero ahí cesa la analogía: la no-palabra, el morder la carnada, la incorporo. Lo que salva entonces es escribir distraídamente”`
1999 – Clarice Lispector


Soledad Jurao

Lic. en Psicología. Miembro del Instituto PRAGMA-APLP.Responsable Adjunta del Grupo de Investigación “Psicoanálisis-Antifilosofía”. Psicoanalista-Poeta.

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Andrea Mac Micking. @andremacmickingphoto

 

Este título emerge luego de transitar por los diversos seminarios que ofrece el Instituto Pragma de los que he participado. De ello reflexiono y comparto en esta jornada algunos interrogantes que abren vías a futuras investigaciones.

 

Todo camino de inicio a una experiencia de análisis conlleva  una demanda de saber: “esto que me pasa quiere decir algo», se produce la instalación del sujeto supuesto saber. En esa apertura las palabras brotan, surgen unas en lugar de otras, hay por un tiempo una mostración del síntoma que deja ver la cara donde el sentido y su significación atraviesan ese espacio entre lo que se dice ante un otro que interpreta el mensaje a descifrar, se le relata a otro un texto;  podríamos decir la cara interpretable del síntoma.

 

Recordemos a Freud, en su texto Psicopatología de la vida cotidiana, dando lugar a los actos fallidos, lapsus; esos restos inútiles, desechados de una comunicación entre dos, que en una experiencia de análisis son los que se toman para hacerlos hablar. Un texto fundante como La Interpretación de los sueños de 1900 da cuenta de una semántica en juego como así también de una sintaxis, ese juego combinatorio entre significantes que implica el trabajo del sueño. Vemos como Freud toma a las palabras como significantes que pueden remitir a más de una significación.

 

Lacan en su retorno a Freud y con el recurso de la lingüística, hablará de metáfora y metonimia para referirse a la sintaxis y retórica para hablar de la semántica. Aquí vemos perfilarse una relación entre lenguaje e inconsciente con una dinámica particular.

 

Nacemos en un mar de lenguaje que nos antecede, con un organismo que será transformado en un cuerpo marcado por significantes. Miller en Biología Lacaniana y acontecimiento del cuerpo dirá un “organismo real, sitiado por el lenguaje”.

 

Podríamos decir que antes está la palabra, y ¿la escritura? Surge así un interrogante, ante esta experiencia de palabras que es el psicoanálisis, ¿que función cumple la escritura? Posiblemente porque sabemos que la palabra es inasible, la palabra transporta una verdad, pero sabemos que no puede esta decirse toda y por eso la escritura permitirá cernir algo. Ahora bien, ¿Qué texto comienza a escribirse con palabras proferidas que sin embargo dejan marcas?

 

Lacan en su texto Lituratierra (1) expresa “la escritura es en lo real la erosión del significado, lo que ha llovido del semblante en tanto que él hace significante”. Enrique Acuña en el escrito “De la tragedia a la parodia: cuentos argentinos” (2) expresa que la experiencia analítica apunta a la función de lo escrito, desde su entrada, cuando en el discurso “se escucha” el significante que permite “leer” el inconsciente y la significación vertida por el fantasma. Escuchar y leer (por lo tanto, aquí ya hay algo escrito) hasta el límite de un atravesamiento, donde se suelta la satisfacción que ésta fijaba en los significantes que comandan la vida de alguien.

 

En esta experiencia de análisis hay entonces otra cara del síntoma donde la pulsión juega su partida, hablamos de satisfacción que marca un punto imposible de decir, lo ilegible del inconsciente que empuja a escribir, J. Attie en su libro Entre lo dicho y lo escrito -Psicoanálisis y Escritura poética (3), lo llamará lo indecible, ese real que al escucharse se escribe. ¿El ombligo del sueño acaso no da cuenta de esto? De ese lugar a donde se llega, inasequible, lo que no cesa de no escribirse, sería el reverso de su interpretación, el sueño esta hecho de significantes, es un texto y como tal se presta a su lectura, que transporta un real para cada uno.

 

Sobre la lectura de Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter por J. Lacan, lo que aportó en Estrasburgo en 1975 con relación a lo Unerkannte que encontramos en Freud en su texto la “Interpretación de los sueños”, plantea al ombligo del sueño como lo no reconocido, no lo desconocido, ese punto insondable del sueño donde éste se encuentra lo más cerca posible de lo no-reconocido y que no contribuyen al texto manifiesto, la pregunta que este autor formula es si en este Unerkannte, en este no reconocido, no podemos ver lo real no simbolizado, ¿es un real pulsional? Se pregunta, y Lacan responde que no, que en Freud esa detención implica lo reprimido primordial, aquello que se caracteriza por no poder ser dicho, es un agujero y señala al ombligo del sueño como estigma, entonces ¿el sueño responde a una herida, tiene una falla desde el origen?

 

Joseph Attie en su texto antes mencionado se preguntará ¿qué es lo que autoriza a Freud, a calificar al sueño como una escritura? y hace mención del capítulo VI de la Interpretación de los sueños, donde el concepto “trabajo” es tomado como un sinónimo de escritura. Dice Attie, “la referencia poética viene a decir que el poeta escribe como se fabrica un sueño, por condensación y desplazamiento, por metáfora y metonimia” expresa que Freud lo había destacado “el sueño es una lengua que hay que saber traducir, y solo puede hacerse si se conocen sus leyes, que presiden a su formación, lo que le permite ser una escritura”. Entre el contenido manifiesto del sueño (lo que se relata) y el contenido latente, el sueño resulta ser una lengua y por otra parte una escritura.

 

Es a través del lenguaje que puedo capturar lo pulsional en juego, un recorrido donde al principio hay representación de la palabra y un escrito para leer, y donde un final de análisis dará cuenta de un trazo, una marca, “la letra” como lo llamará Lacan que da cuenta de un escrito para no ser leído. Se articulan como observamos en este recorrido, lo real y la escritura, dando surgimiento a lo singular de un escrito que se construye con la palabra oída, un significante que se transforma en letra para escribir el modo de goce de cada quien, el significante se transforma en letra para escribir el nombre propio del goce. Una letra que nómina.

 

En Analtyca del Sur Nro. 9, un texto titulado “En el Intervalo” de Enrique Acuña un fragmento lo expresa “Para el Psicoanálisis es una apuesta por la retórica del ser-hablante para captar su estilo que es un objeto escabullido (a). Una torsión que permite pasar del cómo se dicen las cosas a quién habla, agregaría que deseo se pone en juego en eso que se dice, qué lugar tiene ese sujeto que emerge en relación con lo que dice y qué deseo se escribe sobre lo que enuncia.”

 

Para finalizar, entre escuchar y escribir, ¿qué significa leer en una experiencia de análisis? acaso no es quitar todo el sentido al síntoma, que no responde al desciframiento, sino todo lo contrario, despojarlo de su sentido, situando la satisfacción pulsional en juego.

 

Escribir un texto de palabras que se escuchan, que tocan un cuerpo dejando marcas como en una hoja en blanco, lo indecible, lo que es fuera de sentido, que le permitirá a alguien inventar un vivir más a gusto con su goce, un síntoma fabricado en la soledad de un inconsciente escritor de palabras oídas, escritura que demarca aquello que se juega en el vacío.

 

Attie, parafraseando a Lacan expresa “llamo síntoma a lo que viene de lo real” el síntoma es la respuesta a su propio real. Surge la pregunta: ¿la lectura permite acceder a la escritura? Y dirá, en efecto lo que se lee es el significante, donde se despliega una interpretación posible, y no la letra de su escritura que remite a su no-sentido; por lo tanto, hay dos saberes en juego, un saber implicado en el significante y otro saber implicado por la letra.

 

En el origen todo sujeto esta tomado entre imaginario, simbólico y real, el síntoma sería su anudamiento, y donde a partir de esto el sujeto puede hablar o escribir.

 

Ese es el saber hacer del escritor por ejemplo, inventar, convertir el síntoma en sinthome, sea en una cura analítica o en una obra de arte, el síntoma se transforma en una posibilidad para crear algo.

 

Lacan nos indica que el poeta siempre se adelanta al psicoanálisis. Poesía y psicoanálisis parecen corresponder a una práctica de lo indecible, solo que el poeta en su saber hacer, da cuenta de un goce de las palabras, y lo que queda por fuera del lenguaje, lo innombrable, agujereando el sentido, produciendo un quiebre con él. Lacan lo definió como goce-sentido, en el Seminario 3 Las Psicosis (4) y en relación con la poesía dice que es “…creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo”, el bien decir del poeta es su real desconocido para el mismo, y es lo que le permite avanzar sin el saber del inconsciente, gozando con lo que produce: escritura.

 

La poesía y una experiencia de análisis, esta última con un saber desplegándose sobre el inconsciente metaforizan un vacío, lo bordean, dejando aparecer un sujeto que logra despertar con sus resonancias y hacer algo con eso que no conlleve sufrimiento.

 

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Trabajo elaborado para el VI Coloquio “El Psicoanálisis: una clínica del intervalo”, realizado por el Instituto Pragma – APLP en el año 2019 en la ciudad de La Plata-

Notas:

1- Lacan J.: El seminario, libro 18: De un discurso que fuera de semblante, Bs. As, Paidós 2009- «Lituratierra»- (1971). Pág. 21.

2- Acuña E: “De la Tragedia a la parodia: cuentos argentinos” del libro Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp, 2009 – pág 158.

3- Attie J.: Entre Lo dicho y Lo Escrito-Psicoanálisis y Escritura Poética-2019-Ediciones Asociación Mutual Universitaria Manuel Ugarte, Bs. As. 2018- traducción y “Prefacio a la edición castellana” de Alicia Marta Dellepiane.

4- Lacan J: El seminario, libro 3:  Las Psicosis, Bs. As. Paidós 1991 – pág. 114

Bibliografía:

-Freud S.: «Psicopatología de la Vida Cotidiana” (1901) –Obras Completas. Tomo VI

-Freud S.: “La Interpretación de los Sueños” (1900) –Obras Completas. Tomo IV

-Lacan J.: El seminario, libro 18: De un discurso que fuera de semblante, Ed. Paidós, Bs. As., 2009

-Attie J.: Entre Lo dicho y Lo Escrito -Psicoanálisis y Escritura Poética– 2019- Ediciones Asociación Mutual Universitaria Manuel Ugarte, Bs. As. 2018- traducción y “Prefacio a la edición castellana” de Alicia Marta Dellepiane.

-Miller J-A.: Biología Lacaniana y acontecimiento del cuerpo. Ed. Colección Diva, Bs As. 2002.

-Lacan J.: Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter. (1975)

-Lacan J.: El seminario, libro 3: Las Psicosis, Paidós, Bs. As., 1991

-Acuña E.: “En el Intervalo” en Analytica del Sur Edición N°9-2019

-Acuña E.: “De la Tragedia a la parodia: cuentos argentinos” del libro Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp, 2009-

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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