El experimento del capitalismo compulsivo
La vida sin aburrimiento (tiempo muerto) y placer sin restricciones (o sin castración) inaugura una nueva forma radical e invisible de explotación. Es obvio que la inevitable realidad de la creatividad, la movilidad y la flexibilidad del trabajo es la creatividad, la movilidad y la flexibilidad de las formas de dominación del capitalismo. [1]
Profesor de francés. Master II en Ciencias del Lenguaje: Contactos de lenguas y culturas y políticas lingüísticas. Universidad de Rouen, Francia, 2010. Programador universitario de aplicaciones U.N.N.E.
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La negación de la castración simbólica se obtura constantemente en la actualidad; la respuesta vendría dada por los productos que el capital ofrece a través del consumo y que tienen íntima relación con lo que la ciencia inventa como respuesta a sus supuestos sobre lo real. Si la estructura carece de falla también se puede dar un cierre a las significaciones -la ciencia levanta esta apuesta- y de esta manera, aquello que hace hombre al hombre -el significante- deviene algo obsoleto. Esto instaura una maquinaria perfecta que tiene como escollo al sujeto del inconsciente que como sujeto del significante no cuadra en ninguna fórmula química ni algoritmo, por más avanzados que estos puedan parecer. Donde emerge la falla del sistema de clasificaciones y de los sistemas de evaluación es seguro que algo del orden de sujeto del significante habita.
Imagen del happening ‘El helicóptero’, de Oscar Masotta. 1967.
El hecho de que no exista espacio para lo contingente impide que las producciones meramente humanas, significantes -valga el pleonasmo- encuentren un lugar cómodo frente a las ideologías imperantes. Aquello que como excedente estorba el funcionamiento de la máquina perfecta del capitalismo o debe ser absorbido o debe ser rechazado. En este sentido el gran Otro paranoico del capitalismo es implacable. Lo implacable debe entenderse como la postura de un amo que busca el control total de sus súbditos; nada de lo relacionado con las máquinas homeostáticas[1] que los mismos encarnan -para el amo- puede sacarlos del esquema en el que funcionan. De aquí se desprendería que el esclavo como un masoquista ideal (nota Zizek) aceptará las reglas del juego que el sistema capitalista le propone: un poco de jouissance pero no tanto como para que las cosas se salgan de curso. Pero dadas las condiciones actuales del capitalismo gore en el que vivimos cabe preguntarse qué horizonte podemos atisbar desde nuestras coordenadas, ya que las formas del capitalismo y su relación al consumo varían según se esté en el Primer mundo, en el segundo o en la peor versión de este…
En lo que se conoce como tercer mundo -no se busca disimular ni se puede- lo cruento que sostiene la mentada maquinaria. El viraje gore de la ultra violencia es una respuesta a la medida de nuestras posibilidades; en el patio trasero de la existencia se debe vivir como en un purgatorio, un lugar carente de reglas aparentes que no responde a nada que puedan entender aquellos que crearon las categorías con las que se mide la realidad. Este desorden que parece aceptar la violencia de buen grado también avanza mutando como el capitalismo más primermundista. Si bien la entropía puede parecer mayor en lo craso, en lo popular y en la pobreza, no es otra cosa que el retorno de su propio rechazo. No por nada el gore en su vertiente estética fascina tanto en los países más alejados del hedor, como lo define Rodolfo Kusch.
Las condiciones del experimento
Como citamos más arriba las condiciones de posibilidad del experimento capitalista se vienen sedimentando desde hace no pocos años. Detrás de la energética freudiana que impregna su teoría se escondían las máquinas de la revolución industrial [2] . Por esta razón Lacan advierte que la máquina homeostática que es el esclavo puede gozar de su condición en tanto tal, es el masoquista perfecto y gran consumista de las ideologías que lo doblegan.
El cómputo y la máquina que tanto han fascinado al hombre por su carácter mágico y estético vinieron acompañados de un aporte importante de entropía. Al respecto ya en los años 40 el investigador de la cibernética Norbert Wiener da testimonio de los efectos entrópicos de los sistemas informáticos por venir. Un aspecto que este pensador no deja de lado es el efecto social y moral que las mentadas tecnologías -hoy día nuestros gadgets preciados y la internet- tendrían en el futuro. Borrar el contexto en el que las máquinas son utilizadas es una de las maneras de sostener la alienación que las mismas provocan. En este sentido, las simbiosis que los gadgets emulan -metáforas del objeto autista- y que en tanto neobordes parasitan al cuerpo y sus coordenadas espacio-temporales sumadas a los nodos libidinales de cada cuerpo, aportan en el sentido de una enésima desorientación de los seres hablantes.
Las formas virales del capitalismo vienen demostrando su capacidad mutante: todo lo referido al orden humano -hasta aquello que tiene estatus de excedentario- está siendo captado por el capital y vuelto a circular como mercancía. El ocio bien o mal entendido, bien o mal intencionado es captado por distintos productos que generan mandatos de consumo: hobbies, videojuegos, pornografía, tiempo y espacio como categorías antropológicas de base y devienen productos-mercancía en la mente de aquellos que puedan imaginar una manera de explotación: (Sherpals, Airbnb, minería de criptomonedas, etc.). En este sentido vemos cómo prácticamente todo puede devenir mercancía y alienación. Los mismos productos excedentarios que el capitalismo genera retroalimentan la partida: el consumo en todas sus formas reinventa la relación de vasallaje una y otra vez, de un orden excedentario a otro se da la metonimia de lo inútil.
Y en nuestro contexto, ¿cómo se da este panorama? Se vive la hibridación de los márgenes que tardíamente ve trastocando el acceso al consumo y las lógicas efímeras que el tener precipitan. Esto de la hibridación no es un tema menor ya que encuentra en la plasticidad de la técnica informática un nicho de expansión posible, desde siempre subalterno, ya que los que dominan la cultura de la producción tecnológica mundial, en gran medida son los que la pusieron en marcha. Por otro lado, vemos que los dispositivos de control que se suponían estatales, hoy día tienen más que ver con los intereses del capital que con los estado-nación convencionales. La capitalización de la relación al cuerpo, al lenguaje y a la muerte; en un contexto de alta violencia ha virado en su recorrido hacia los productos y productores que los manipulan y que citamos arriba.
La cereza del postre invisible
Un caso que reviste interés es el caso de la creación de las llamadas criptomonedas. Controlar los modos de producción de divisas por fuera del orden financiero y estatal es el sueño caliente del pseudo-discurso capitalista y unas de las matrices del capitalismo más salvaje (capitalizar crímenes e ilícitos de todo orden y poder financiarlos ‘clean’ a través de algoritmos anónimos es el no va más del supuesto control del significante- pretender no dejar trazos es unas de las ideas post-paranoia que rechaza los efectos del significante; de hecho es la manera de hacerse Amo de los significantes). Se busca deconstruir la de por sí abstracta relación al dinero, y la garantía que las entidades financieras estatales tratan de sostener hasta la actualidad. Lo que sostiene a las criptomonedas es un proceso recursivo de algoritmos pretendidamente inocuos e inviolables, que sideran la necesidad de cálculo y la proponen como necesaria. Como todo bucle el proceso es acumulador de tensión -basta recordar la metáfora del recorrido de la pulsión que se satisface en su propio recorrido- cuanto más especulativo es el proceso, más crece la burbuja-tensión de jouissance asociada. En este sentido podemos conjeturar que el goce que retroalimenta este tipo de lógicas es sucedáneo de la creatividad misma puesta en juego, la no trazabilidad y la plasticidad de las tecnologías en cuestión que retroalimentan el fantasma capitalista.
Esto a su vez viene acompañado de una de las ideologías técnicas más fogueadas: la inteligencia artificial. Si los algoritmos anónimos pueden aprender por su cuenta, en base a las estadísticas que generamos y elegimos… retrocedemos nuevamente al supuesto de la asociación libre freudiana y una nueva ilusión de autonomía animaría a las máquinas. De este modo, la evacuación del sujeto es la quintaesencia de todo el proceso, siguiendo el derrotero capitalista de la mano de la ciencia y lo que ésta valida gracias al discurso universitario. Este Otro del discurso capitalista como fake es el sirviente que complace los deseos del capital; inventando nuevas estadísticas y nuevos gadgets y ficciones de interacción social. Sobre este último punto cabe recordar la fantasmagoría que representan las llamadas redes sociales y que según el experto en inteligencia artificial Jaron Lanier precipitan lo siguiente: “No podemos tener una sociedad en la que si dos personas desean comunicarse, solo pueden hacerlo por intermedio de una tercera que financia el proceso y que a la vez desea manipularlos.”[3]
Conclusión
Si el capitalismo como tal, viene desenterrando los significantes que antes eran imposibles y los pone en circulación de mercado (lo traumático, lo real de la violencia y la infinidad de fantasmas de lo sexual, etc.) a la vez que deshabilita el trabajo y la necesidad de la represión como tal; podemos ver el viraje hacia la estructura perversa que nos propone el discurso capitalista. Para aquello que carece de representación en el inconsciente (otro sexo, la muerte, la negación, etc.) -la misma falla originaria de lo simbólico- el capitalismo inventa un supuesto dominio del significante que retorna en los fantasmas de la inteligencia artificial, por citar un ejemplo. Allí donde reside la falla del sistema simbólico es donde se puede capitalizar la falta estructural y esconder la mano del prestidigitador que tanto encanto nos produce con sus movimientos. El hedonismo consumista y la búsqueda de placer incesante -la compulsión al goce- encuentran en la proliferación de los objetos a una subrogación del bios -citamos el caso del objeto autista-; que aísla incesantemente y desvirtúa las posibilidades del lazo social.
Por consiguiente el lazo social se realiza en clave de désaveu o de descrédito del mismo sistema simbólico. La ciencia a través de la tecnología va gestando con la plasticidad digital este sistema carente de garantes simbólicos donde la castración no es una posibilidad. La ciencia garantiza esta atmósfera alienante en la que solo cuenta el dato cuantificable y sus efectos de verdad son autoproclamados en una tautología sin fin.
La evidencia está del lado de la explotación del humano por el humano. Esta no es una idea nueva pero frente a las prestidigitaciones de la compulsión capitalista yace aquello que Jaron Lanier vaticina burlonamente: “El diseño tecnológico es la forma más efectiva de autoengañarnos”.[4]
Notas:
[1] Seguimos aquí los desarrollos de las clases 5 y 6 del Seminario 2 de Lacan, El yo en la teoría de Freud. Al respecto, nos interesa la dialéctica interpretativa que el propio Lacan da de la energética freudiana ya que rescata el valor de aquello que como excedente y propio del aparato psíquico como producción, contradice el funcionamiento ‘económico’ de toda máquina. El estado dialéctico, semántico del símbolo en tanto tal se revela como antieconómico, ocioso, lábil y sucedáneo para aquella energética homeostática que pretendió Freud hasta su descubrimiento del Más allá del principio del placer y de la pulsión de muerte.
[2] Esta referencia interpretativa de los movimientos de la historia se la debemos al filósofo corso Dominique Pagani, disponible en: Dominique Pagani- L’Odyssée du philosophe: Angélique (de Nerval) # 4.1 [https://www.youtube.com/watch?v=V8Q5azBHbt4]
[3] «We cannot have a society, in which, if two people wish to communicate the only way that can happen is if it’s financed by a third person who wishes to manipulate them». TED. (2018). How we need to remake the internet, Jaron Lanier. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qQ-PUXPVlos
[4] Jaron Lanier disponible en: TEDxSF – Jaron Lanier – You are not a gadget [https://www.youtube.com/watch?v=IwbGumZ-FYg]
Bibliografía:
• Kusch, R.: América profunda, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1999.
• Zizek, S.: Incontinence of the void, London, MIT PRESS, 2017.
• Lacan, J.: Le Séminaire Livre II: Le Moi dans la théorie de Freud et dans la technique de la psychanalyse 1954-1955, Paris, Éditions du Seuil, 1978.
• Wiener, N.: Human use of the human beings: Cybernetics and society, London, Free Association Books, 1950.