El cuerpo que se tiene,
y lo que escapa
Psicoanalista en Florianópolis (Brasil). Miembro de la Sección Santa Catarina, Escuela Brasilera de Psicoanálisis (E.B.P.) y Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), Integrante del Consejo Deliberativo de la EBP-SC, docente del curso “Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana” y Directora de la X Jornada de la EBP-SC.-
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Gestación de Jesús. 1954.
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Fundación Pan Klub - Museo Xul Solar
Cuerpos en sufrimiento y discrepantes del saber anatómico impulsaron a Freud a interesarse por las histéricas de Salpêtrière y a abandonar la carrera de neurólogo. Así, el cuerpo propio, misterio que marca el origen del psicoanálisis, fue el campo fértil para la invención de una práctica que puede interferir en el sufrimiento a partir de la hipótesis de un saber inconsciente, reprimido, que, al ser alcanzado por la palabra, disipaba los síntomas, permitiendo la libre circulación de la libido sobreinvestida en un órgano o miembro falicizado, en pensamientos o imágenes.
De sede en el yo, imaginariamente unificado, pero fragmentado por las pulsiones parciales en la concepción freudiana, el cuerpo narcisista tomado como propio a partir de la acción del lenguaje, por la incidencia del Otro en la concepción lacaniana, el cuerpo que habla sigue siendo un misterio para nosotros analistas.
Lacan dio mucha importancia al efecto real de la imagen en la constitución del sujeto desde su entrada en el psicoanálisis con el Estadio del espejo, cuando utilizó los descubrimientos de la etología. La proximidad entre imaginario y real del cuerpo es lo que marca su última enseñanza.
La clínica muestra que hay un nudo entre lo real del cuerpo, la imagen y la palabra. Partimos del principio de que el cuerpo es atravesado por el decir; en él, se inscriben signos y algunos producen efectos de sentido, de representación de sí mismo. Un imaginario gobernado por lo simbólico donde incide el goce fálico, pasible de la acción por la palabra interpretativa, que puede descongelar el sentido.
Marie-Hélène Brousse, en Corpos Lacanianos: novidades contemporâneas sobre o Estádio do espelho, publicado en Opção Lacaniana Online 15, didácticamente retoma que el vínculo del mundo interno al externo, entre lo intra y lo extra corpóreo, se da por las zonas erógenas, los agujeros del cuerpo que son abrochados por los objetos que Lacan denominó objetos a, al añadir la mirada y la voz a los objetos pulsionales freudianos: oral, anal y fálico. Son objetos que, extraídos del cuerpo propio por la acción del Otro, vuelven y taponan el cuerpo propio en esas aberturas donde se concentra la satisfacción de lo vivo. La relación entre lo real del cuerpo orgánico fragmentado y una imagen que vela el despedazamiento solo es posible por la acción de la palabra. En esa unión, que nunca es perfecta, algo siempre escapa, impidiendo la armonía de la junción de los registros simbólico, imaginario y real.
Algo siempre se escapa
Apropiarse de la imagen del cuerpo, tomándolo como cuerpo propio, no es un proceso natural. Desde allí, el ser del lenguaje, el parlêtre, podrá llegar a ver el mundo en una perspectiva falicizada, donde se situará, recortando el campo de lo visible e intentando mantenerse en ese encuadre. Las identificaciones, amparadas por la fantasía, atenúan la angustia y ofrecen alguna firmeza, pero su estabilidad siempre es vacilante. Existe un desencuentro entre la imagen de sí y lo que retorna del espejo: nunca estamos exactamente allí donde somos vistos, nos enseñó Lacan en algún momento. Cuando el espejo se rompe, reaparece la angustia, y, a veces, síntomas que pueden ser vehiculizados por la palabra. De ese escape las anoréxicas son ejemplos, además de la Lol de Marguerite Duras. En la tensión entre Ideal del yo y el yo ideal, hay siempre un resto, motor del deseo y recuperador de satisfacción por el plus-del-goce; todo se complica cuando esa tensión se afloja a tal punto que el yo ideal i(a) quede a merced del objeto a.
¿No son esos escapes, con el objeto a puesto en el cénit, que tan bien movilizan el mercado en el mundo globalizado? ¿En él no están los productos de la ciencia aliados al saber universitario, ofrecidos como saberes a la altura de producir objetos para la debida adecuación entre la imagen deseada y el cuerpo? La oferta interminable de gadgets, la donación, el canje o la venta de partes del cuerpo en los trasplantes, injertos o remoción de órganos, además de las cirugías embellecedoras apuntan para la promesa del encuentro con el cuerpo perfecto, un cuerpo manipulado como organismo, destaca M. H. Brousse.
Desde la perspectiva de lo real, sabemos que hay una parcela del goce que no puede ser aprehendida por el orden simbólico y que no se pacifica con la imagen narcisista. Se trata del goce opaco del síntoma, que el Lacan Joyciano resolvió escribir como sinthoma. Dimensión de lo vivo que no es domesticado por la palabra, Otro goce, o goce femenino, como Lacan formalizó en el Seminario 20. Se trata de los restos sintomáticos con los cuales Freud se deparó, llevándolo, desolado, a concluir que un análisis no podría tener fin.
El síntoma y las maneras de goce se alteran con la cultura -la subjetividad de una época. Casi no compartimos ideales, hay nuevas configuraciones en los agrupamientos humanos, nuevas familias, intromisión desenfrenada de imágenes por las pantallas globales, todo listo y enlatado, servido a hombres y mujeres cada vez más aislados, congelados, virtualmente ligados en redes.
En lo cotidiano de la clínica encontramos esa condensación del goce, que revela la vacuidad del ser, en los modos autísticos de satisfacción, con precarios lazos con el Otro o con el cuerpo del semejante. Recientemente, tuvimos conocimiento de adolescentes que buscan obtener un “algo más” a través de técnicas de asfixia por ahorcamiento, y que pueden servirse de tutoriales de internet que explican el paso-a-paso. En la búsqueda del goce absoluto, del máximo de satisfacción que la vida les puede proporcionar, algunos jóvenes se han entregado a los brazos de la pulsión de muerte, encontrando, sin calcular, el propio fin de la vida.
Miller, en la Presentación del tema del Congreso de la AMP de 2016, destaca que las categorías tradicionales que apuntaban a organizar nuestra existencia no funcionan más, “se convirtieron en simples construcciones sociales, destinadas a la deconstrucción” (1), y que eso se da no porque hay vacilación de los semblantes, sino porque ellos son reconocidos como tales. No todo es semblante, nos recuerda: hay un real, lo real de la no relación sexual, que no es comandado por el orden simbólico.
“El saber hacerse incauto de un real, montar un discurso en el que los semblantes restringen un real, un real en el cual se cree sin adherir a él, un real que no tiene sentido” (2), es lo que propone Miller como única vía que se abre al parlêtre, y es lo que podemos intentar captar en la trasmisión de los Analistas de la Escuela, en los testimonios de final de análisis.
La clínica, los síntomas, así como el arte, siempre están al frente del psicoanálisis. J.-A. Miller nos convoca al desafío de revisitar los antiguos conceptos y crear nuevos, para poder trasmitir lo que hemos hecho al recibir al parlêtre.
Traducción del portugués al español por Carmín Musachi.
Con este texto, la autora presentó la X Jornada de la EBP-SC «El cuerpo que se tiene y lo que escapa» que ocurrirá los días 13 y 14 de noviembre de 2015 en Florianópolis, Brasil
Notas:
1. Miller Jacques –Alain: “El inconsciente y el cuerpo hablante”- Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro, 2016, en: http://www.wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1
2. Loc. cit.