Comentario del libro Pasión y encanto en la experiencia analítica, de Marcelo Ale
Psicoanalista. Miembro del IOM-CID de Bahía Blanca.
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Pasión y encanto en la experiencia analítica
El ruiseñor del Plata.
Ediciones de la APLP, 2010
Hay veces que el trabajo encomendado se torna muy grato, y es el caso de haber tomado como tarea leer esta producción hecha por un “compañero” analista. (*) En primera instancia, es de destacar en el título del libro de Marcelo Ale, el término elegido, “experiencia” como concepto pivote, en tanto considero que solo es en ella y desde ella, que se produce la conceptualización psicoanalítica. Entiendo tenemos que apropiarnos de ella,y volverla una condición necesaria, pero para eso hay que poder discriminarla, precisarla, respecto a cierto uso que se ha hecho de ella en nuestra época. Agamben en Infancia e historia dice: “El hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por un fárrago de acontecimientos –divertidos o tediosos, insólitos o comunes, atroces o placenteros- sin que ninguno de ellos se haya convertido en experiencia”.Esa pérdida de la experiencia es en verdad una expropiación,“…implícita en el proyecto fundamental de la ciencia moderna, que transformó la experiencia en “caso” o en “experimento…”,precisa luego. Estas dos frases figuran como modalización discursiva de la pregunta que hace al comienzo de su libro: “¿Es todavía capaz el hombre moderno de tener una experiencia o debe ya considerarse la destrucción de la experiencia como un hecho consumado?”. En la ciencia la experiencia es entendida como única fuente de conocimiento válido, en tanto se la encuadra en el método empírico, del cual la filosofía (que carece de experiencia) aportó parte de su basamento a esta concepción a través del empirismo inglés –para tomar una referencia próxima en el tiempo– desde Bacon, hasta Locke, Berkeley y Hume. Tenemos en el proyecto de la ciencia un uso de la experiencia en tanto reducida a un laboratorio, en el que se trata de disminuir las variables para aislar las causas implicadas en la producción de determinados efectos. Reducción de la misma en donde hay un experimentador, el cual parece poder evaluar los resultados sin incluirse como variable, sueño de toda una era, y cuya conclusión sería la condición humana al fin diseccionada, esclarecida, clausurada. Entonces podemos ubicar al texto comentado como subvirtiendo el uso realizado por, parafraseando a Roland Barthes, la ideología dominante, en tanto se ubica a contrapelo de ella. La ideología dominante, responde a lo que denomina sistemas ideológicos que son “ficciones” según Barthes, que dominan en cierto tiempo histórico, y alcanzan un grado de ficción. Ficción que será definida como la cristalización de un lenguaje en un determinado tiempo, que tiene sus efectos y crea legitimidad a sus enunciados. El texto que nos ocupa entonces, rompería con esta ficción social que se enmarcaría en la ideología cientista de la época. Tomar en consideración la legitimidad de los enunciados se impone para quienes trabajamos en instituciones que se ocupan de la formación de los analistas, dado que siempre se está al filo de producir enunciados que cierren la conversación, que produzcan esos guiños entre los que hablamos respecto a que “sabemos de qué hablamos” cuando enunciamos nuestras referencias comunes, “falo”, “objeto a”, “semblante”, etc. Por supuesto, hay lugares que no hay que dejar de producir y reproducir para evitar el efecto de lo ya sabido; son aquellos que promueven la investigación, la indagación en otros campos ajenos al psicoanálisis pero en consonancia epocal con él. Espacios en los que se abren nuevas apuestas, a partir de diferentes modulaciones e instalan la posibilidad que un nuevo texto subvierta algo de lo ya fijado, de lo ya hecho jerga, de lo ya instituido. En este sentido, Marcelo Ale a través de la incursión en diferentes referencias lacanianas intenta profundizar y aportar nuevas preguntas para situar algunos puntos de la experiencia psicoanalítica. ¿Qué puntos? Aquellos que tienen que ver con la pasión del vocablo, la experiencia de lo real y el encanto del sonido. Otro mérito del libro, y esto es una buena costumbre de la época, es el desarrollo de conceptos que son como íconos de la enseñanza lacaniana, por ejemplo, el tema de la causa en psicoanálisis y la mirada como objeto, profundizando en las referencias que utilizó Lacan para abordarlos. Considero necesario resaltar este despliegue, esta investigación de algunos conceptos del psicoanálisis porque los textos que comentaban desde la época críptica de los `80 en Argentina a Jacques Lacan lo hacían y en algunos casos se sigue haciendo con un estilo hermético de escritura. Por el contrario, hallamos en este libro algo del saber expuesto, que produce a su vez en su encuentro/desencuentro aquello que postulamos como deseo de saber, una ganancia para el campo del psicoanálisis. Por último, quiero detenerme en un artículo del libro que inaugura los desarrollos producidos por el autor en torno a la segunda parte de la enseñanza en Lacan. Se trata de la cuestión del cuerpo. En este artículo[1] Marcelo Ale va a describir cómo el logos (el significante) se transforma en pathos, y cómo Freud ya entreveía que la inmixión de la libido en el cuerpo implicaba la suspensión de la función del órgano afectado. Este pathos podemos referirlo a lo que Miller en su lectura de Lacan denomina “acontecimiento del cuerpo”, ya que siempre será pensado en tanto organismo “sitiado” por el lenguaje. Sabemos que Lacan dirá que hay goce si hay cuerpo y las consecuencias de esta posición será el advenimiento de lo que denominará el parlêtre, el ser hablante. Propone a su vez que el campo del psicoanálisis es el campo del goce. Ahora bien, Roland Barthes, en consonancia con lo explicitado en este artículo, propone en El placer del texto que el psicoanálisis ha expuesto en forma inédita el cuerpo como erótico. Freud postula más allá del cuerpo pensado como máquina, más allá de la postura mecanicista de la época, el cuerpo erógeno. Este cuerpo erógeno postulado como axioma por Freud, es ese cuerpo que el discurso hegemónico del cristianismo medieval, excluye, condena. Me parece que el texto Desnudez de Giorgio Agamben,ayuda a pensar esta dicotomía. Trata de dar cuenta de cómo la desnudez es tomada en los textos cristianos como algo que sufre el hombre a partir del pecado original. La libido según San Agustín es el término técnico que define la consecuencia del pecado; la libido es, en este sentido, la excitación incontrolable de las partes íntimas. Agamben cita a Agustín en De civitate Dei XIV y se puede leer: “antes del pecado, -el hombre y su mujer estaban desnudos y no sentían vergüenza de estarlo– (dice la Escritura), y no porque no viera su propia desnudez, sino porque ésta aún no era indecente, puesto que la libido no turbaba sus miembros”. El haber probado del árbol del conocimiento implica la Caída, el pecado, por lo que comienzan desde ese momento a sentir vergüenza de su desnudez, pudiendo entonces entreverse que la desnudez es siempre un acontecimiento e implica el sentimiento de vergüenza concomitante. Ello porque entraña este elemento, que llama la libido, y por el cual no podemos ya manejar nuestro cuerpo, somos arrastrados a la concupiscencia. Hay un contraste entre el antes y el después del pecado original; antes estaba la gracia, luego de la Caída, la desnudez. Así, cuando nos referimos a la gracia del baile, a una bailarina en tanto tiene gracia, puede estar desnuda, pero lo gracioso de su movimiento, es que cubre su desnudez. Hay en la enunciación freudiana y en su creación, el psicoanálisis, una nueva forma de pensar entre otros conceptos, el cuerpo, y este libro aborda varios de ellos, dándoles una nueva luz, resultado, entiendo, de un trabajo producido.
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(*) El 29 de setiembre de 2012, se realizó en la ciudad de Bahía Blanca la presentación del libro Pasión y encanto en la experiencia analítica de Marcelo Ale. Dicha actividad fue organizada por la Red de la APLP con los auspicios del Área Virtual Analítica (A.V.A.) y la revista Conceptual-estudios de psicoanálisis. Participaron de la mesa: Marcelo Ale, miembro de la APLP, Guillermina Martínez del Centro Psicoanalítico de Tres Arroyos y de la APLP, Daniela Gaviot, de la APLP y Hernán Cenoz del IOM-Cid de Bahía Blanca.
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Notas:
[1] – Ale, Marcelo: “El cuerpo es el lugar donde el logos se convierte en pathos” en Pasión y encanto en la experiencia analítica, El ruiseñor del Plata, Ediciones de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, 2010.
Bibliografía:
• Agamben, Giorgio: Infancia e historia, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2007
• Agamben, Giorgio: Desnudez, Ed. Anagrama, Barcelona, 2011
• Barthes, Roland: El placer del texto, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2008