Analyticas del Sur. Revista de psicoanlisis en la crtica cultural

Edición Nº 14 • Noviembre de 2024 •

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De la huella digital a la digitalización de la huella

Pablo Sauce

Psicólogo. Miembro de La Escola Brasileira de Psicanàlisis y de La Asociación Mundial de Psicoanálisis (EBP/AMP). Coordinador del Núcleo de Pesquisa del Instituto de Psicanálise da Bahia (IPB). Coordinador del Programa de Tratamiento de las Adicciones Generalizadas, Salvador de Bahia, Brasil. Miembro de la Red AAPP. Corresponsal de Analytica del sur -Psicoanálisis y Crítica-

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“Tratamos de situar qué es el inconsciente
como texto en un contexto de crisis”.

Enrique Acuña

 

Ilustración: Sara Bosoer, IG: @srbsr_aoe

 

El fantasma…

En 2024 el Seminario Anual de la Red AAPP se dedicó al tema Fantasma y se(x)uaciones: texto y contexto. Es a partir de lo que resuena entre este Curso y la práctica que desarrollo en Salvador de Bahía que surge el interés por la actualidad del fantasma: una derivación del título del libro de Germán García Actualidad del trauma, donde recuerda que Freud ubica primero el trauma para, después, pasar al fantasma y luego, en un efecto de retorno, decir que el fantasma es traumático. Pero ¿por qué es tan importante el fantasma? pregunta Germán García en un Curso de 1987 dictado en Tucumán.Y responde que se tiene la pretensión de decir que, en la historia de occidente, es el fantasma el que cuestiona la relación sujeto-objeto al plantear una ruptura entre ambos. Relación que, hasta Freud era o pasional o de conocimiento: lo que se ama no se conoce, lo que se conoce no se ama. Y afirma que al fantasma, que es de estructura y permanece constante a lo largo de una vida, hay que deducirlo de un análisis; porque no existe como transparencia para nadie. O sea que entre el “auto” y el “conocimiento” del autoconocimiento tan promovido hoy, habría una zona opaca a ser atravesada. Y más adelante va a afirmar que, para Lacan, el descubrimiento fundamental de Freud no es el inconsciente como tal; sino esta especie de grano de arena entre el sujeto y el objeto, que es la estructura del fantasma: y es con esta “palanca” que Lacan pretende subvertir toda la epistemología occidental. Esta estructura ($<>a) implica un aparato lógico aplicado a dos términos heterogéneos $ y a, en una relación de no adecuación (<>) entre ellos. A partir de este esquema podemos estudiar la relación de cada sujeto hablante con su mundo como algo inadecuado; algo que no encaja, sea en el campo sexual, social, de la vida, etc.

 

… su actualidad

Ya apuntando a la interlocución con los discursos en juego en la actualidad, incluyendo el discurso del analista, cito una frase de Enrique Acuña, en Analytica del Sur n°11: “Es en ese contexto donde la identidad sexual junto con otras formas o prácticas ligadas a comunidades de goce, o sea, a formas de vida, a estilos de vida, que no son solamente las minorías sexuales, los movimientos LGTB o Queer, sino también las minorías indígenas, las minorías raciales en general y otras minorías que se constituyen por sus prácticas en tanto estilos de vida, es en ese contexto que vamos a tomar hoy como primer punto de partida el problema freudiano de la sexualidad, cómo Freud aborda la sexualidad humana”. Para avanzar un poco más en la delimitación de las coordenadas que nos orientan en este ámbito del argumento del Seminario de la Red AAPP de este año, extraigo una cita, también de Enrique Acuña: “Ese Otro es siempre un cierto estado de la ciencia (una verificación de los retornos que ella deja de lado para constituirse)”. Y para responder comienzo por algunas puntuaciones extraídas del trabajo “No hay algoritmo de la interpretación”, presentado por Inés García Urcola y comentado por Fátima Alemán en las últimas Jornadas de la Red AAPP. Por un lado, el pasaje del paradigma de la lógica matemática al de la probabilidad me parece un punto fundamental para acompañar los efectos en la constitución de la subjetividad actual. Esta operación simbólica desencarnada, no exenta de cinismo, opera con el soporte del algoritmo de la transferencia, pero no el del dispositivo analítico formalizado por Lacan, signatario del amor de transferencia, sino con el soporte del algoritmo de la transferencia de datos: transferencia incesante de toda nuestra vida cotidiana a la red virtual; una verdadera operación de “alienación digital”. Este modo de transferencia convierte al Big Data en una especie de simulacro de un Otro Tecno-Lógico.

Quiere decir que, en nuestro caso, “si tenemos a la IA (Inteligencia Artificial) como contexto. ¿Cuál es el texto que llega hoy (en este contexto) a nuestros consultorios?”. Y también a las instituciones donde trabajamos pues, es en el ámbito de una internación psiquiátrica y particularmente en un Programa para tratar adicciones, hoy “generalizadas”, donde encuentro la mayoría de los casos afectados por la incidencia de la IA en sus modos de vida. Una cuestión levantada por Julia Pierna en el mismo debate nos orienta en este recorrido: se trata de la pregunta por el estatuto del cuerpo tanto en la IA como en el psicoanálisis: ¿Que cuerpo está en juego?. Sabemos, con Lacan, que tanto el fantasma como el síntoma son dos formas o vías de aparejar el goce, eso que no cesa de repetirse, en el cuerpo, como un excedente que corrompe la lógica del orden simbólico. Aparatos que, como tales, sirven para hacerse un cuerpo, como fuera recordado por Fátima Alemán en el debate citado.

Por otra parte, como recuerda Gustavo Dessal en su libro Inconsciente 3.0, la revolución técnica aplicada al cuerpo solo fue posible gracias al paradigma que erradicó definitivamente la noción de alma del terreno científico. A partir de este, en el terreno de la neurociencia y de la IA se apuesta a la posibilidad de que ese artificio llamado “mente” y concebido como un sistema significante capaz de ser totalmente decodificado en algoritmos matemáticos y ser depositado en un soporte informático, pueda ser totalmente transferido para otro cuerpo, inclusive para una máquina. A partir de lo cual la satisfacción pulsional, evidentemente, ya no se encuentre enlazada necesariamente al cuerpo biológico: los algoritmos consiguen tocar de forma individualizada los resortes pulsionales y afectar sus circuitos: como bien lo ilustra la actual “epidemia” de juegos de apuestas en Brasil; que ya comienza a presentar sus efectos adictivos y sus consecuencias estragantes para los vínculos sociales.

 

Y retorno

La era digital, con la IA y los algoritmos que la gobiernan, se caracteriza en términos discursivos por la sucesión metonímica que no produce ningún efecto de sentido y que, por otra parte, no tiene ningún límite. Diferente de la operación metafórica que al tratarse de la sustitución de una palabra por otra da un contenido a la enunciación. Las tecnologías se apoyan en la eliminación de la operación metafórica y de esa forma se independizan de la relación con la verdad de la experiencia; como la generalización de adicciones actuales nos enseña a través del uso cada vez más vaciado de sentido -o descontextualizado de cualquier ritual comunitario- tanto de sustancias tóxicas como de comportamientos caracterizados como “compulsivos”. De esa forma pasamos de las grandes narrativas orientadoras, tanto individual como colectivamente, a una sucesión de imágenes fragmentadas, sin sentido, ante las cuales el individuo, o la colectividad, queda totalmente sin brújula: en su página de Facebook llamada “El manicomio global”, Gustavo Dessal afirma que la selfie es la metáfora perfecta del sujeto contemporáneo, del cual el paradigma actual es la pasión de la ignorancia, el no querer saber nada.

Si, por un lado, el fantasma nos enseña que vivimos en un mundo “virtual” -una ficción por la cual somos responsables-; por otro lado, las nuevas tecnologías han permitido que extraños asuman una parte importante de esa responsabilidad. El GPS, que incluye la información del tránsito en tiempo real, así como la conducción vehicular sin “piloto”, ilustra bien esta transferencia de responsabilidad.

En nuestra relación con las tecnologías, Dessal distingue un primer tiempo -lógico: instante de ver- en el cual somos sujetos activos y que, parafraseando al título de su libro, llama: “Lo que hacemos con las tecnologías”; tiempo en el cual nos aferramos a la creencia maníaca en sus efectos maravillosos. Y luego este se precipita en un segundo tiempo, como efecto de retorno -momento de concluir sin pasar por un tiempo de comprender- que denomina, como la segunda parte del título de su libro: “lo que las tecnologías hacen con nosotros”. Efecto de retorno, sin intervalo, que revela la imposibilidad de comprender en qué punto nos encontramos en relación con el avance de estas tecnologías. Lógica que remite al modo de funcionamiento tanto del acting-out como del pasaje al acto; característicos de la dimensión de la urgencia subjetiva, donde se actúa -repite- lo no elaborado. En ese libro, de 2019, el autor sostenía que no debíamos juzgar a las tecnologías en sí mismas sino considerarlas como síntomas de otra cosa. Sin embargo, en este artículo citado, rectifica esa afirmación diciendo que ahora se impone una verdad que cambia su anterior análisis. La dinámica de datos actual apoyada en los algoritmos de la Inteligencia Artificial Generativa se ha transformado en una auténtica pesadilla que ya no nos permite seguir durmiendo tan plácidamente el sueño generado por la narcosis del fantasma freudiano. En la actualidad las tecnologías han conseguido instaurar el metaverso como la única realidad en la que habitamos. Si con Lacan aprendimos que el fantasma seria la “máquina” de interpretar de cada uno, la “clave de lectura”, lo que convierte al fantasma en la ventana desde la cual miramos al mundo y constituimos nuestra realidad; en la actualidad el avance de las tecnologías ha producido una enorme fractura entre estas y la subjetivación de su uso: fractura que reconocemos como el lugar donde, freudianamente debería advenir la formación de síntomas.

Por otro lado, esta fractura tampoco permite un trabajo de elaboración que viabilice una forma donde el surgimiento de esa técnica pueda ser representado: a partir de la cual el sujeto del inconsciente pueda hacerse representar en un discurso. En consecuencia, resta identificarse a no ser otra cosa que una pieza más de este gran engranaje y, por tanto, acabar por ser sustituida y descartada como un desecho de esta gran maquinaria universal (a: como puro resto).

Dessal ejemplifica esta función de descarte con el doxing: una práctica que consiste en apoderarse de los datos de una persona, falsear su historial de vida y retransmitirlo a través de algoritmos en las redes sociales. Es un modo de eliminar al semejante, pero desde el punto de vista virtual y no físico: de lo cual un pequeño ejemplo es lo que actualmente se llama la “cancelación” de alguien; operación “temporaria” que rompe relaciones con el recurso a la palabra, así como el adicto en su relación con la droga cuando permite romper el casamiento con la “máquina de hacer pipí”; según la clásica fórmula de Lacan.

Esta elevación de la máquina al zénit de la civilización implica una dimensión donde la mirada ha subido al escenario al punto de que la ficción se convierte en absolutamente real: una vez eliminada esta barrera: ¿Qué lugar para esa visión que llamamos el fantasma inconsciente? En la actualidad esa función de velo que permite burlar la mirada es ocupada por las pantallas. ¿Podríamos decir que, paradójicamente, lo que el artificio del fantasma inconsciente (del orden de lo no realizado) tenia de función de pantalla al mundo, hoy en día está siendo realizado a través de estas pantallas artificiales? ¿Estamos transfiriendo el inconsciente de cada uno para la nube como neo-Otro? Alineación digital que supone la disecación del sujeto o su reducción a no ser más que un improbable error de cálculo.

Esta función de dar a ver y de ocultar a la vez está siendo transferida vertiginosamente para los artefactos técnicos. Lo que retorna como efecto de esta transferencia solo podrá ser recalculado -como anuncia la voz del GPS- a través de un acto de separación que apunte para la recuperación de algún eslabón perdido en los dichos de la cadena @lementar. O sea, a través de la recuperación de algo que parece “olvidado” por las tecnologías: el hecho de que somos (seres) hablantes. Que somos hablados, por los dioses, por nuestros ancestros, etc.; es algo que ya lo sabemos, aunque, tal vez, no todos lo sepan… Sin embargo, reducirnos a ser hablados por las máquinas nos asoma a un real inédito: el sujeto digitalizado, como afirma Dessal en su página del manicomio virtual.

Si Lacan nos legó la fórmula ya clásica del fantasma: ¿que formula podría proponerse para la actualidad? Aún no la obtuvimos. O tal vez, sería la misma; con la particularidad de que “a” es “a” de algoritmo. Inclusive, tal vez deberíamos invertirla: a<>$; colocando al “a”-lgoritmo como agente. En principio, el operador central (<>) que se encuentra entre el sujeto supuesto y su objeto ya no parece operar como tal en su función de articulación; la cual implica una dialéctica entre las operaciones de alienación y separación. Hoy en día, con la elevación de la máquina al zénit, el lugar del sujeto, como ese vacío universal que hospeda los rasgos particulares de cada uno, se reduce cada vez más a un inconmensurable agujero negro que aspira todas y cada una de las particularidades que sostienen tanto a una colectividad entre otras como a un individuo en el seno de ella. Y de ese modo, sin articulación posible entre los dos lados heterogéneos, los ya obsoletos cuerpos donde habitaban los sujetos en cuestión van siendo acumulados, descartada y descarnadamente, junto con los desechos producidos por el avance de la máquina -devoradora- del tiempo. Desarticulada la mediación entre ambas instancias restan sus efectos de retorno: la agresividad ante el semejante, la invasión del vecino, la segregación del prójimo, el racismo, la homofobia, la violencia de género, el autoritarismo en nombre de la libertad, etc.

Dicho efecto de retorno, que Freud denominó trauma, ese real que está por detrás del fantasma encarna la repetición de un acontecimiento que no ha podido ser articulado en un mito, o en términos tecnológicos, en una programación; y, por tanto, rompe disruptivamente esa programación. En Actualidad del trauma, Germán García afirma algo que conversa muy bien con el espíritu del Seminario de la Red AAPP de este año, cuando dice que, en esta repetición, que no es significante (automaton) sino real (tyché), se trata de algo que desapareció de una historia y reaparece en otro momento, irrumpe como acontecimiento “X”; pero sin que se sepa, en una serie, qué lugar, o número en la secuencia, tiene. Entonces, por consecuencia, se pierde la cuenta. Y cuando alguien pierde la cuenta, se identifica: como el bebedor empedernido que precisa ir diariamente a Alcohólicos Anónimos para recuperar la contabilidad a través de la cual “solo por hoy” no beberá el próximo -siempre el primero- vaso. Y más adelante dirá que lo que hace real el trauma es lalengua a la que cada uno se aferra. O sea que la estática del fantasma, la estabilidad que ofrece al sujeto, de pronto puede ser alterada por algo real, imprevisto en la serie. La cuestión, entonces, no se reduce a la lógica interna de un lenguaje: (S1/$S2) sino que se trata de un cuerpo afectado por ese lenguaje: (S1S2/a). Dicho de otro modo, no se trata solo de descifrar el significado del síntoma sino de constatar qué es lo que no anda para un cuerpo-hablante.

Bibliografía:

– Acuña, Enrique: Revista virtual Analytica del Sur. Psicoanálisis y Crítica n°11, 12 y 13. Editorial: Se(x)uaciones – Mujeres y hombres con lo femenino. Curso Breve,clases 1ª, 2ª y 3a.

– García, Germán: En torno de las identificaciones. Claves para la clínica. 1ª ed., Otium Ediciones, Tucumán 2009.

– García, Germán : Actualidad del trauma. 1ª ed. Grama, Bs. As. 2005.

– Dessal, Gustavo: Inconsciente 3.0: Lo que hacemos con las tecnologías y lo que las tecnologías hacen con nosotros. Colección Otra. Xoroi Ediciones, 2019.

– Dessal, Gustavo: El Manicomio Global: página del autor en Facebook.

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Analytica del Sur Número 1. Aparición en web: julio 2014.

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