¿Para qué sirve la sublimación?
Psicoanalista. Miembro del Instituto Pragma. Presidenta Biblioteca Freudiana de La Plata. Coordinadora conjunta del Seminario anual 2024 "Arreglos y desarreglos frente al malvivir".
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“La sociedad encuentra alguna felicidad en los espejismos que le proveen
moralistas, artistas, artesanos, hacedores de vestidos o sombreros,
los creadores de las formas imaginarias.
Pero el mecanismo de la sublimación no debe buscarse
en la sanción que la sociedad le aporta al contentarse con ellos.
Debe buscarse (…) en formas históricamente,
socialmente, especificas, los elementos a,
elementos imaginarios del fantasma,
que llegan a recubrir, a engañar al sujeto, en el punto mismo del das Ding.
Aquí haremos recaer la cuestión de la sublimación”
LACAN, J. El Seminario 7 (1)
Ilustración: Sara Bosoer, IG: @srbsr_aoe
En el Seminario 7 La ética del psicoanálisis Lacan comienza preguntándose si la sublimación puede entenderse como un recurso frente al malestar en la cultura, destino que por salto de elevación lograría alcanzar cierta felicidad. Pero no se trata de un elogio a la sublimación, sino de la verificación -en su mecanismo- de algo inmanente a la pulsión. ¿Es la sublimación un arreglo ante el malvivir?
Partimos de una premisa, construida siguiendo los argumentos del seminario antes mencionado, a los fines de ir desandando sobre la misma: Toda pulsión es sublimatoria pero no todo en ella es sublimable. Afirmación que orienta para situar términos importantes respecto de la sublimación: pulsión, transformación y límite.
Tomaremos una serie de “textuales” de Freud y de Lacan con el objetivo de desprender de los mismos la diferencia en las teorizaciones en Freud, antes y después de la pulsión de muerte; y verificar el esfuerzo de Lacan en preservar el enfoque freudiano sobre la sublimación, no sin situar lo problemático del concepto para el psicoanálisis. Germán García en “La sublimación, los textos en Freud” remarca que Freud antes de El yo y el ello conceptualiza la sublimación de la sexualidad o pulsión sexual, después será la sublimación de la pulsión de muerte como condición de la posibilidad misma del acto sexual y de todo proceso vital. Diferencia importante sobre la cual Lacan hace foco.
Leyendo la sublimación en Freud, a los saltos
En la V Conferencia de Introducción al psicoanálisis (1910) Freud plantea: “Conocemos un proceso de desarrollo muy adecuado al fin, la llamada sublimación, mediante la cual la energía de mociones infantiles de deseo no es bloqueada, sino que permanece aplicable a una meta superior, que eventualmente ya no es sexual. (…) la plasticidad de los componentes sexuales, que se anuncia en su actitud para la sublimación, puede engendrar la gran tentación de obtener efectos culturales cada vez mayores mediante una sublimación cada vez más vasta. Pero así como en nuestras máquinas no podemos contar con transformar en trabajo mecánico útil más que un cierto fragmento de calor aplicado, no debemos aspirar a enajenar la pulsión sexual de sus genuinas metas en toda la amplitud de su energía…lo que podría aparejar a una explotación depredadora.” (2)
En otro párrafo de estas conferencias Freud se refiere a la sublimación como una tramitación adecuada al fin que lleva conflicto y neurosis a un feliz termino.
En 1912, en uno de los trabajos sobre técnica analítica: “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” Freud exhorta sobre los peligros de la ambición pedagógica en torno a la sublimación (furor educandis): “No todos los neuróticos poseen un gran talento para la sublimación…la ambición pedagógica es tan peligrosa como la terapéutica. Y agrega: “muchas personas han enfermado justamente a raíz del intento de sublimar sus pulsiones rebasando la medida que su organización les consentía”. (3)
Al final de su obra, en las “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”, 32° Conferencia (1932), Freud vuelve sobre el tema de la plasticidad de la pulsión. “Pues bien; lo que discernimos acerca de las pulsiones sexuales vale de igual modo, y quizás en mayor medida, para las pulsiones de agresión. Son sobre todo ellas las que dificultan la convivencia humana y amenazan su perduración; que limite su agresión es el primer sacrificio que la sociedad tiene que pedir al individuo”. Y agrega: “Por suerte, las pulsiones agresivas nunca están solas, sino siempre ligadas con las eróticas. Estas últimas tienen mucho para mitigar y prevenir en las condiciones de la cultura creada por el hombre”.(4)
Una última cita –volviendo a la primera tópica- se encuentra en la 22° conferencia. “Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión.” (1917). Transcripta por Lacan en el Seminario 7 y también por Massimo Recalcati en su texto La sublimación artística y la cosa. “Las mociones pulsionales de carácter sexual son extraordinariamente plásticas …pueden reemplazarse unas a otras, una puede tomar sobre si la intensidad de las otras; cuando la satisfacción de una es frustrada por la realidad, la de otra puede ofrecer un resarcimiento pleno. Se comportan entre sí como una red de vasos comunicantes, y ello a pesar de que están sometidas al primado de lo genital, estado de cosa nada fácil de conciliar en una representación…” “Las pulsiones parciales de la sexualidad …muestran gran capacidad para mudar su objeto, para permutarlo por otro…tienen una gran proclividad al desplazamiento y predisposición a adoptar subrogados…” Y seguidamente define a la sublimación como: “un caso especial de apuntalamiento de unas aspiraciones sexuales en otras no sexuales.” (5) En dicha conferencia Freud se ocupa de situar a la fijación en tanto factor orgánico como un aspecto destacado en la etiología de la neurosis. Asimismo, resulta interesante esta cita porque Lacan lee en ella un guiño de Freud al surrealismo de Bretón y su obra literaria Los vasos comunicantes.
Extraemos de las citas mencionadas: La plasticidad de la pulsión y su límite (fijación). La posibilidad de una satisfacción sin represión pero que además debe tener aprobación colectiva. Ello conduciría a la idea de una conciliación fácil entre el individuo y lo colectivo, derivando en la idea de un “feliz termino” y un “equilibrio normativo con el mundo”. Sin embargo, también está la advertencia freudiana sobre los riesgos de sublimar “rebasando” lo que la economía psíquica permite para cada uno. Una economía (psíquica) que tiene límites singulares.
Luego de la segunda tópica, Freud ratifica eso que ya supo desde el Proyecto con la conceptualización de la mítica vivencia de satisfacción; que la relación del hombre con la satisfacción es conflictiva y que para seguir el camino de su placer se debe contornear el das Ding, la Cosa, objeto irremediablemente perdido, sin representación.
Lectura lacaniana: un método
Lacan para leer la sublimación freudiana necesita introducir la Cosa. La sublimación entra en vínculo directo con la pulsión, pulsión en tanto deriva, como propone llamarla. Retoma el planteo freudiano de sustitución para definir el mecanismo de sublimierung, sustitución que involucra a la meta y al objeto de la pulsión. No se trata de una transformación vía retorno de lo reprimido, la libido llega a encontrar su satisfacción en objetos socialmente valorados, objetos de utilidad pública. Pero la operación que hace Lacan es leer la satisfacción sublimatoria como correlativa a la plasticidad de la pulsión, pero también a la fijación que persiste; la perseverancia de la pulsión.
En El Seminario, libro 7 La Ética en el Psicoanálisis (6) Lacan superpone dos planos, de los cuales pueden extraerse las más variadas lecturas, según el mojón en donde nos detengamos. Por un lado, la aventura libidinal individual, y por otro, la aventura del psicoanálisis con sus contingencias y etapas. “Freud no recorrió de una vez el camino cuyos jalones nos legó”, dice Lacan. Por lo tanto, el método de lectura debe ser de avances y retrocesos. Respecto del recorrido libidinal elige destacar dos términos freudianos correlativos: “Fixierbarkeit (fijación) -cuyo registro de explicación es todo lo que es inexplicable.” Y el otro término es “Hafbarkeit (perseverancia)” que resuena a “responsabilidad, compromiso”, y de eso se trata -expresa Lacan- respecto a “nuestra historia colectiva de analistas”. Punto crucial a partir del cual Lacan problematiza las múltiples desviaciones post-freudianas.
¿Qué cosa es la Cosa freudiana – das Ding?
El das Ding es el objeto que Freud recorta en el Proyecto y en la Carta 52, resto no subjetivable que queda como huella de una primera y mítica vivencia de satisfacción constitutiva del aparato psíquico. Se diferencia del die sache (objeto subjetivable, en relación con la representación palabra). Atributos de la Cosa: Irrepresentable, exceso de goce (mítico). Lacan la define como: unidad velada, interior-excluido. El vacío de la representación -el hecho de que la cosa siempre está destinada a ser una no-Cosa – es la condición de la sublimación.
Lacan se pregunta: “¿Cómo la relación del hombre con el significante –en tanto que puede ser su manipulador– puede ponerlo en relación con un objeto que representa a la Cosa? De ahí desprender el tema de la creación respecto de la sublimación artística y también de la ética. Y plantea: “un objeto puede cumplir esa función que le permite no evitar la Cosa como significante, sino representarla, en tanto que ese objeto es creado”.
La fórmula fundamental de la sublimación a esta altura es: Elevación del objeto a la dignidad de la Cosa. En la sublimación artística el objeto de arte deviene un objeto imaginario que se coloca -por la vía de la elevación simbólica– en el lugar vacío de lo real de la Cosa. La elevación (transformación) de un objeto en una cosa, no implica que esa cosa sea la cosa, la Cosa está velada.
La operación sublimatoria es un ejemplo del recorrido mismo de la pulsión alrededor del vacío de la Cosa, en el que se satisface. Por eso, la sublimación queda ligada a las capacidades plásticas de la pulsión, a su posibilidad de satisfacerse al bordear el vacío de un objeto que Freud define como contingente y no necesario. La satisfacción sublimatoria se encuentra en el recorrido, supone una satisfacción sin represión. La plasticidad de la pulsión da cuenta una posibilidad pulsional y no de una neutralización de la pulsión o una desexualización.
Por un lado, hay una disyunción entre síntoma y sublimación referido a la represión. Pero también está la fijación pulsional como condición de persistencia del síntoma, y eso es un límite presente en las posibilidades de la sublimación. Lacan lo remarca al ubicar que no todo de la exigencia de satisfacción puede ser sublimado. Por lo tanto, se trata de una plasticidad no sin límite.
Hay concomitancia entre una exigencia pulsional que se satisface mediante el movimiento sublimatorio que tiene como límite la satisfacción que es la que subrepticiamente persiste en el núcleo del síntoma. En este sentido, reconstruimos la premisa que tomamos como punto de partida: Toda pulsión es sublimatoria pero no todo en ella es sublimable.
Como se menciona en el párrafo que sirve de epígrafe, “la cuestión de la sublimación” se sitúa en el campo de las pulsiones -pulsiones que son parciales por estructura-, es decir, inhibidas en su meta por la imposibilidad de alcanzar la satisfacción integral. Que la sublimación logre desviar a la pulsión está en relación con el destino último de la pulsión, que es la imposibilidad de su satisfacción definitiva.
Lacan lo plantea de este modo: “La satisfacción que aporta al Trieb una satisfacción diferente de su meta -siempre definida como su meta natural– es precisamente lo que revela la naturaleza propia del Trieb en la medida que éste no es puramente el instinto, sino en la medida en que se relaciona con das Ding, con la Cosa en tanto ella es diferente del objeto.” De ahí que el campo de la sublimación es aquel que se abre en la distancia entre el objeto y la Cosa. Campo de la creación significante, que vela y revela la Cosa más allá. Espacio donde viven los monstruos, podríamos decir, aludiendo al célebre libro infantil ilustrado de Maurice Sendak (1963) versionado cinematográficamente por Spike Jonze en 2009.
La noche que Max se puso su traje de lobo y se dedicó a
hacer
faenas de una clase
y de otra
su madre le llamó «¡MONSTRUO!»
y Max le contestó «¡TE VOY A
COMER!»
y le mandaron a la cama sin cenar
Esa misma noche nació un bosque en la habitación de Max
y creció
y creció hasta que había lianas en el techo
y las paredes se convirtieron en el mundo entero
y apareció un océano con un barco
particular para él y Max se fue
navegando a través del día y de la noche
entrando y saliendo por las semanas
saltándose casi un año hasta llegar
a donde viven los monstruos. (…)
¿Para qué nos sirve la sublimación?
La sublimación no es un destino que nos salve de otros. No se trata de sublimación o neurosis, por ejemplo. Más bien sería uno de los modos de vivir la pulsión (parcial) -a verificarse por los efectos de creación. Utilidad fragmentaria, efecto singular con resonancia social; esa es la paradoja. Montaje en continua preparación, arreglo siempre parcial; distinto a un destino infalible.
Enrique Acuña ubicaba lo sublimado en la experiencia de un análisis como “lo que queda”, “el modo con que alguien termina una vida y comienza otro estilo”, el toque singular del goce sintomático. En esta perspectiva, lo sublimado funciona como un “arreglo” que no se presta al desciframiento, sino más bien como un saber hacer con el exceso no asimilable del aparato psíquico. Se abren vías de discusión y un campo de investigación – que aquí no exploraremos – en torno a la relación de la sublimación con la pragmática del síntoma y las vicisitudes hacia el fin de análisis.
Por otro lado, la pregunta que antecede este apartado no debe confundirse con: ¿para qué nos sirven los artistas?(7). Respecto de Lacan y el arte, Enrique Acuña situaba que con el arte Lacan aprende que hay un real no interpretable. El arte le sirve a Lacan como modo de abordar lo real, distinto de una hermenéutica.
Lacan descree de la sublimación en el marco de la experiencia analítica, lo cual solo podría conducir a una experiencia moralizante, pero se sirve de la sublimación artística para dar cuenta del campo del sujeto en relación con el das Ding. Por ello, la sublimación como destino pulsional se diferencia de lo sublimado como producto; el objeto – que no es lo sublime en tanto ideal-. Será en torno a lo sublimado el punto en que quizás se toquen arte/psicoanálisis. En la medida en que en ambos casos se trata de un procedimiento de hacer algo con el resto sin representación.
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* Texto escrito a partir de la clase dictada el 14 de agosto de 2024 en el Seminario anual “Arreglos y desarreglos frente al malvivir”. Parte II. Instituto Pragma – Biblioteca Freudiana de la Plata.
Notas:
1. Lacan, Jacques. “El problema de la sublimación”, en El Seminario, libro 7, La Ética del Psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2012. Pág.123
2. Freud, Sigmund. “Conferencia V Introducción al psicoanálisis” (1910) en Obras Completas. Tomo XV, Amorrortu editores, Año 1991. Pág. 49
3. Freud, Sigmund. “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” (1912) en: Obras Completas Tomo XII. Amorrortu editores. Año 1991. Pág.118
4. Freud, Sigmund. “32°conferencia. Angustia y vida pulsional” (1932) en: Obras Completas Tomo XXII. Amorrortu editores. Año 1991. Pág. 102
5. Freud, Sigmund.“22° conferencia. Algunas perspectivas sobre el desarrollo y la regresión”. (1917), en Obras Completas Tomo XVI. Amorrortu editores. Año 1991. Pág.312
6. Lacan, Jacques: El Seminario, Libro 7, La Ética en Psicoanálisis, Paidós, Bs. As. 1992, pág. 110
7. Se remite a la muestra “Cuando el arte se encuentra con el psicoanálisis” Centro Cultural Pompidou-Metz, año 23/24. Video YouTube. Puede verse la faceta de Lacan “coleccionista” y la función del arte para el psicoanálisis de orientación lacaniana. Así mismo respecto de los modos de contar con el arte ver la obra del artista argentino Jorge Macci y su tratamiento del lleno/vacío.
Bibliografía:
– Acuña, Enrique: Seminario Clínico «Los fundamentos del Psicoanálisis». Centro Cultural C.S. Viamonte – CABA – Blog seminario
– Freud, Sigmund: “El Malestar en la cultura”, en: Obras Completas. Amorrortu editores, Año 1991.
– García, Germán: “La sublimación, los texto de Freud” en: Psicoanálisis. Una política del síntoma. Editorial Alcrudo. Zaragoza. 1980
– Lacan, Jacques: “El problema de la sublimación”, en: El Seminario, libro 7, La Ética del Psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2012.
– Recalcati, Massimo: “La sublimación artística y la Cosa”, en: Las tres estéticas de Lacan. Psicoanálisis y arte. Ediciones del Cifrado. Año 2012
– Sendak, Maurice: Donde viven los monstruos. Nidos para la lectura. Alfaguara 2009. (1963)