Se(x)uaciones – mujeres y hombres
con lo femenino
Curso breve de Enrique Acuña
3 de marzo de 2021
4a clase
3 de marzo de 2021
4a clase
(1959-2021)
Fue Psicoanalista, Miembro A.P. de la escuela de la Orientación Lacaniana (E.O.L) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (A.M.P). Director de Enseñanza de la Red A.A.P.P, del Instituto PRAGMA-APLP, Instituto Sigmund Freud, Biblioteca Freudiana de Bahía Blanca, Biblioteca de Oberá. Fundador y asesor de la Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandu. Fundador de las revistas: Conceptual, Fri(x)iones, Analytica del Sur (virtual). Autor de Resonancia y silencio y compilador de: Las paradojas del objeto en Psicoanálisis, Curarse del lenguaje, Locuras y psicosis y Vidas pulsionales.
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Buenas noches. De las líneas de trabajo que he seguido, como dicen los ingleses: last but not least (lo último pero no menos importante), lo que viene es un curso que van a dar cuatro conferencistas: Leticia García, Fátima Alemán, María Inés García Urcola y Daniela Ward que propusieron algunos temas, uno alrededor del discurso jurídico y las mujeres, otro en relación al movimiento feminista y los problemas que plantea en esta época, y el tercer tema en relación al psicoanálisis en intención, es decir de qué manera se reaviva la pregunta freudiana sobre ¿Qué quiere una mujer? Por eso nos pareció interesante plantear el título de este próximo curso breve, que empezaría este miércoles que viene, como “Una mujer”. Una mujer se opone a esa mujer que era como llamaban a Eva Perón. Es decir que Evita era la biología del esencialismo de La mujer, que no existe según Lacan.
Repasando, en la primera clase tomé como eje rector la roca viva de la castración, asunto sobre el que Freud da muchas vueltas, para poder llegar a lo femenino. La confusión actual de los psicoanalistas es pensar que lo femenino coincide con una mujer. Hay que ver si todo cuerpo femenino es una mujer en el sentido lacaniano, en tanto toca lo femenino.Para Freud lo femenino está encerrado en esa roca viva de la castración y es muy interesante que introduzca la paradoja de una roca viva. En un texto que sugerimos una vez en el Centro Descartes a partir de una lectura que habíamos hecho, con Germán García; ¿La Construcción Social de Que?, Ian Hacking decía que el constructivismo llevaba a demasiadas metáforas, quiere decir que hay muchos significados construidos desde la convención social que evitan ese esencialismo biológico de los cuerpos, pero que en definitiva relativizan los nombres, y se genera lo que Eric Laurent llamó la epidemia de las clasificaciones.
Es decir, demasiadas metáforas coincide con la epidemia de las clasificaciones con respecto a que hay demasiados nombres, demasiados significados nuevos que se dan por convención social. Como el psicoanálisis no es una sociología, toma en cuenta el discurso de cada uno para construir algo en relación a cómo se atraviesa esa roca viva de la castración, que es lo femenino, tanto en hombres como en mujeres. Llegamos a ese concepto a partir del texto “La sexualidad femenina”, donde Freud daba como salida a la feminidad por el lado del hijo prometido del padre, es decir la maternidad, y decimos que Freud esposa a las mujeres en el punto este de la maternidad como salida. Y esa era la protesta de la feministas de los años 60´ y 70, tanto de Simone de Beauvoir como de Juliet Mitchell.
Para Lacan lo femenino queda como una x en las fórmulas de la sexuación, efecto producto del entrecruzamiento entre lo femenino y lo masculino, está la feminidad por un lado, lo masculino y luego está lo femenino en términos de un real que no se capta de entrada, o sea que no está dicho de entrada, no está clasificado de entrada. También podemos decir que es lo trans, es el atravesamiento de un costado de la fórmulas de la sexuación, de la derecha a la izquierda, ese vector que cruza los dos campos y que da como efecto la división del sujeto.
Entonces, lo que para Freud es la roca viva de la castración que genera angustia, en el hombre es la protesta viril. Y es interesante que Freud diga que llega ese momento del análisis donde los hombres hacen una protesta viril: “yo acá soy masculino”. Lacan dice esa protesta viril es una ostentación de lo viril que siempre será ridícula, o sea que un hombre demasiado macho va a parecer una ironía. Y del lado de la mujer dice Freud, la salida del encuentro con la roca viva de la castración, o sea con la falta de objeto, provoca en las mujeres lo que Freud llamó penisneid y se tradujo como envidia de pene: “el otro lo tiene, yo no”. Pero no todas las mujeres tienen la pasión de la envidia, hay mujeres que tienen la pasión del amor, la pasión del odio, la pasión de la ignorancia (prefieren no enterarse de eso), no se van a analizar jamás. Hay muchas salidas a ese penisneid que preferimos incluirlo dentro de la procuración. Lo traducimos como procuración, o sea que a partir de esa falta la mujer se inventa, se fabrica, se procura otra cosa. Es decir, penisneid no es envidia solamente, como se tradujo, sino que es procuración; es decir, a partir de la falta qué solución encuentra una mujer, una por una.
Sigamos repasando. En El Seminario 20, Aún, de 1972 Lacan dice que hay un espacio del abrazarse, lo que en topología se llama un espacio compacto, o sea un lugar donde hay un vacío pero que se rellena con un síntoma -el partenaire síntoma- o un fantasma, que permite que hombres y mujeres se unan por algo. Por ejemplo el amor dice Lacan, pero también le dedica toda una clase al amour fou, al amor loco, es decir que cuando no hay un amor controlado por lo fálico se dispara lo femenino y entonces hombres y mujeres en su parte femenina se pueden disparar a un Otro goce. Y a ese Otro goce -que no es fálico-, Lacan lo liga, o lo ejemplifica, con la escritura de los místicos, que recordemos que hay un varón ahí, está Santa Teresa y también San Juan de la Cruz.
Hay una mujer y un hombre místicos que escriben ese viaje al infinito que es el Otro goce, que puede ser incontrolable, el amor loco, la locura, esa locura del Otro goce es para hombres y mujeres un desabrochamiento del orden fálico y un más allá del significante, dirá Lacan, y lo va a escribir con puntos suspensivos. En el Seminario 19, …o peor, en esos puntos suspensivos se podrá poner la mujer, el marido, los hijos, la profesión, lo que sea fálico, lo que sea norma fálica …o lo peor, que sería el goce Otro que podría llevar a la locura.
Lacan juega entre dos goces, el goce fálico y el Otro goce, para demostrar que esto se puede escribir en un análisis, no haciendo del paciente un poeta sino una escritura por la palabra misma, por lo que se dice. El decir queda escrito, queda grabado en algún lado, una marca, como se hace un sello que deja una impresión y no tiene nada que ver con transformar a alguien en literato. Es una escritura de todo lo que se ha dicho, el raconto de lo que se ha dicho queda sepultado como si fuera una lluvia. Lacan usa una metáfora muy linda en “Lituraterre”. Dice que venía de Japón en un avión y veía abajo que la lluvia caía sobre la tierra y al caer sobre la tierra era como la lituraterre, algo que hace que la tierra quede marcada sospechosamente por un humo que se levantaba luego, como cuando se tira agua sobre la tierra seca y sale humo.
Quiero seguir un hilo conductor en relación a esta tercera clase que di el miércoles pasado donde vimos los movimientos sociales como un individualismo de masas, yoes identificados y contagiados entre sí, y pregunté si había condiciones de posibilidad, cuando ese común consistía en la identidad, de extraer un sujeto que hable por sí mismo, si se podía extraer una soledad en cada uno de esos pececitos en el cardumen, que van en un movimiento generalmente trazado por el líder. De modo que se trata de construir, como dice Jorge Alemán, un común que sea emancipatorio del uno por uno también, cuando puedo extraer a sujetos que se analizan en esa masa fuera de la alienación. Es decir, como hacer jugar lo que enseña Lacan en el seminario 11, que primero hay que alienarse al movimiento social, no es sin el sentido que viene del Otro, para luego separarse y extraer su pequeña nada que es su objeto a, su indecible, eso que no va a poder nombrar nunca, y que eso sea una roca viva. Entonces, esa roca viva que decía Freud es lo que da la pulsión de vida que permite generar un deseo, es decir es objeto causa de un deseo que cae después de estar alienado en la masa, separado de la masa.
Pero se puede estar separado de la masa e ir a una marcha, y eso no lo hace menos sujeto, será un psicoanalizado en el medio de la masa, es decir como mantenemos ese común donde cada uno conserve su distinción, sin hacerse conservador de derecha, que sería la tendencia del individualismo y la meritocracia.
En esta cuarta clase quiero subrayar que el destino final de lo femenino, lo que no es ni femenino ni masculino, sino que es lo femenino como roca viva de la castración para ambos sexos, si se atraviesa esa angustia que genera la ostentación viril o la procuración femenina que se resuelve normalmente con la maternidad, si se atraviesa eso, ¿qué queda? Y lo que queda es efectivamente una escritura. Por eso en esta última clase yo he elegido poder trabajar con ustedes textos donde se pueda observar aquello que Lacan indica muy bien en el Homenaje a Marguerite Duras, que la literatura siempre va un paso más adelante como procedimiento del inconsciente. Al psicoanálisis le enseña, le da un mojón por donde seguir, y es que efectivamente no hay que idealizar al poeta, pero lo que marca Lacan con Duras, es que el procedimiento de la escritura se anticipa un poco a lo que descubre el psicoanálisis. De ese resto de la roca viva queda algo escrito, no hay una nada, hay un vacío que se puede escribir, sus bordes se pueden escribir. En esta clase elegimos unos textos que nos van a iluminar sobre este procedimiento de la escritura que hay en ese atravesamiento de la roca, se pule la roca y ahí quedó una escritura, una letra, no la letra común sino una letra que bordeó al vacío, un S1 sobre el objeto a diría Lacan un significante que pueda captar el objeto a, que pueda bordearlo y de esa manera tocar lo real, lo que es imposible de decir.
Voy a comentar un texto de Robert Musil. ¿Por qué elegí este autor?, lo elegí al azar, fui a la biblioteca y me pregunté que de todo esto que tengo acá puede servir para darle argumentación, una fortaleza robusta a la argumentación de que se puede escribir algo de lo real y encontré el texto más conocido del autor, El hombre sin atributos, al cual Jacques Alain Miller le dedicó una extensa clase que pueden encontrar en la revista Virtualia. Y encontré también el libro del mismo autor: Tres mujeres, es un viejo libro que me regaló un amigo que ahora vive en Francia, Juan Pablo Lucchelli, y me puse a revisar el rasgo propio de cada una de estas tres mujeres.
El autor, Robert Musil nació a fines del siglo XIX y es contemporáneo de Freud. Recordemos que El hombre sin atributos es una respuesta a la crisis social que vivía Europa en la pre guerra, antes del 14´, y que tiene como rasgo inicial el hecho que un hombre, en el sentido de lo humano, es sin atributos, o de acuerdo a la traducción correcta sin cualidades. Freud toma este problema del factor cualitativo al final de un análisis, lo cualitativo diferente a lo cuantitativo, a lo energético. Si lo energético es cuantitativo, lo cualitativo es la distinción, que es lo que hace que un caso sea ese y no otro caso, que tiene ese caso de más propio, que es lo más propio de lo más propio.
Según dice Jacques-Alain Miller, el hombre sin atributos es la humanidad cifrada, es el imperio de la cifra donde podemos ser un número y es lo que nos está pasando ahora con la pandemia, pero sin cualidades. Cuando somos un número, una cantidad no una cualidad, el hombre-cifra, el hombre sin cualidades, donde sabe que es 1, 2 o 3 …una cifra, logró una identidad aunque no sabe de sus identificaciones. Ese hombre-cifra que sabe que es un número en el conteo (el número 25 de la fila para ponerse la vacuna), al ser cuantificable es un goce fálico, no da cuenta del Otro goce, o sea no da cuenta de la cualidad. Para saber la cualidad hay un atravesamiento del Otro goce, para saber la cualidad, la distinción de cada uno de los hombres y mujeres hay que atravesar esa falta de número, donde no se sabe qué número corresponde, es decir hay que atravesar esa identidad de masa, ese individualismo de masa.
Encontré Las tres mujeres de Robert Musil. Ellas son Brigia, la portuguesa y Tonca. Elegí a Tonca porque ella hace lo que podemos llamar una procuración femenina, no se encuentra con el problema de qué es una mujer, la identidad, sino que encuentra un recurso; que causa que el autor se encuentre con el problema de escribir, definir lo más propio de esta mujer, lo que la distingue.
Es muy bello lo que dice Musil, les voy a leer un párrafo que es cuando Tonca se pregunta ¿qué es una mujer? Dice Robert Musil que se encuentra con problemas a la hora de definir la distinción de esta mujer:
“No dudó ni un momento que esto significaba el recuerdo de aquel día con los sucesos que Tonca le ocultaba, las fechas coincidían más o menos y la certidumbre le subió a la cabeza en un remolino de sangre, pero la certidumbre no se fundaba en nada más que en este mismo ímpetu y al cabo de un instante había vuelto a deshacerse en una nada. Si uno quería creer a este signo de exclamación lo mismo podría creer en el milagro, pero lo destructivo era precisamente que uno no hizo ni una cosa ni otra, entonces las miradas se cruzaron.
Salió de la certidumbre del número, y entró en la incertidumbre de su cualidad.
“Tonca debió haber matado la hija en la mano de él (su amante). Ahora los objetos parecían ser sus propias momias en aquella luz rara de la habitación, los cuerpos se enfriaron, las puntas de los dedos se congelaron y las entrañas retuvieron todo el calor vital como un ovillo caliente. Era cierto que el médico le había avisado a Tonca que necesitaba el máximo cuidado y que en el caso contrario le podía pasar una desgracia pero en aquellos momentos eran precisamente los médicos los que no merecían confianza. Tonca estaba sola con su niño casi muerto, también en el otro sentido todos los esfuerzos quedaron sin resultado, tal vez las fuerzas no le llegaron a Tonca, ya que quedó un mito sin acabar. Ven a mi lado! ven a mi lado!, ven!, rogó Tonca, y con triste consentimiento compartieron la pena y el calor de su hijo muerto.
Así escribe Robert Musil, es una novela de tres mujeres y la última es la expresión de un amor que termina con un hijo muerto y ella se procura otra cosa que no es la maternidad, entonces tiene que hacer una distinción de sí misma a partir de idealizar el amor a ese hombre. Esa es una salida femenina posible que está en la escritura, Es decir la literatura, como dice Jacques Lacan, se anticipa a los procedimientos de la letra, y escribe algo de lo real.
Por eso enseña al psicoanálisis.
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* La primera, segunda y tercera clase de este curso están publicadas en La Editorial de Analytica del sur- Psicoanálisis y crítica– Nº11, Nº12 y Nº13 respectivamente.
– En esta cuarta clase participaron como invitadas Alicia Marta Dellepiane y Verónica Ortiz.
– Establecimiento del texto: Ana Gutiérrez, Christian Gómez.
– Versión no revisada por el autor.