Siluetas de un nombre (selección de poemas)
Practicante del psicoanálisis, miembro del Instituto Pragma, Aplp. Integrante del grupo de investigación "Una hystoria del psicoanálisis". Integrante del consejo editorial de Microscopía, boletín mensual de BFLP (Biblioteca Freudiana de La Plata). Autora de los libros de poesía "Luminiscencias" y "Siluetas de un nombre".
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Prólogo, por Enrique Acuña
Un girasol que gira en busca del padre Sol, una carta a su hermano amado, un cuerpo innominado dejado a la deriva por una mujer, del amor y la muerte de eso y otra cosa más trata Siluetas de un nombre.
Desde Aristóteles a nuestros días algo no ha cambiado y es que la poética inventa un tékhnes, un saber hacer del arte que transforma la relación de los sujetos con su causa. Así este libro de Paola Boccalari muestra el pasaje de un poeta que es causado no tanto por la mirada que el cuadro de Vincent van Gogh encierra como bello sino por su letra: la correspondencia con su hermano Theo, testimonio que también divide al que lee.
Fotografía: Carolina Sanguinetti; @hornero.urbano
La serie de poemas constituyen un cuerpo que dibuja el recorrido de una vida, la de Vincent, en brevísimos destellos de una silueta que envuelve un nombre como vacío central: el nombre de un artista, ropaje para el agujero de una existencia. A diferencia de una biografía, estos relámpagos que intentan decir “quien habla”, no siguen una secuencia cronológica sino la lógica de los momentos de goce, los tiempos en que el artista vivió sus pulsiones.
El amor pasión, el amor cortes, el padre religioso, el hermano complementario; desfilan aquí como las figuras históricas que permiten contar su vida como un conjunto cortado. Son las mujeres que dieron su “no”- Cornelia, Úrsula, Margot, pero también la tensión con su doble, el otro, Gauguin y por ultimo Théodorus, su padre. Finalmente esa vida termina con un afecto melancólico que cae como un retorno de esas mismas pasiones.
Este escrito segundo y poético sobre las cartas a Theo construye un preludio al tiro del final, un corte en lo real sobre el lóbulo de una oreja, cuando el puñal extrae carne en lugar de vacío simbólico, recorta un fragmento de esa silueta que no termina nunca de constituirse. Es que falta el nombre propio como referencia para soportar ese cuerpo fragmentado, porque si el dibujo de siluetas que Vincent pincela en su obra, hace en cada pintura un cuerpo sin nombre, las siluetas son ellas mismas el artefacto útil para seguir deseando.
Pero hay más, como Paola Boccalari sabe por su propia experiencia con el psicoanálisis, el sentido se agota en el límite real a esa deriva de los nombres imaginarios. Límite: como lo supo Vincent Wilhem van Gogh cuando después de sufrir la locura y el hospicio, dejó como último mensaje a Theo (y a nosotros) un papel con su dibujo oscuro y una frase final: ¿Qué quieres?. Frase insignia de su angustia, que por la muerte no viene a cubrirse ya de ninguna fantasía, dejando a los lectores la vía libre para ubicar ahí lo que cada uno desee.
Selección de poemas
Poética de van Gogh
crecidos de alas
muerden los harapos de tu piel
se alzan en vuelo
y despliegan la máscara del hombre seco
Poética de van Gogh II
volarán cuervos
agujereando la tela
mancharán
el caballete
y el pincel abandonado en tu mano
y no vivirán
en la instantánea luminosidad del cielo tormentoso
en las raíces de una llanura
o en tu girasol
no proyectarán
las sombras del hombre seco
solo, entrometerán sus huesos
en las escaras de mi piel
y morirán
con las adherencias del mismo agujero que los vio volar
Vincent Willen
la vida despierta
suspendida
papeles pintados de gris
el piso lavado con agua
los grabados sobre la pared
blanca
caballetes sosteniendo un nombre
cerca de la ventana
la pradera
ilumina los contornos de una mujer
una manta verde
deja en sombras
la cuna donde descansa su niño
es un asunto de colores y de tonos
arropada vida,
amor
Vincent Willem II
a través del fuego pasional de la plástica
rendía homenaje
a sus intimidades
a la melancolía
a la perplejidad de tu mirada
al vacío de un nombre
sereno, atroz
torció un destino
olvidó los lirios caídos
el veneno derramado
las siluetas misteriosas
los girasoles
en tu muro de hierro
fue contorneándose
tallando una voz,
única
Siluetas
tropezaron
con los zapatos raídos
con las miserias y las arrugas
de aquel que ardía
en lo infinito de sus pinturas
Siluetas II
huelguearon de su oficio
para acobijarse
uno junto al otro
en el fuego
de Vincent van Gogh
“la vida es un misterio”
–escuché decir–
mientras mis ojos
recorrían el letargo
de mi silueta desfalleciente
Siluetas IV
en los viejos talleres
ennegrecidos por el humo
se recorta su silueta
pobre
seca
Melancolías
en Arlés hiela
una rama de cerezo en flor
deshiela su sangre
y pinta con la furia del empaste
pinta
Paul Gauguin
pese a la velocidad del derrumbe
pasaron semanas antes de respirar el sabor de Arlés
luego la nieve
los caminantes se apresuran para no vagabundear
mientras
tus voces destiñen
tonalidades
Hospicio de Arlés
atrás las paletas arlesianas
los restos de velas
en un sombrero nocturno
solo,
contemplo
a través de la rendija
los rayos de sol madurando el trigal
Hospicio de Arlés II
en la otra orilla
extendió el horizonte
el gesto de sol
arrojado
en intemperie de siluetas
perpetuó uno de sus lienzos
Johana van Gogh-Bonger
post-mortem
cuando la comodidad le hace cosquillas al abismo
el féretro sobre la mesa de billar
momifica
a Johana en un grito
más tarde
profanada por el vagabundeo fantasmal de su hombre
depurada de aceites y resinas
abandona los zapatos viejos
los ciruelos en flor
y en calma
irradiando la humedad de la última carta
camina al amanecer
Abdicamientos
luego de siluetear girasoles
colgó en la pared
los zapatos viejos
el enjambre de cuervos
y uno de sus cardos polvorientos
Vincent Willen van Gogh
exhumado mi pasado amarillento
revivirá mi voz
revivirá mi nombre
sobre el silencio de esta tumba
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*Poemas seleccionados por la autora de su libro Siluetas de un nombre. Malisia, La Plata,2015. Libro prologado por Enrique Acuña.