Entre lo dicho y lo escrito
“Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se oye” (1)
AP de la EOL. Miembro de la AMP. Miembro de la Red AAPP (Asociaciones Analíticas y Publicaciones Periódicas) de CABA. Responsable del Gabinete Psicológico del Centro de Estudios Manuel Ugarte.
Si lo dicho queda olvidado, lo escrito no.
Porque eso insiste. Pero ¿cómo insiste lo escrito por un poeta que puede hacerlo desde su inconsciente, aunque no lo sepa, y cómo insiste lo escrito en el inconsciente del neurótico, que no puede sustraerse de ello y sólo puede mostrar sus síntomas?
Sí. La sublimación es el primer concepto que acude para explicarlo, ya que el punto de partida del artista comienza por su fantasma, en sentido opuesto a lo que le ocurre al neurótico, cuyo fantasma está más ligado al trauma ¡Pero hay que explicarlo! Y no es tan sencillo…
Oscar Masotta. Foto, cortesía de Jorge Jinkis
Para argumentar estas diferencias, Joseph Attié comienza por analizar La ciencia de los sueños hasta llegar a explicar cómo Freud pasa de esta a La interpretación de los sueños. Así toma los pares de: palabra y escritura, símbolo y signo, letra y significante, explicando sus oposiciones y su utilización lingüística. Esto para llegar a los conceptos de síntoma, sublimación y sinthome. Con una esmerada didáctica sitúa los términos fundamentales que luego desarrollará.
Deja planteados muchos interrogantes, a partir de estos conceptos analíticos, para adentrase en las obras de Stéphane Mallarmé, de Francis Ponge y de James Joyce.
A diferencia de la asociación libre, los poetas cuidan con esmero y preocupación cada una de las palabras que escriben: las ponen, las borran, las cambian, las trabajan hasta llegar a la perfección de la forma.
En S. Mallarmé, “el soneto en yx”, tan célebre, puede ser analizado de diversas maneras: se puede interpretar su sentido de una u otra forma. Del contenido manifiesto al contenido latente, hay mucho para desentrañar; pero a Mallarmé lo que le interesaba era “poner la palabra justa” (como también a Joyce y a Ponge). Decía que la naturaleza tiene todo lo necesario, no necesita de la palabra para existir; entonces, agregar una palabra en este mundo se justifica si es necesario, si no, mejor no hacerlo. Y en cuanto a la poesía, la rima y la música eran fundamentales. Por eso su conocida frase “toda alma es un nudo rítmico”.
En el Capítulo “Palabras poéticas”, J. Attié nos dice que Ponge en La rabia de la expresión, explica que su empeño era hacer hablar a las “cosas mudas” y frotar la palabra hasta librarla de la cosa. La refinaba, la pulía, la repetía para devolverla al estado natural de donde la había tomado. Para Ponge, las cosas desafiaban al lenguaje. Había que: “Indicar el desafío de las cosas al lenguaje. Por ejemplo, esos claveles desafían al lenguaje. No hubiera cesado, antes de tener ensambladas algunas palabras a la lectura o a la audición de las que se debe exclamar necesariamente: es de algo como un clavel de lo que se trata. ¿Qué disciplinas son necesarias para tener éxito en esta empresa? La del espíritu científico, sin duda, pero sobre todo el arte, mucho arte.” (Cita 48 de este capítulo, en la edición francesa).
En una serie de matemas – basados en “La lógica del fantasma” y en la “Reseña” de este seminario, que figura en Otros Escritos – se realiza una construcción rigurosa donde se articulan los términos de síntoma, sublimación, sinthome con los de pulsión y repetición, transferencia e inconsciente, alienación y verdad; así como en la oposición pensamiento/ser se explica la diferencia entre el acting-out y el pasaje al acto. Pero no se apresuren a entender porque…. ¡esto recién empieza!
En El banquete de los analistas, J.-A. Miller explica el viraje de Lacan de los años ‘70: de “un inconsciente como un dejar-hablar la verdad” a “un inconsciente como saber”. Aquí se distinguen tres tipos de escritura: la escritura científica, la escritura psicoanalítica y la escritura literaria. El inconsciente como saber valoriza el matema, pone el acento sobre lo escrito – que no es el escribir literario –; esto está en la adopción de una lógica del saber. De ahí que lo escrito, para el psicoanálisis, no sea ni escrito científico, ni escrito literario. Queda aquí planteada una distinción entre el producto analítico (descifrado) y el producto poético (cifrado), que será interrogada en el campo del deseo.
Un recorrido por lo real, lo verdadero, lo bueno y lo bello, seguirá señalando estas diferencias de discursos y escrituras. El horror de la fascinación frente a la obra de arte se explica en su relación con el goce, el saber, el amor y la muerte, del que no se saldrá sino por el amor como operador que es lo que “permite al goce condescender al deseo”, según Lacan.
¿Por qué nos pareció importante traducir este libro de Attié a la lengua castellana?
En las letras latinoamericanas, en particular en el Río de la Plata, la recepción de los grandes creadores franceses del simbolismo, del modernismo y del surrealismo, produjo curiosidad e inspiración, en muchos casos. Me refiero a autores de la talla de Oliverio Girondo (En la Masméndula), Olga Orozco (Museo salvaje). Y otros como Enrique Molina (Hotel Pájaro, antología), Francisco de Madariaga (Llegada del jaguar a la tranquera y Otros poemas), Alberto Girri (El tiempo que destruye), Aldo Pellegrini, (quien tradujo la Antología de la poesía surrealista de lengua francesa, y publicó Antología de la poesía viva latinoamericana), Delmira Agustini (Los cálices vacíos, uruguaya). Y del otro lado de la cordillera – que nos une y nos separa – a Vicente Huidobro (Altazor, que conceptualizó al Creacionismo), Nicanor Parra (Poemas y antipoemas), Pablo Neruda (Estravagario), en Chile. Más al norte, en Perú: César Vallejo (Trilce), José María Eguren Rodríguez (Simbólicas), José Santos Chocano (Los cantos del Pacífico), José Carlos Mariátegui (director de la famosa revista literaria Amauta), Magda Portal (recomiendo su autobiografía La vida que yo viví…, de reciente aparición, Casa de la Literatura Peruana). Así como el modernista mexicano Amado Nervo (La amada inmortal), y los también mexicanos José Emilio Pacheco y Octavio Paz – de los que habría que hacer un estudio más extenso – entre tantos otros. Sin olvidar, en un punto culminante, la figura universal de Jorge Luis Borges. (2)
Por todo esto, considero que un pormenorizado análisis de las obras de Mallarmé y de Ponge debe tener mucho interés para nosotros.
También, una tradición fuerte en la Argentina es el psicoanálisis – que se introdujo en nuestro país desde 1910 – en cuyo nombre se fundaron variadas y múltiples instituciones que permitieron que el gran público conociera los nombres de Freud, Lacan, Melanie Klein y de muchos otros que los sucedieron.
Los debates y tensiones que estas difusiones tuvieron son demasiado extensos para dar cuenta de ellos aquí. Pero desde la creación de la A.P.A. (1942), pasando por la Escuela Freudiana creada por Oscar Masotta y otros en los ‘70, a la A.M.P. y dentro de ella a la E.O.L. (1992) se puede observar el crecimiento de las Escuelas de psicoanálisis en toda la región. (3)
La fusión de estas dos prácticas del lenguaje, tan entrañables para nosotros, y el recorrido del autor por ellas, justifican esta elección. Se percibe una sutileza muy especial en la obra cuya traducción presentamos aquí. Además, podemos agregar que estamos frente a un texto que se construye como una verdadera intertextualidad, muy presente en la precisión de las citas que J. Attié va enlazando en su propio texto. En la justeza de una frase, o de una palabra, de Freud, de Lacan o de otros que se citan, se observan la dedicación y la capacidad de lecturas que las preceden.
La inclusión del análisis de las obras de Fiodor Dostoievski y de James Joyce aumenta las expectativas ¿Cómo leer hoy a Dostoievski, culpa y neurosis, el peso del Nombre-del-Padre? ¿Y a Joyce, después del uso que Lacan realizó de esta obra?
Pero Joseph Attié sale victorioso de este compromiso, que resuelve con un testimonio del atravesamiento de su propio análisis con Lacan, y de cómo este pasaje le permitió habilitarse también como analista-poeta, al decir de Philippe Lacadée y de François Regnault.
Las detalladas explicaciones que va desplegando, a partir de una pregunta que recorre todo el libro: ¿qué diferencia fundamental existe entre el ser hablante y el hecho de que escriba?, nos conducen a varias cuestiones: ¿qué tipo de artificio utiliza el escritor que le permite pasar del síntoma al sinthome, sin que sepa la verdad que ahí está en juego? ¿Por qué el objeto de arte supone un desvío entre el ego y el narcisismo? ¿Puede el psicoanálisis habilitar al neurótico para ceder en su goce y aprender un saber-hacer con su síntoma?
Las argumentaciones que muestran estos diferentes caminos comienzan señalando que, en el poeta, el ego está en la obra y no en el yo. Así se revela este artificio creador que permite sostener toda la estructura subjetiva, prescindiendo del Nombre-del-Padre, pero sirviéndose de él. Mientras que el neurótico deberá ceder al goce que le proporciona su síntoma, vía la transferencia, con un sujeto supuesto saber, para saber-hacer ahí con su síntoma.
Finalmente, nos dice que, mientras el poeta goza con su práctica, el analista no podría gozar con la suya. Salvo que su goce revele el bien-decir como una ética.
Tuve la sensación, al ir leyendo el libro de Joseph Attié, de escuchar el Bolero de Ravel. Comienza con unas notas discretas, como en sordina, va situando otros acordes que deja en suspenso; luego, los retoma y los despliega, continúa complejizándolos y articulándolos. Van in crescendo; se entrecruzan y tejen distintas voces, se agregan instrumentos. Todo esto hasta que la obra resuena a plena orquesta, con una brillantez rutilante.
Una se queda con el deseo de gritar ¡Bravo!, al concluir la lectura.-
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Psicoanálisis y escritura poética, de Joseph Attié. Este libro fue editado en castellano por la Asociación Mutual Universitaria Manuel Ugarte, en Buenos Aires, octubre de 2018.
Notas:
(1)- Lacan J.: “El Atolondradicho”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 473.
(2) -Si bien hay muchas referencias a las obras mencionadas y, en el punto que no puedo, en este prefacio, nombrar con justicia a todos los escritores y escritoras que han participado de estos movimientos, recomiendo leer las antologías del poeta argentino Manuel Ruano: Cantos australes. Poesía argentina (1940-1980), Caracas, Monte Ávila Editores, 1993 y Poesía nueva latinoamericana, Lima, El Gallinazo ediciones, 1981, obras que me han aportado mucha información y grata lectura.
(3) -En el libro de Germán García El psicoanálisis y los debates culturales. Ejemplos argentinos, Buenos Aires, Paidós, 2005, se puede leer la presencia del psicoanálisis en la Argentina y su ubicación en el contexto internacional.