Algunas consideraciones en relación a la lógica de la cura
Miembro de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis. Psicóloga del Sistema Provincial de Salud Tucumán. Docente de la cátedra de Epistemología de la Universidad Nacional de Tucumán. Miembro del Instituto Oscar Masotta CID Tucumán. Directora de Clínica de la Asociación Freudiana de Psicoanálisis.
» E-mail al autor
Planetas y Regentes. 1955
Derechos reservados
Fundación Pan Klub - Museo Xul Solar
Como punto de partida para considerar la lógica de la cura me serviré de una cita de J.A Miller en su curso de 1994 Donc, la lógica de la cura:
“La estructura inventada por Lacan como la causación del sujeto determina la cura analítica, pero invirtiéndola”. (1)
Si debemos considerar la inversión de la causación, en lo que a la lógica de la cura concierne, es lícito pensar en los dos tiempos que ella entraña: un primer tiempo en donde se ubica el surgimiento del sujeto del inconsciente y un segundo tiempo que da cuenta de su surgimiento como objeto perdido.
Si invertimos estos dos tiempos, la lógica de la cura será un recorrido que parte de la presencia del sujeto como objeto y deberá llegar a dar cuenta de su surgimiento como sujeto del inconsciente.
En el Seminario 14 La lógica del fantasma, Lacan se sirve de la distinción freudiana entre inconsciente y Ello para elucidar la lógica de la cura. Como antecedente de esta distinción podemos situar las conferencias freudianas de Introducción al psicoanálisis 17 y 23, donde se puede pesquisar esta doble vertiente: por un lado el inconsciente, la interpretación y la significación, y por otro el Ello, lo pulsional y la fijeza.
Lacan en los años 60 establece esta diferencia a partir de la confrontación entre el inconsciente freudiano y el cogito cartesiano, lo que permitiría pensar la lógica de la cura suscitada por un ordenamiento temporal.
En la clase 4 del Seminario 14 sostiene que el cogito cartesiano es una aporía, una oposición radical al inconsciente freudiano. El cogito al hacer coincidir ser y pensamiento es el anverso del inconsciente freudiano, el sujeto del psicoanálisis no es agotado ni colmado por el cogito, queda un sitio sin colmar, el sitio de goce.
La lógica de la cura se despejará en la enseñanza de Lacan a través de la teoría de conjuntos, en tanto le permite pensar la relación entre el cogito y el inconsciente freudiano para indicar que en la intersección de ser y pensamiento podemos ubicar al cogito.
Desde los aportes de De Morgan, Lacan concluye que si la negación de la intersección es la unión de las negaciones, quedarán por tanto el conjunto del ser con su parte negada, el inconsciente (no pienso) y el conjunto del pensamiento con su parte negada, el Ello (no soy). En la intersección el inconsciente se ubicará como la parte negada del pensamiento y el Ello como la parte negada del ser.
Allí podemos situar la causación del sujeto a partir de una elección que lo aliena, el sujeto elige lo menos peor, esto es “yo no pienso, yo soy”, es decir elige ser yo a costa de un rechazo radical del inconsciente. En esta elección subjetiva se sacrificará el pensamiento a favor del ser.
¿Cómo pensar entonces el recorrido de un análisis en términos lógicos?
Para esto Lacan recurre al matemático Felix Klein quien plantea que una estructura se define por sus cuatro elementos y las operaciones posibles entre ellos, lo que da como resultado las operaciones involutivas: se parte de un punto del rectángulo y si se repite la operación se vuelve al mismo punto.
El punto de partida en la lógica de la cura será la negación del pensamiento del inconsciente. El sujeto a partir de una elección preferencial afirma su ser y en consecuencia niega al pensamiento, es decir rechaza el inconsciente. La operación del análisis llevará por lo tanto al sujeto inicial identificado a su ser a que haga la experiencia de un pensamiento, experiencia que lo vacía de su ser. Esta operación solo es posible por medio de la transferencia.
Por su parte el Ello se ubica como la parte desmochada del ser, es una estructura gramatical sostenida por la pulsión y el fantasma, en tanto a este nivel no se trata del yo. El ser yo, en calidad de yo no pienso, está sostenido por el fantasma. Esta identidad es pagada con esa parte mochada del yo soy donde se ubica al Ello, se reserva allí un espacio del Ello que conserva el sitio de la pulsión, para la cual el fantasma es esencial y con respecto a la cual el yo está excluido.
¿Cómo se combinan las partes mochadas, Ello e Inconsciente, luego de la experiencia de un análisis?
Podemos ordenar a partir de estas consideraciones en tres tiempos la lógica de la cura:
• Un primer tiempo: el sujeto llega a un análisis con su ser que rechaza al inconsciente, habitado por su fantasma en cuanto al goce. Fantasma entendido como lugar del Ello, es decir esa parte opaca, enigmática para el sujeto que no concuerda con su yo.
• Un segundo tiempo: a raíz del análisis el sujeto es conducido a admitir el inconsciente y por tanto a experimentar cierta desaparición de su ser, de su sostén en la identidad yoica.
• Un tercer tiempo: luego de atravesar un análisis se producirá una nueva combinación entre el ser y el pensamiento, el Ello y el Inconsciente se recubren.
Al final de un análisis del lado del inconsciente ubicamos la castración como punto de tope de las significaciones, límite que se puede axiomatizar en la fórmula lacaniana “No hay relación sexual”. Como resultado del Ello tenemos los restos de goce, las fijaciones pulsionales.
Esta distinción sitúa la lógica del fantasma como la unión velada de ambos resultados, castración y restos de goce; para Lacan se trata de la unión más exquisita y delicada entre el significante y el goce.
Entonces en la lógica de una cura la represión es el destino ordinario de la pulsión, que sostiene su desconocimiento apoyada en el fantasma. A través de un análisis se arribaría a un nuevo destino posible, lo que implica una nueva combinación entre el ser y el pensamiento, entre la pulsión y el inconsciente.
Notas:
(1) Miller, J.A.: Donc, la lógica de la cura, Ed. Paidós, 2011, pág. 373